Desde hace 16 años dejé de creer en Andrés Manuel López Obrador. En el 2006, después de participar en su campaña, de recorrer algunos municipios para el recuento de votos y volver a llenar las calles para celebrar la convención nacional democrática el 16 de septiembre de ese año, dejé de seguirlo.
El Andrés de entonces no es muy diferente al que conocemos ahora. La ciudad la gobernó con la misma terquedad y sin contrapesos, pero aquella era una época en la que en la ciudad y en el país se respiraba un cambio. Vivíamos el sueño democrático de la transición y la izquierda gobernaba la capital del país con un proyecto que prometía desterrar las prácticas rancias del PRI.
Desde 1997, el Distrito Federal se convirtió en la capital de la oposición del país. Por primera vez los defeños teníamos una voz propia y firme contra el gobierno federal que exigía mejores condiciones para sus habitantes, se inició lo que hasta hoy es la política social y Andrés Manuel impulsó con mayor fuerza esta agenda.
Pero su paso por la ciudad tuvo también profundas contradicciones como los escándalos de corrupción, la oposición a crear el instituto de transparencia local, la negativa de impulsar una agenda progresista como el matrimonio libre o la interrupción legal del embarazo, así como la imposición en la construcción del segundo piso, entre otras omisiones.
Pese a todas estas alertas, el proyecto alternativo de nación que encabezaba para el 2006 era el mejor frente a un PRI que se resistía a morir y el fracaso que había representado la alternancia con el PAN.
Actualmente, no puedo sostener la teoría del fraude electoral porque creo que esa elección la perdió solo. Andrés Manuel salió a la campaña tal cual siempre ha sido, autoritario, intolerante, resentido y con sus arengas como el “cállate chachalaca” y “al diablo las instituciones” fue perdiendo los votos que marcarían la diferencia para su derrota.
Pero aun así peleamos en las casillas cada voto, en lo particular me tocó recorrer Oaxaca un par de semanas en los conteos y creíamos firmemente ser parte de un proyecto de país y peleábamos por él. Para levantar el plantón de Paseo de la Reforma, Andres Manuel convocó a una gran concentración, la Convención Nacional Democrática. Y esa fue la última vez que lo seguí porque entendí que todo se había tratado, tan solo, de llevarlo al poder, sólo a él y todo para él.
Ese día, ante un Zócalo lleno, preguntó si queríamos que fuera el Presidente Legítimo y una multitud alzó la mano y así se ungió el Andrés que hasta el día de hoy sólo ha perseguido el poder absoluto.
Tantas batallas, tantos ideales, tanta esperanza para terminar depositadas en la ambición de un solo hombre por el poder. Jamás pensó en construir un movimiento, solo quería seguidores que lo aclamaran y obedecieran tanto como lo sigue queriendo hoy.
Por eso la versión de hoy de Andrés Manuel es en esencia la misma que desde entonces, solo que con más rencor, más intolerancia y aún más deseos de venganza.
Su terquedad y resentimiento ha llevado al país a una enorme polarización y nos mantiene en una grave crisis.
Por eso la concentración de este domingo preocupa, porque representa todo lo contrario a lo que pensamos y por lo que luchábamos en aquel 2006.
Preocupa porque es una muestra absurda de poder y una amenaza de que están dispuestos a hacer lo que sea necesario, invertir los recursos que requieran y violar la ley tantas veces como lo necesiten para conservar el poder.
Por eso, como desde hace casi dos décadas yo sigo luchando por recuperar nuestro futuro, por hacerlo en colectivo, por construir una mejor ciudad y por consolidar una verdadera democracia donde el poder sea para poder.
Hoy tengo la oportunidad de hacerlo desde Movimiento Ciudadano, junto a un gran equipo, con congruencia y con libertad, pero sobre todo con esperanza de poder generar un país con condiciones de igualdad, de derechos para todas y todos los que habitamos en él. Una nación que nos enorgullezca y en la que el poder no se utilice para ser alabado y obedecido, sino para servir a las y los ciudadanos.
Royfid Torres González (@royfid)es legislador por Movimiento Ciudadano en el Congreso de la Ciudad de México.
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