La historia de México es muy compleja, llena de episodios muy gloriosos, pero también de otros muy oscuros. Y es que a lo largo de ella, se han registrado algunas invasiones al país. La primera de ellas se dio en 1519, cuando los españoles llegaron comandados por Hernán Cortés.
Dos años después, en 1521, se culminaría con la Conquista de México, cuando Cortés y sus hombres lograron capturar a Cuauhtémoc, el último emperador mexica. Esta dominación española duraría 300 años, hasta 1821, cuando terminó la Guerra de Independencia, iniciada en 1810 por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
Posteriormente, el país sería invadido por los franceses, en la llamada Guerra de los Pasteles. Luego de esto, México sufriría otra invasión por parte de Estados Unidos, que desembocó en una guerra que duró dos años, de 1846 a 1848. En esta guerra, México perdería más de la mitad de su territorio.
En 1860, luego de que el país terminara devastado por la Guerra de Reforma, Benito Juárez, presidente en turno, decidió cancelar el pago de la deuda externa del país, en lo que México se recuperaba financieramente. Esta idea no le agradó a algunas naciones europeas, como Francia, Inglaterra y España, quienes decidieron enviar tropas al puerto de Veracruz para amenazar a Juárez, y enviar el mensaje de que si no pagaba, atacarían.
Al verse en peligro, Juárez decidió llegar a un acuerdo con España e Inglaterra, y continuar con el pago de la deuda que tenía con ellos. Francia, por su parte, se negó a negociar y llegar a un acuerdo, y decidió invadir nuevamente a México.
Tras esto, se envió a una persona para que gobernara al país en nombre de Francia, que era gobernada por Napoleón III: Maximiliano de Habsburgo. Sin embargo, esto no terminaría nada bien para el archiduque austriaco, que en un principio tuvo dudas para aceptar el trono del Segundo Imperio de México (el primero se había llevado a cabo justo después de que concluyó la Independencia, y fue Agustín de Iturbide quien gobernó durante este breve periodo).
Este Imperio duraría unos cuantos años, de 1864 a 1867. Se dice que Maximiliano quedó maravillado con los hermosos paisajes que había en México, aunque también sorprendido por los pocos kilómetros de ferrocarril que había en todo el territorio y las pocas carreteras.
Maximiliano llegó a México acompañado de su esposa Carlota de Bélgica, con quien se habría matrimoniado en 1857, cuando él tenía 25 años y ella 17, el 28 de mayo de 1864. El primer lugar que pisaron del territorio mexicano fue Veracruz.
Luego de esto, se dirigieron a la capital mexicana, en donde se establecerían, en un primer momento, en el Palacio Nacional. Se cuenta que la primer noche que el emperador Maximiliano estuvo en el edificio histórico no la pasó nada bien, pues su cama estaba infestada de chinches, por lo que tuvo que dormir en una mesa de billar. Posteriormente conocería el Castillo de Chapultepec, con el que quedó maravillado, por lo que lo escogió como su residencia.
El Imperio de Maximiliano duraría apenas tres años, pues en 1867 Napoleón III decidió retirar las tropas francesas de México, por presiones de los Estados Unidos, quienes apoyaron a Juárez en todo momento. Maximiliano de Habsburgo pensó en abdicar y huir a Europa, pero fue detenido por su familia, quien dijo que en caso de hacerlo, mancharía el apellido Habsburgo.
Finalmente, Maximilano fue capturado en Querétaro, llevado a juicio y fue sentenciado a fusilamiento. El 19 de junio de 1867 por la mañana, el emperador fue fusilado junto a sus dos generales conservadores, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Se dice que antes de que le dispararan, exclamó las siguientes palabras: “moriré por una causa justa, la libertad y la independencia de México; que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria ¡Viva México!.
Antes de morir, también pidió a los tiradores que le dispararan al corazón, no al rostro, pues quería que su cuerpo fuera reconocido por su madre.
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