Margarita María Ochoa, tía de Jorge y Andrés Tirado y única sobreviviente del multihomicidio ocurrido el 18 de diciembre en un inmueble de la calle Medellín en la colonia Roma, Ciudad de México, dijo en su testimonio cómo pasó más 48 horas siendo violentada mientras asesinaban a su esposo y sobrinos.
De acuerdo con El País, el testimonio de la víctima de 72 años de edad fue transcrito y tomado por los agentes de la Fiscalía General de Justicia capitalina (FGJCDMX) la misma noche que fue liberada por la policía.
La tía de los hermanos Tirado había dicho a la policía que hubo entre ocho y diez personas implicadas en el crimen que surgió de la disputa de la misma propiedad en donde ocurrieron los asesinatos y tortura. Según la Fiscalía, solo habrían siete involucrados en el caso.
La mujer indicó que durante siete meses sus familiares y los culpables habían compartido la vivienda de dos pisos. Arriba habitaba Ochoa, González y sus sobrinos; en la planta baja, Blanca Hilda “N” junto con su hija Sally “N” y sus dos nietos, Randy “N” y otro de tres años del que se desconoce el nombre. Sumado a ellos está el novio de Sally, Azuher “N”, quien pasaba mucho tiempo en la residencia.
Cabe señalar que Blanca, Azuher y Sally al principio de las indagatorias fungieron como testigos del crimen; sin embargo, y tras presuntas contradicciones en sus declaraciones, la Fiscalía decidió vincularlos al caso como posibles responsables y actualmente están en prisión preventiva.
En total cuatro han sido procesados, incluyendo a Rebeca “N” por delitos contra la salud y su relación al caso de los hermanos Tirado. Aún quedarían por detener algunos sospechosos que las autoridades están buscando.
Las horas de terror de Margarita María
Según la narración recolectada por El País, el viernes 16 de diciembre, a las 14:00 horas, Azuher Lara subió al segundo piso para pedirle al esposo de Margarita, José González, que moviera su automóvil ya que supuestamente estaba obstaculizando el paso de un técnico que había ido a reparar una lavadora.
Cinco minutos después, Azuher regresó al piso de arriba para avisar que José se había caído y se había herido en la rodilla. Cuando Margarita bajó a ver qué pasaba miró a su esposo “tirado en el piso, maniatado y con la cara cubierta de cinta tipo canela pero de color plateado”.
Asimismo, dijo haber visto en ese momento a “un grupo de entre 8 a 10 personas, todas las cuales estaban cubiertas de cara”, que se le abalanzó para amordazarla y vendarla.
Inicialmente los estaban amenazando, luego procedieron a torturarlos con cortes en el meñique y a ella en la planta del pie izquierdo. Después se los llevaron a otro cuarto; ahí tiraron al piso a José y a ella la colocaron boca abajo en una cama.
Dijo que dos mujeres le pusieron una navaja en el cuello y le dieron descargas eléctricas para que les proporcionara datos bancarios, mismos que utilizaron para retirar dinero mientras estaban secuestrados.
Posteriormente escuchó gritos que provenían del salón (aunque dijo que no podía asegurar el origen) y “como un disparo”. Más tarde los secuestradores llevaron a sus dos sobrinos a quienes también los cuestionaron sobre sus datos bancarios; uno de ellos solo tenía dinero en un sobre dentro de la casa, mientras que el otro no tenía dinero.
“A partir de ese momento comencé a escuchar ruidos fuertes de agresión hacia mis sobrinos. Asumo que eran ellos porque también escuché patadas como si se estuvieran defendiendo. También escuché que alguien se estaba ahogando. No puedo precisar el tiempo que pasó, pero dejé de escuchar la voz de mis sobrinos y en su lugar escuché que una mujer dijo: ‘Este ya está muerto’”.
Entonces los culpables presuntamente colocaron el cuerpo en una bolsa de plástico que arrastraron por el suelo. Respecto a su esposo, dijo que cuando lo movieron supo que “él estaba vivo porque escuché un quejido. Después ya no escuché nada más”.
Margarita dijo en su testimonio que en ese momento pensó que sería asesinada por el hombre que la custodiaba, además de que sufrió tocamientos sexuales por parte de un segundo hombre que amenazó con violarla a pesar de que ella le pidió que no lo hiciera porque “podía ser su abuela”.
Cuando la dejaron sola logró quitarse la venda y cuerdas que la amordazaban e intentó escapar, no obstante, al llegar a la azotea a pedir auxilio fue descubierta por los secuestradores, quienes inmediatamente la atraparon y volvieron a atar. Nuevamente cubrieron su cabeza con una tela que le ocasionó distorsiones en la vista.
Recordó haber sido llevada a una bodega de la planta baja en donde fue atada a una silla de ruedas y luego ser trasladada a una cama.
Dijo que el domingo, el último día que estuvo en cautiverio, comenzó a sentirse deshidratada, por lo que pidió agua, así que le llevaron un vaso y algunas rodajas de manzana.
Blanca Hilda “N” le habría curado las heridas del pie izquierdo y le permitió bañarse, lo que la llevó a descubrir que tenía una lesión con sangre en el costado izquierdo del pecho. En el transcurso, alcanzó a escuchar que Blanca dijo que había un problema con los cuerpos, además de que querían deshacerse de las pruebas.
En el momento que la policía arribó al inmueble, la habían amarrado nuevamente a una silla de ruedas que estaba en el salón de la planta baja. Ahí estaba Blanca junto a su hija y yerno.
En un cuarto aledaño los oficiales hallaron los cuerpos de los hermanos Tirado y su tío que habían fallecido desde el viernes. Según una línea de investigación, habían dejado con vida a Margarita para que les cediera por escrito el inmueble.
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