Labores de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana revelaron que el cártel de la Unión Tepito, con sede en la Ciudad de México, exporta sicarios a otros estados de la república para “trabajos específicos”.
Dicho descubrimiento se produjo a raíz del desmantelamiento de una célula de la Unión Tepito que operaba principalmente en las alcaldías Venustiano Carranza y Cuauhtémoc de la Ciudad de México, centrándose fundamentalmente en la extorsión a comerciantes y el tráfico de enervantes.
El líder del grupo, conformado por ocho individuos, fue un sujeto identificado como “El Gori”. Uno de ellos, detectó la policía, mantenía comunicación con un hombre de nacionalidad colombiana radicado en Quintana Roo.
Las autoridades descubrieron que aquel colombiano le solicitaba a la célula de “El Gori” el envío de sicarios a cambio de un pago de cinco mil pesos semanales. Él se encargaba de cubrir los gastos de traslado y alojamiento, así como un “bono extra” por cada homicidio perpetrado.
La idea era que después de perpetrar los crímenes por encargo los sicarios volvieran a la capital del país a proseguir sus actividades.
Las investigaciones militares también han arrojado que en Quinatana Roo, donde parece tener negocios La Unión Tepito, operan el Cártel del Pacífico, el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Pelonres (remanente del Cártel de los Beltrán Leyva).
Las operaciones de la Unión Tepito están vinculadas principalmente con el Cártel de Sinaloa, las cuales se han centrado concretamente en los municipios de Benito Juárez y Solidaridad.
Uno de los casos más recientes en los que posiblemente estuvieron involucrados sicarios de la Unión Tepito fue el hallazgo hace tres meses de los cuerpos putrefactos de varios hombres que habían sido baleados. En el lugar había casquillos de .380 y 9 mm.
Las investigaciones, realizadas a través de algunas cámaras de seguridad, llevaron a la detención de un exmilitar de la IX Región. La fiscalía le halló mensajes de texto en los que había ordenado “que trajeran gente de la CDMX”.
Aunque, de acuerdo con el periodista Héctor de Mauelón, los rastros del cártel capitalino se pueden rastrear en Quintana Roo desde hace al menos una década, cuando un sujeto apodado “El Quemado”, que oepraba la ruta de Cancún para Édgar Valdéz Villarreal, alias “La Barbie”, traficó en Quintana Roo cargamentos de drogas provenientes de Panamá y Belice.
La raíz colombiana de los sicarios
La figura contemporánea de los sicarios a boroo de motocicletas se remonta a los años ochenta en Colombia, durante la época del capo Pablo Escobar y el Cártel de Medellín.
Bajo las órdenes de Escobar, motosicarios asesinaron al ministro de justicia colombiano Rodrigo Lara Bonilla, desatando una guerra entre el cártel y el Estado. A partir de ahí, dicha táctica de asesinato se reprodujo como un cáncer en el resto de América Latina.
El uso de motocicletas como herramientas para asesinar a sueldo se replicó en varios países de la región como Honduras, Guatemala, Argentina, Brasil y México.
Como medida para combatir este delito, países como Colombia y Honduras llegaron a prohibir que dos personas pudieran viajar en una misma motocicleta.
La figura del sicario, sin embargo, no es un fenómeno reciente en Colombia, ni en ninguna otra parte del mundo.
El término proviene del latín sicarius (asesino pagado) y sus orígenes se remontan a la Antigua Roma, en la época de Julio César, aunque después reapareció en el Renacimiento, vinculado a los crímenes de los Borgia.
Se trató de “una secta religiosa muy bien organizada, formada por hombres de las clases bajas y activa durante la rebelión de los zelotes en Palestina (66-73 d. de C.) Este movimiento se caracterizó por ejecutar acciones contra sus enemigos a plena luz del día”, explica el profesor Thomas W. Laqueur en su libro Terrorismo, editado por Espasa-Calpe.
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