El 30 de agosto de 2010 la detención de un narcotraficante consternó a los medios de comunicación. La persona que tenían enfrente era un hombre corpulento con una playera polo que apareció frente a las cámaras con una sonrisa socarrona y cínica.
La captura de Édgar Valdez Villarreal, la “Barbie”, fue presentada como un gran logro de la administración del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, pero la actitud del capo contrastó notablemente con aquella “victoria” del gobierno federal en plena “Guerra contra el Narco”.
Después se supo que “La Barbie”, desde un par de años antes de su detención, ya había empezado a colaborar con la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) y con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) a través de una tercera persona.
El criminal tenía información sensible que involucraba no solo a altos capos de la droga, sino incluso funcionarios de primer nivel como Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública Federal, y, según él, hasta al propio presidente Felipe Calderón.
Para muchos analistas es factible que el narco haya llegado a una especie de acuerdo previo a su detención, luego de sopesar la situación en la que se encontraba y concluir que la cooperación con las autoridades estadounidenses era la mejor opción para evitar morir a manos de sus rivales o ser recluido en una cárcel mexicana.
Aunque el secretario de Relaciones Exteriores de México (SRE), Marcelo Ebrard Casaubón, informó que la embajada de Estados Unidos le confirmó que el narcotraficante sí se encuentra bajo custodia, luego de que éste dejara de aparecer en el registro del Buró Federal de Prisiones de Estados Unidos (BOP, en inglés), es muy probable que haya sido enviado a Nueva York para ayudar a los fiscales en la preparación del caso contra García Luna.
Sin embargo, “La Barbie” no ha sido el único líder narco que se mostró risueño frente a las cámaras el día de su detención.
“El Molca”
Otro caso similar que consternó a las autoridades fue el de Ramiro Pozoz González, apodado “El Molca”, detenido el 11 de septiembre de 2012 en el municipio de Metepec, Estado de México. Su amplia sonrisa, pese a encontrarse esposado y custodiado por dos elementos de la Policía Federal, desubicó a los medios de comunicación que fueron a cubrir su captura.
El capo todavía tuvo la desfachatez de lanzar unas palabras a sus captores que resultaron inentendibles para las cámaras y finalmente mostró sus dientes. Después se acomodó las esposas y levantó los pulgares como si hiciera una señal de saludo. Aquella imagen de “El Molca”, sonriente y tranquilo, inundió la televisión y la prensa mexicana.
“El Molca” se convirtió en uno de los hombres de confianza de Nazario Moreno, alias “El Chayo”, líder de los Caballeros Templarios, un cártel que asesinaba y torturaba por “justicia divina”. También fue parte de Los Valencia, una organización delictiva que trasladó toneladas de cocaína de Jalisco a Estados Unidos; también tuvo conexiones con los cárteles de Sinaloa y el Golfo.
En 2010 fundó “La Resistencia”, una célula delictiva que nació tras la ruptura del Cártel del Milenio. Ese mismo año, tras la muerte de Ignacio Coronel, uno de los lugartenientes de “El Chapo”, la organización se fragmentó en dos facciones, una de ellas “La Resistencia”, y la otra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”.
Lo siguiente fue una disputa entre el cártel de las cuatro letras y “La Resistencia” por el control del tráfico de enervantes a través de una ruta del Pacífico. Fue ntre los años 2010 y 2012 cuando el CJNG logró derrotar a “La Resistencia” iniciar su ascenso vertiginoso en el mundo del narcotráfico.
En 2021 “El Molca” fue sentenciado a pasar 28 años tras las rejas.
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