La comunidad católica volvió a ser víctima de la ola de violencia que día a día azota a Zacatecas. En esta ocasión fue un joven seminarista al que le arrebataron la vida en un ataque armado en la noche del 27 de diciembre.
La víctima se trataba de José Dorian Piña, perteneciente a la Parroquia de Noria de Ángeles, ubicada en el municipio de Zacatecas. Según lo confirmado por la Diócesis de Zacatecas, Dorian, quien cursaba el tercer año de la etapa de Teología, fue una de las dos víctimas mortales de la agresión; el segundo deceso fue una integrante de su familia, presuntamente, menor de edad.
“Que en medio de este clima de tinieblas que padecemos sepamos ser luz de esperanza para los hermanos que sufren”, se lee en el comunicado que la Diócesis publicó este 28 de diciembre en sus redes sociales.
Versiones extraoficiales señalan que el hecho delictivo también dejó a otras dos personas adultas heridas. Sin embargo, hasta la realización de esta nota, las autoridades zacatecanas no se han pronunciado al respecto.
De acuerdo con el recuento del medio local Zacatecas Online, el ataque armado suscitó alrededor de las 23:00 horas del pasado martes, en la comunidad de Ignacio Zaragoza en Noria de los Ángeles.
Las cuatro víctimas (entre ellas José Dorian) transitaban a bordo de un vehículo, cuando un grupo de sujetos armados comenzaron a perseguirlos para supuestamente despojarlos del automóvil. Sin embargo, la familia emprendió la huida y fue así que los agresores abrieron una ráfaga de balas en contra de la unidad: “Nomás porque sí, los rociaron de balazos”, escribió un usuario de Facebook identificado como Padre Marcos, quien ejerce en dicha comunidad.
“Un acto criminal contra su familia. Iban en vehículo y así porque sí los rociaron de balazos. Un llamado de atención a todos. Son muchos latinos asesinados. ¡Zacatecas quiere paz! ¡México quiere paz!”.
A la zona acudieron elementos policiales de diversas corporaciones, así como personal de la Dirección General de Servicio Periciales (DGSP) para el levantamiento de los cuerpos.
La incesante violencia a lo largo del país intensificó las exigencias del gremio religioso por paz y justicia para la ciudadanía, especialmente, tras el asesinato de dos sacerdotes Jesuitas, de la comunidad Tarahumara en Chihuahua, en junio pasado. Ese mismo mes, el Obispo de Zacatecas fue retenido por civiles armados.
Tan sólo bastaron seis días después del doble homicidio en Chihuahua cuando el obispo Sigifredo Noriega denunció haber sido interceptado por civiles armados que controlaban el paso de los vehículos por la carretera.
El religioso señaló que había acudido a visitar comunidades pertenecientes a su diócesis, cuando en el camino varios sujetos con armas de fuego le hicieron detenerse para revisarlo. Una vez que se identificó se pudo retirar sin ser víctima de ninguna amonestación.
“Allá en el estado de Jalisco, íbamos de Huejuquilla a Tenzompa, pero lo que me llamó la atención es que no era ni Guardia Nacional ni Ejército, eran personas de… uno de los grupos delictivos, ellos estaban haciendo lo suyo, pues, no dejando pasar a otros grupos; me llamó la atención porque es la primera vez que me toca en vivo un suceso como ese”, señaló en entrevista para Milenio.
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