Hay muy pocas anécdotas de entrevistas a personajes famosos, unas permanecen en videos, libros o audios y que van siendo olvidados, algunos son más divertidos que otros, aunque a veces revelan cosas que muchos no pudieran imaginar.
Una de las tantas historias de famosos en México fue escrita por Emilio Esquivel Puerto en su libro Anecdotario de radio y televisión. Donde no solo se leen los momentos que recuerdan sucesos graciosos, sino que también muestra cómo fueron los principios de la radio y televisión en su apogeo.
Uno de los recuerdos que escribe en este libro fue la vez que Jacobo Zabludovsky tuvo de ayudante al propio Dalí.
Desde que salió a la luz la historia de cómo fue que el periodista mexicano no pudo seguir el ritmo del pintor y que a su vez muchos calificaron de ser la peor entrevista que ha realizado.
Zabludovsky logró entrevistar al surreal en Portugal, ahí fue donde Dalí hizo sentir incómodo al reportero, ya que había preguntado muchas cosas y que para el autor de “El gran masturbador” no fueron muy buenas.
Años más tarde volvió a entrevistarlo, pero aquí no solo temía porque no le diera, nuevamente, la entrevista. Zabludovsky podía perder dinero, ya que había pagado USD 400 por el espacio que pidió en el hotel St. Regis en Nueva York.
En el anecdotario se describe, también, cómo fue que Jacobo obtuvo el número del cuarto del pintor pues “era casi un secreto de estado”.
“Mediante un arreglo económico con un empleado de la administración, logró comunicarse a su cuarto”.
Con el número del genio, Jacobo no esperó más y llamó para pedirle si está disponible para una entrevista, pero Dalí solo le respondió “mañana a las diez”, sin saber quién era y colgó, dejando al reportero con grandes dudas.
Para la entrevista, Zabludovsky tendría que contratar “los servicios de una camarera con sonido y su ´crew´ (personal encargado de manejarla, como diríamos en México) con un costo, trabajaran o no, de cuatrocientos dólares”.
Podría perder mucho dinero, aunque decidió arriesgarse “a ver si deberás me recibe”. Al otro día, a las ocho de la mañana, se instaló en el vestíbulo del hotel, pero minutos después vio pasar al pintor “con dos botellas de champaña en las manos. Espero la llegada del equipo que se presentó a las nueve y media, tal como estaba convenido”.
“Pensaba en la manera de llegar a la habitación de Dalí, cuando entró un ´bell boy´ llevando a un tigre sujeto de una cadena. Inmediatamente lo relacionó con el extravagante artista y lo siguió. Aprovecharon que la puerta se abrió para introducir al felino y entraron encontrando a Dalí pintando…en plena acción”.
“No le hizo caso”.
Jacobo lo saludó, pero parece ser que Dalí no lo había escuchado, mientras que él vestía su chaleco de brocado de oro y su corbata dorada y tarareaba una canción “y lanzaba brochazos al lienzo”.
Con esta escena que observó, Jacobo pensó que había desperdiciado cuatrocientos dólares y esto ocasionaría que no reportaría ninguna utilidad, con esa sensación armaron el equipo y de pronto “Dalí volteó diciendo con voz agresiva: Yo les voy a enseñar el contacto”.
Jacobo pensó que no solo habría entrevista, sino que tendría algo que ver con un tema de espionaje, “pero Dalí se arrodilló, ágilmente se metió debajo de la cama, conectó la cámara y las luces al contacto de la corriente eléctrica y salió rápidamente para ayudar a cargar el equipo, hacer las instalaciones y todos los trabajos del más humilde de los ayudantes”.
El personal y el reportero lo miraron con asombro y al finalizar, el pintor le dijo “estoy a sus órdenes”.
El periodista envió una copia de esa entrevista al Museo de Arte Moderno de Nueva York, de ese día donde Dalí trabajó como ayudante para que pudiera grabar su propia entrevista.