La noche del pasado sábado 07 de diciembre el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó dos sismos de baja que intensidad que tuvieron su epicentro en plena Ciudad de México.
Fue alrededor de las 21:12 horas, que el primer movimiento telúrico con magnitud 1.7 se registró a dos kilómetros al suroeste de la Alcaldía Venustiano Carranza, en tanto que tan solo dos minutos más tarde otro microsismo se registró con magnitud de 0.9 al suroeste de la Alcaldía Iztapalapa.
Por la baja intensidad de ambos movimientos telúricos, éstos no fueron percibidos por gran parte de la ciudadanía, así como no fue requerida la activación de la alerta sísmica, no obstante, el simple hecho de que su epicentro haya sido registrado en diferentes puntos de la capital mexicana abrió nuevamente el debate sobre la sismicidad de la zona.
¿Por qué no se activó la alerta sísmica?
Víctor Manuel Cruz, jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, señaló que los microsismos son pequeñas rupturas en el interior de la tierra, cercanas a la superficie, en este caso a unos cuatro o cinco kilómetros de profundidad y no son inusuales en la región de la cuenca del Valle de México.
De acuerdo con el sistema de alertamiento sísmico privado, Skyalert, cuando se registra un movimiento telúrico en la Ciudad de México los sismos no se alertan ya que una premisa básica de las alarmas sísmicas es que “el tiempo de alerta depende de la distancia al epicentro”.
Por dicha razón, los epicentros tienen cero segundos de anticipación al sismo -las ondas sísmicas se propagan alrededor de 5 a 7 kilómetros/segundo-. Además, temblores con una magnitud tan baja como los del pasado miércoles, también tienen radios de percepción muy cortos por lo que en zonas donde podrían tener tiempo de anticipación, ya no existiría percepción alguna.
¿Por qué tiembla en la Ciudad de México?
De acuerdo con lo expuesto por SkyAlert, la sismicidad en la Ciudad de México se atribuye a la existencia de fallas o también a las tensiones en la superficie que se han acumulado por décadas o siglos y, en algunos casos, a la sobrexplotación de los mantos acuíferos especialmente en alcaldías como Tláhuac, Xochimilco, Iztapalapa, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero. Cabe mencionar que la ausencia de agua provoca que el subsuelo colapse y se huna generando pequeños movimientos del suelo.
Del mismo modo, estudios sobre la sismicidad en la capital mexicana han constatado que sismos fuertes -ya sea lejanos o cercanos- pueden ayudar a liberar la tensión acumulada en las fallas de la Ciudad de México.
Datos del catálogo del Servicio Sismológico Nacional (SSN) señalan que se han registrado 336 sismos con epicentro en la Ciudad de México desde el año 1974, siendo uno 4.0 el de mayor magnitud ocurrido el 15 de noviembre de 2003 con epicentro a 5 kilómetros al sureste de San Antonio Tecómitl en la Alcaldía Milpa Alta.
Es poco probable que se produzcan sismos con magnitud mayor a 4 debido a que la intensidad se limita con el tamaño de la zona fracturada, no obstante, por la alta densidad poblacional y poca profundidad de los sismos, éstos pueden representar un riesgo para las y los habitantes de la Ciudad de México.
Aunque la magnitud de los sismos no es tan intensa en la capital mexicana, en algunos casos los movimientos telúricos son precedidos por un sonido similar de una explosión pero se trata del momento en que se fracturó la falla que provocó el sismo; por lo general, sismos de muy baja magnitud se sienten y escuchan únicamente en las áreas más próximas del epicentro e incluso no son percibidos en otras zonas dentro de la ciudad.
SEGUIR LEYENDO: