El “a qué hora vas por el pan” parece una frase tan anticuada que solo usaban nuestros papás, tíos o abuelos para hacer un primer vínculo con aquella persona que les atraía y que con el tiempo llegaban a formalizaban una relación.
Verse a escondidas, lanzar unos ojos “pispiretos” y uno que otro piropo eran parte de los rituales con el que surgieron muchas parejas años atrás.
Ahora en la actualidad citarse a escondidas en el pan o recibir un piropo suelen ser comportamientos obsoletos e incluso actitudes “cancelables” entre las generaciones más jóvenes pues los tiempos modernos junto con el acceso a apps de citas abrieron nuevos espacios para ligar y así entablar relaciones amorosas.
Ligar es un comportamiento que todos los seres humanos han realizado al menos una vez en su vida y para quien diga que nunca lo ha hecho, tal vez se ha encontrado del otro lado, alguien intentó ligarlo y no se percató.
La normalidad con la que las personas buscan entablar relaciones se volvió tan común que ni una pandemia pudo extinguir; los chismógrafos, cartas hechas de caligrafía, serenatas y pedidas de mano públicas son solo métodos que han evolucionado, más no extinguido entre los ligues.
Para explicar los motivos del ¿por qué ligamos como ligamos? y ¿qué tanto han cambiado la manera de hacerlo? Infobae México entrevistó a Angélica Vera, psicóloga egresada de la UNAM, docente en la licenciatura de psicología del IPN con maestría en estudios de la mujer en la UAM Xochimilco; además se realizó una encuesta a 28 jóvenes entre los 18 a 34 años para conocer las maneras de ligar.
¿Qué es ligar?
Al intentar definir qué es ligar, lo primero que podría saltar a la vista es “cuando alguien intenta algo con alguien”; sin embargo, para la profesora del politécnico, ligar se puede definir como:
“Es un encuentro que tiene un periodo de duración el mismo tiempo en el que coinciden, en algunos casos, y en otros casos puede durar un poco más”.
Así que al ser un encuentro indeterminado que se puede dar en un contexto académico, laboral o en cualquier tipo de reunión con amigos, siempre pasará. La única forma de que deje de ocurrir —o es menos frecuente— es cuando ya se tiene una relación establecida y duradera.
“Ligar es una manera de vincularse, entonces va a suceder todo el tiempo”, agregó la psicóloga Vera.
De las 28 personas que respondieron la encuesta, 89.3% aseguraron que han ligado a alguien que les atrae y solo 10.7% no lo han hecho; también 85.7% confirmaron que en algún momento de su vida los han ligado, en contraste 14.3% negaron haber vivido la experiencia, así que en balance la gran mayoría se ha visto envuelto en una situación de ligue.
De acuerdo con los intereses personales de cada chica o chico influirá en la durabilidad o intención de un ligue. Un contexto académico o el consumo de alcohol en una fiesta favorecerá ciertos factores de “animarse” a hablar con alguien y de que se den más frecuentes este tipo de actos, según la especialista, pero en cuanto a los métodos, no suele haber mucha diferencia en comparación a cómo lo hacían las personas que ahora tienen más de 50 años.
¿Cómo han cambiado las maneras de ligar?
Angélica Vera aseguró que las formas de ligar en realidad no cambian pues hay rasgos que aún se conservan de generaciones pasadas. Expresó que únicamente cambia la metodología, las herramientas, más no las formas pues una joven puede ligar de la misma forma que lo hacía su mamá, pese a que las nuevas generaciones tienen plataformas digitales que darían la impresión de abrir más opciones para escoger.
Según explicó la psicóloga de la UNAM, las normas de comportamiento no han cambiado y que en las relaciones afectivas se siguen dividiendo en dos roles, la varonil y la femenina. Pese a las constantes críticas al sistema patriarcal, en la cuestión amorosa siguen presentes los papeles estereotipados de un hombre y una mujer.
“Hay una cuestión que no se consideran que están muy asociadas con los usos y las costumbres y los estereotipos de género muy antiguos que pensamos que vamos superando, pero que en lo cierto, en lo real no vamos superando”
Es por ello que la profesora del IPN comentó que “nuestras formas de ligar no han cambiado” y se replican las conductas de los abuelos, porque agregó que si un joven es ligado por una mujer, difícilmente la rechazará pues a él no le corresponde el “darse a cotizar”.
“Si tu hablas con jóvenes de este país y te enteras de cómo ligan, ligan igual que mi abuelita; a lo mejor no en los mismos lugares sino bajo el mismo método pero siguen siendo principalmente los varones quienes inician un encuentro con una chica. Los mismos chicos dicen que no es tan chido que una chica te hable porque te pone en una condición donde muy difícilmente un chavo te dirá que no está interesado en ti, porque sabe perfectamente que se vería muy mal negarla o que ‘se cotizara’ con una chica”, sentenció.
En la encuesta realizada por Infobae, cuando se les preguntó ¿cuál es su ritual para ligar? la gran mayoría confesó que recurren a pláticas espontáneas, llamar la atención o visitar lugares de su interés para conocer personas nuevas, pero sobresalió que algunos confesaron aplicar la del “coqueteo”, “enseñar atributos” y hasta el “romper el hielo”, mismos comportamientos que en los tiempos de la digitalización parecerían caducados.
Por ejemplo, Isabel de 22 años compartió: “Los hago reír, me agacho frente a ellos enseñando mis atributos”. Lindsay de 24 años comentó que para ligar necesita “primero sentir seguridad de que él me va a responder, hacer conversación y dependiendo de sus respuestas ir ‘coqueteando’”.
Y Josh de 33 años expuso: “Rompo el hielo con algún chiste ligero y ya, seguimos hablando y me voy como gordo en tobogán”.
Pero sin duda la estrategia de stalkear en redes sociales fue a la que la mayoría recurre al momento de ligar pues es ahí donde encontrarán la mayor información personal y gustos del o la sujeta en cuestión, según narró Anel pues ya que compartió que “se puede saber mucho del gusto de otra persona en sus perfiles y puede ser como una guía para sacar temas de conversación y conocerse a profundidad”.
El segundo paso es intercambiar perfiles de Twitter, Instagram, Facebook, etc. para seguirse e interactuar en ese espacio digital.
A los nacidos en los años 70 y 80 les tocó esa transición digital a la que tuvieron que adaptarse. Entonces el ligue se mudó y podía ser a través del ICQ, el Messenger y hasta quemando discos con canciones de amor dedicadas pues las “mermeladas” al estilo de Amar te duele ya eran obsoletas.
Sin embargo, las formas personales de interacción no perdieron su importancia: cómo olvidar las famosas “subastas de besos”, que a la distancia parecían actos de un tipo de “circo romano”, nada más que en lugar de sangre y violencia había mucha euforia y ardor.
El mecanismo era simple: alguien se subía a un estrado en la escuela en espera de que alguien del público pagara cierta cantidad por darle un beso en la boca, las ofertas podían ir en aumento, aunque casi siempre las subastas quedaban convertidas en un carnaval donde, o bien no se hacían muchas ofertas, o los amigos hacían bromas pesadas pagando para que alguien más diera el beso.
Para algunas y algunos eran el momento ideal de acercarse a la persona que les gustaba, pero el hecho de darse un beso apasionado frente a decenas de personas no implicaba que aquello diera paso al romance.
Ahora ya no se ve aquella escena caótica de gritos y hormonas en un espacio físico, tal acto se pasó al entorno digital —principalmente en el ámbito escolar— pues con las corrientes denominadas “Tinder más el nombre de la escuela” como Tinder Ingeniería UNAM, Tinder Polakas, Tinder IPN Oficial, entre otras más son algunos ejemplos de que la subasta continúa, pero no de la manera que lo recordaban generaciones pasadas.
“Hoy les vengo a presentar a esta hermosa morra: 20 años, Leo (pero su luna está en virgo), 1.53 metros de pura diversión”, “que pe***, esa belleza es irreal ¿puedo agregarte? Es que neta estás preciosa, muy fan de ti”, “weeey mi nuevo crush”, “no amigues, la primera en comentar se lo lleva. ¡Ya no comenten!”, “en esa cola sí me formo” y “¿busca chavo o chava?”, son solo algunos comentarios que surgen en esta nueva modalidad de “subasta amorosa”.
Hasta en dinámicas como “la chica favorita de …” replicaron el mismo mecanismo de evaluar los mejores atributos físicos y estéticos de alguien para así coronar a la mejor chica de UPIICSA —por poner un ejemplo— y poner a competir a las estudiantes por el título de “ser la mejor”.
Todas estas expresiones en donde alguien se promociona y explica el porqué es el mejor “partido” para una relación o ligue, Angélica Vera agregó que ahora las personas ya no esperan una carta hecha a mano y perfumada con la fragancia de la mamá, sino están a la expectativa de recibir un like, un WhatsApp, miles de me encorazona y demás expresiones digitales, aunque estas no signifiquen necesariamente un mensaje directo de “me gustas, quiero algo contigo”.
Tal como lo narró Roberto:
“Empezamos reaccionando a nuestras publicaciones en Twitter e Instagram, después nos comentábamos algunos posts y con el tiempo empezamos a intercambiar mensajes”.
Y es que las promociones de los amigos, ya sea en una subasta de besos o en el Tinder de la escuela, recaen en el mito del amor romántico, el cual criticó la maestra de la UAM.
“Es bien del mito del amor romántico dichas características, la cuestión del horóscopo ¿de verdad alguien piensa que saber el horóscopo de alguien significa algo? te da un tip ¿para qué?”
En 2019 la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (CONAVIM) publicó un artículo en donde explicó que el amor romántico es la idealización de una relación o la creación de “un falso amor”, en donde destacó la imagen de “la media naranja”.
Así que, dentro de la dinámica de un ligue, pensar que su signo o sus intereses personales harán de él o ella la mejor pareja, es parte del nuevo amor romántico pues la expectativa aumenta y con ello la posible desilusión.
Aunque tal panorama parece desalentador, hay excepciones en los ligues, como Laura de 24 años que narró: “Solamente me ligué a mi novio, de ahí si alguien me llegó a gustar, la verdad no es que hubiera hecho algo al respecto, igualmente si alguien me llega a gustar ahora no haría nada por acercarme”.
Pero mientras eso ocurre, que el espectáculo de los ligues continúe…
¿Por qué seguimos replicando modelos varoniles y femeninos al momento de ligar?
Sin duda, la parte cultural es determinante para explicar este factor ya que desde el surgimiento del “cortejo a una pareja” se han replicados modelos bajo los roles varoniles y femeniles, los cuales han perdurado por generaciones y que difícilmente se han extinguido, perduran en cierta proporción.
En relaciones heterosexuales se “normalizó” que un hombre invita a la mujer a salir o sea el quien determine la dinámica del ligue; sin embargo, recientemente las chicas también se han dado a la tarea de romper la dinámica y ya invitan la salida al cine o son ellas quienes llegan con el cartel de “¿quieres ser mi novio?”.
Tal como lo confirmó Karina al decir que “por lo general les hago la plática constantemente para darme cuenta si mantiene el interés en la conversación o solo me responde. Si es la segunda opción, me alejo; pero si es la primera, decido seguirlo conociendo y se suele llegar a la pregunta base: ‘¿Qué queremos?’”
Pero en cuanto a la comunidad LGBT+ ¿qué pasa? ¿se cumplen los roles?
De acuerdo con la psicóloga egresada de la UNAM, en la cultura se le asignó la etiqueta de “varonil” o “femenil” a ciertos comportamientos efectuados al momento de entablar una relación. El individuo con más personalidad, autoestima y determinación para ligar podría ser considerado como “varonil”, pero esto no significa que sea exclusivo de ellos.
“Los rasgos que se consideran masculinos no son propios ni exclusivos de los hombres”, expuso.
Angélica Vera apuntó que desde la psicología, el estudio de dichos comportamiento se llaman individualizados y relacionales en donde la autoestima, personalidad y la manera en la aprendieron a relacionarse serán determinantes para entablar ligues.
En los rasgos individualizados se pueden considerar factores como la decisión de hablarle a la otra persona, ser la encargada de “llamar la atención”, en los ejemplos vistos esta persona se subiría a la subasta de besos sin dudarlo pues su guía es el “yo” ante los otros.
Mientras que en los relacionales se encarga de cumplir el otro papel del ligue, será quien reciba la carta de amor, el que no sepa qué hacer cuando alguien le pida su número u optaría por stalkear en redes pues su experiencia pasada le indicará cómo reaccionar ante un ligue, así que se manejará con cautela.
“En la literatura en psicología no se considera masculinos ni femeninos, se considera individualizados y relacionales. Individualizados son los que en la cultura dicen que son más de hombre y los relacionales son los que en la cultura dicen que son más de mujeres”, precisó la profesora.
Por ello, dentro de los ligues en la comunidad LGBT+ quien tenga más rasgos individualizados emprenderá la misión de hacer el primer acercamiento sin importar su género, lo mismo ocurre en relaciones heterosexuales; habrá alguien con la iniciativa de ligar y la otra persona responderá.
“Siempre quien tenga los rasgos más individualizados será quien dé los primeros pasos, siempre”
Pero ligar implicaría estar “dispuesto a apostarlo todo”, pero la especialista señaló que nadie sabe ligar —sin importar los métodos para hacerlo— ya que las personas no suelen aceptar el “no” y es aquí cuando surgen otro tipo de problemas como el acoso, ghostear, o las desilusiones amorosas.
“No sabemos ligar de ninguna manera, no importa si es en físico, en internet, en Tinder, en Facebook, etc., primero porque no estamos preparados para el ‘no’ y saber ligar es como ir a Las Vegas: es saber que yo necesito llevar cierto capital y que puedo regresar sin él; solo el que o la que está dispuesta ir a Las Vegas y regresar sin un quinto, es el que sabría ligar en el sentido estricto porque saber ligar tiene que implicar que la sujeto o la sujeta me puede mandar a la ching****a”, concluyó Angélica Vera.
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