Fugas, motínes, ejecuciones y autogobierno: el negro historial del penal de Cieneguillas

Eran las 16:15 de la tarde del sábado 8 de octubre en el Centro Regional de Reinserción Social (Cerereso) Varonil de Cieneguillas, Zacatecas. Dos camionetas pick up chocaron contra uno de los muros del penal y lograron abrirle un boquete. Los internos estaban listos, esperando la llegada de sus cómplices.

En la operación participaron al menos 12 camionetas. A una de ellas los prófugos le prendieron fuego mientras varios helicópteros del ejército sobrevolaban los alrededores del penal, sin que pudieran localizar a los internos que se habían fugado. Solo se supo que habían conseguido huir hacia la zona de Calera.

Dos meses después, el pasado domingo 4 de diciembre, otro grupo de internos quiso revivir aquella operación. Sin embargo, no contemplaron que las autoridades penitenciarias habían abierto un foso de seguridad alrededor de la barda perimetral, para evitar que los hechos de octubre se repitiera. El camión cayó dentro de la zanja y la fuga se frustró, pero Zacatecas vivió horas difíciles.

En un radio de 60 kilómetros alrededor del penal se registraron bloqueos carreteros y quema de autos y camiones de carga a manos de sujetos fuertemente armados. En las carreteras que conectan Zacatecas con Durango, Saltillo, Aguascalientes y Guadalajara se registraron congestionamientos de hasta 6 horas de duración.

La Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar) llamó a los permisionarios del servicio federal de carga a que suspendieran cualquier actividad en Zacatecas.

Se habló de que el Cártel de Sinaloa tuvo su parte de responsabilidad, pues habrían planificado el motín desde el interior de la cárcel, además de que Zacatecas es disputado por los dos capos más poderosos de México: Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, e Ismael “El Mayo” Zambada García.

Previamente, a través del Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, se denunciaron las deficientes condiciones materiales y de higiene que viven los internos del penal de Cieneguillas. Autogobierno, corrupción, extorsiones, sobornos y falta de material de seguridad fueron algunas de las carencias que se mencionaron.

También se denunció que solo habían 33 custodios por turno, es decir, ni la mitad de los necesarios para atender una población de casi mil 300 personas. En 2009 el penal de Cieneguillas atrajo los reflectores nacionales cuando una madrugada de mayo 20 individuos que portaban uniformes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) sacaron por la puerta principal a un líder Zeta apodado “El Ostión”, así como a 52 integrantes de ese grupo criminal.

La operación de “rescate” duró solo cinco minutos. Los reos rescatados fueron llevados a San Luis Potosí, donde se les asignaron tareas como halcones, distribuidores y sicarios. Diez de ellos perdieron la vida en enfrentamientos. Otros 20 fueron recapturados. De 23 no volvió a saberse más.

Diez años después, en diciembre de 2019, Cieneguillas nuevamente dio de qué hablar. La noche de año nuevo sicarios del Cártel del Golfo hicieron un ajuste de cuentas que dejó 16 muertos y 5 heridos. En una revisión realizada el día anterior, se habían decomisado drogas, teléfonos y “puntas”. Nadie vio las armas cortas que los internos, ligados a los cárteles del Golfo y Sinaloa, emplearían 24 horas más tarde para aniquilarse.

En mayo de 2020, 12 internos de alta peligrosidad, miembros del Cártel del Noreste, escaparon por un túnel de 50 metros de largo. La fuga ocurrió a las dos de la tarde: un vehículo los esperó a espaldas de la prisión y los 12 reos pudieron huir con tranquilidad.

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