La semana pasada, el jueves 24 de noviembre, fue asesinado el coordinador de la Guardia Nacional en Zacatecas, José Silvestre Urzúa Padilla, durante un enfrentamiento con la delincuencia organizada, sin embargo, aún subsisten dudas importantes sobre lo acontecido aquel día.
La versión oficial, dada a conocer por la propia fiscalía de Zacatecas, refirió que las fuerzas federales y estatales realizaron un operativo a las seis de la mañana para cumplimentar tres órdenes de aprehensión conta elementos de la policía municipal.
Sin embargo, seis horas después de iniciado el operativo, en la localidad de Jaltomate, ubicada a 40 minutos de la cabecera municipal, se registró una emboscada contra elementos federales que resultó en la muerte del general Urzúa y de dos presuntos agresores, así como la detención de tres personas.
Según la versión de la fiscalía, Urzúa Padilla no fue abatido en el primer momento de la agresión, sino durante la persecución de uno de los sicarios. Al parecer, el general, junto con otros elementos de la Guardia Nacional, empezaron a perseguir a un hombre armado que se pertrechó en un árbol.
Habría sido desde ese punto donde el presunto agresor mató al general e hirió a cuatro guardias nacionales que lo acompañaban, para luego morir de un granadazo.
El especialista en seguridad, Alejandro Hope, en su última columna para El Universal, abrió varias interrogantes sobre el hecho. La primera fue por qué el coordinador estatal de la GN participaba directamente en un operativo relativamente menor en un municipio de algo más de 6000 habitantes.
“¿Por qué era indispensable su presencia en la ejecución de tres órdenes de aprehensión? ¿Por qué un general brigadier, ya rondando los 60 años y con cuatro décadas en el Ejército, se lanzó personalmente a perseguir a un hombre armado por una brecha en un municipio rural de Zacatecas? ¿Quién era esa persona?”, cuestionó el analista.
“Intuitivamente, lo ocurrido parece ser una señal de desesperación en el mando de la GN y el Ejército. Al menos en el caso de Zacatecas: si un coordinador estatal siente que no puede delegar un operativo como el de Pinos y tiene que involucrarse directamente en la persecución física de un pistolero, tal vez el problema sea más grave de lo que imaginamos”, apuntó Hope.
Urzúa Padilla tenía exactamente un año, llegó el 24 de noviembre de 2021, de haber asumido la coordinación de la Guardia Nacional en el estado, al que arribó como parte del Plan Zacatecas II, una iniciativa de las fuerzas armadas para combatir la violencia generada en el estado a través del despliegue de más de mil 900 militares y más de mil 600 guardias nacionales.
Urzúa Padilla tenía a su cargo aproximadamente mil 995 efectivos de la Guardia Nacional para cubrir zonas de riesgo en Zacatecas.
Previamente había sido jefe del Estado Mayor en Tapachula, Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, pero después de estar 10 meses en el cargo, y debido a la violencia agudizada en el norte del país, él y otros miembros de la Mesa Estatal de Construcción de Paz, un organismo para combatir la inseguridad en la entidad, recibieron órdenes del gobernador Monreal para que sumaran esfuerzos en el combate de la violencia.
En octubre de 2021 José Silvestre Urzúa presentó una campaña que tenía como fin recuperar el Puerto de Acapulco. Él buscaba el apoyo de la sociedad para denunciar a miembros del crimen organizado. El slogan de la iniciativa era “Juntos cuidaremos a nuestro Acapulco”.
En enero de 2020, derivado de la rotación de personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), fue designado Jefe de Estado Mayor de la 36va Zona Militar con sede en Tapachula, Chiapas. El año previo había sido ascendido como general brigadier por la Sedena.
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