Antes de que se hiciera mundialmente famoso por sus fugas de prisiones de máxima seguridad, Joaquín “El Chapo” Guzmán disfrutó las mieles de la corrupción mexicana cuando estaba encerrado en el Penal de Puente Grande, Jalisco, a donde llegó en 1995 luego de ser trasladado desde la cárcel de “El Altiplano”.
“El Chapo” ya llevaba cinco años en Puente Grande cuando ofreció una “última cena” de navidad (en 2001 escaparía en un carro de lavandería) que duró tres días, según los informes consultados por la periodista de investigación Anabel Hernández en su libro Los señores del narco (Grijalbo, 2010).
Es muy probable que para esas fechas Guzmán Loera ya tuviera planeada su fuga de Puente Grande, pero antes de irse quiso disfrutar con su compadre Héctor “El Güero” Palma de una ostentosa cena navideña que se preparó con varias semanas de antelación para el 24 de diciembre.
Era el año 2000, y a pesar de la llegada de nuevos funcionaros bajo el mando del panista Vicente Fox, los capos del Cártel de Sinaloa mantenían un dominio abosluto del personal de vigilancia, custodios, administrativos, abogados y reos.
Es sabido que durante su tiempo en prisión corrompió a altos funcionarios, entre ellos a su futuro socio Dámaso López Nuñez, “El Licenciado”, y a los custodios encargados de su vigilancia. El capo sinaloense se daba la gran vida en la cárcel con libertad para contratar prostitutas, pedir comida de restaurantes y encargos especiales que iban desde lubricantes, viagra, bebidas alcohólicas y hasta dinero para sobornar a los guardias.
El abogado del “Chapo” en aquella época, Bonifacio Bustos Cárdenas, coordinó la cena del 24 de diciembre del 2000, mientras que Osvaldo Benjamín Gómez Contreras, amigo de César Guzmán Salazar, uno de los hijos del “Chapo”, fue designado para conseguir comida suficiente para 50 personas, entre ellas los familiares del Güero Palma y su compadre.
La cena empezó a las 22:00 horas. El menú incluía crema de langosta, filete mignon, papas al horno, camarones, ensalada de verduras, charolas con cuernitos recién horneados y al menos 500 litros de alcohol. Entre los invitados se encontraba el entonces director del penal, Leonardo Beltrán Santana.
De acuerdo con el periodista Jesús Lemus, la población común y corriente se conformaba para la cena de navidad con lomo de cerdo, pastel y coca cola, algo que incluso era visto como un lujo por la mayoría de los reos.
De la crema de langosta a la gallina de Cornualles
“El Chapo” se fugó de Puente Grande el 19 de enero del 2001, supuestamente escondido en un carrito de lavandería. Pasó más de una década prófugo hasta que en 2014 fue recapturado. Sin, embargo, al año siguiente protagonizaría la más espectacular de sus fugas a través de un túnel subterráneo de 1.5 kilómetros.
Finalmente fue reaprendido en enero de 2016 y extraditado a Estados Unidos un año más tarde, donde lo juzgaron en una corte de Nueva York y lo condenaron a cadena perpetua más 30 años.
Ahora está preso en una cárcel de máxima seguridad de Colorado, donde es prácticamente imposible que vuelva a pasar y donde en la última cena navideña tuvo un menú muy diferente al que disfrutó durante su época en Puente Grande.
De acuerdo con el portal TMZ, la prisión donde se encuentra Guzmán Loera, The United States Penitentiary, Florence Administrative Maximum Facility (USP Florence ADMAX), sirvió como menú navideño gallina de Cornualles y de postre tarta de mantequilla de maní.
La cárcel donde pasará el resto de sus días el fundador del Cártel de Sinaloa también contó con actividades navideñas como dibujo, pintura y un espectáculo de talentos musicales.
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