Entre música clásica, aplausos y emotivas palabras fue que se llevó a cabo el homenaje póstumo a Federico Silva, escultor e investigador mexicano que falleció a los 99 años el pasado 30 de noviembre.
El recinto que lo despidió fue el mismo que lo acercó al arte hace más de ocho décadas: el Palacio de Bellas Artes.
Fue ahí que, luego de realizar estudios de Medicina, Veterinaria, Derecho y Antropología, colaboró con David Alfaro Siqueiros en el mural Nueva Democracia.
Durante la ceremonia de cuerpo presente, encabezada por su esposa María Esther González y su hijo Federico Silva Lombardo, las y los asistentes recordaron y agradecieron los importantes aportes artísticos del escultor, quien se convirtió en una de las figuras nacionales más importantes del siglo XX en este ámbito.
“Hoy es un acto poético, estamos ante la enorme dualidad que es la vida y la muerte, gracias maestro Federico Silva, no hay palabras para enaltecer su obra”, comentó durante su discurso Alejandra Frausto, titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
En este sentido, Lucina Jiménez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), extendió sus condolencias a la familia del artista. “Nuestro corazón contigo y nuestro agradecimiento pleno en nombre del Instituto”, fueron sus palabras hacia María Esther González.
“Federico Silva hizo su obra artística con esa manera de escudriñar y de no conformarse con lo que había hecho un día antes; ese espíritu de rebeldía se refería a la inconformidad permanente de un creador que tenía la capacidad de experimentarlo todo”, agregó la directora del INBAL.
Conviene recordar que el Palacio de Bellas Artes, tan solo unos días antes del fallecimiento de Federico Silva, había anunciado la inauguración de una exposición en honor a su obra, que lleva por título Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía. Se tenía contemplado que él mismo acudiera a la presentación.
En esta exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 19 de marzo de 2023, se exhibe parte del invaluable legado artístico de Silva, incluidas las últimas esculturas que realizó.
Un artista de múltiples disciplinas
Silva nació a mediados de septiembre de 1923 en la Ciudad de México y fue un artista autodidacta que se desempeñó en las técnicas de encáustica, frescos y temple, de acuerdo con la biografía publicada por el museo que lleva su nombre. Además, es recordado en gran medida por sus esculturas en piedra y metal.
En un principio se inclinó por las artes pictóricas y logró acercarse a varios de los exponentes más grandes del siglo pasado, tales como Diego Rivera, el grabador Leopoldo Méndez, el pintor Pablo O`Higgins y el escritor José Revueltas, quienes terminarían influyendo en sus inclinaciones artísticas.
Sin embargo, luego de un viaje a Europa y una exposición en la Universidad Obrera, comenzó a interesarse en el arte cinético y la escultura con materiales como madera, aluminio, acero, cemento, fierro y piedra.
Entre sus obras destacan los Hombres rupestres de 1985 en San Luis Potosí; la escultura Guerra florida, hecha en 1996 y que está colocada en el Centro de Enseñanza de Idiomas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
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