El 27 de abril de 1972, un hombre de nariz pronunciada, cabello oscuro y cejas pobladas salió de un domicilio en la Ciudad de México acompañado de una mujer.
En un momento de su caminata por las calles de la colonia Polanco se dio cuenta que otro hombre lo seguía de cerca, por lo que no dudó en sacar la pistola que llevaba, apuntar la mira hacia su perseguidor y jalar el gatillo.
El otro hombre, sin embargo, tuvo mejor puntería. El acompañante de la mujer terminó abatido por las balas en medio de una calle de la exclusiva colonia ubicada al norponiente de la capital mexicana.
La víctima era Lucien Sarti, un mafioso corso que estuvo vinculado con la muerte de John F. Kennedy. El otro, su victimario, era Florentino Ventura Gutiérrez, un comandante de la controvertida Dirección Federal de Seguridad (DFS) con fama de implacable, y que años después asesinaría a su mujer y se suicidaría frente al centro comercial Perisur.
De acuerdo con el testimonio de Roberto Vizcaíno, un reportero que presenció los hechos, Sarti todavía estaba vivo después de que le dispararon, pero los agentes del orden supuestamente “lo dejaron morir” sin que nadie se acercara ayudarlo. Según la versión de Vizcaíno, “Sarti pedía ayuda en español, pero los federales no dejaban pasar a nadie”.
Una versión sobre el asesinato indicó que tras la sombra de Sarti estaba la DFS por un cargamento de heroína que supuestamente iba recibir en México. Otra versión apuntó que Ventura Gutiérrez nunca detonó ni un solo disparo porque el mafioso corso había sido acribillado por sus rivales, que desde tiempo atrás ya le habían estado siguiendo el paso.
Una tercera hipótesis del hecho aseguró que la muerte de Lucien Sarti en realidad se había tratado de un montaje y que todavía siguió gozando muchos años de buena salud bajo otra identidad.
Sea cual fuere la versión real, lo cierto es que Lucien Sarti definitivamente tuvo un vínculo con México y con el asesinato del presidente más joven en la historia de Estados Unidos, cuya muerte representó uno de lo eventos más trascendentales del siglo pasado.
La versión del asesinato de Kennedy
En torno al asesinato de John Fitzgerald Kennedy existen múltiples versiones, algunas serias, otras no tanto, que han tratado de arrojar luz sobre las circunstancias que desembocaron en la muerte del presidente más joven en la historia de los Estados Unidos.
Según varios testimonios, la mayoría de ellos incluidos en el libro de Stephen Rivele, Kennedy, la Conspiración de la Mafia, publicado en 1988 por ediciones B, Sarti llegó a México en el mes de septiembre de 1963, después de que atendió un llamado del jefe de la Unión Corsa en Marsella, Antoine Guerini.
Después cruzó la frontera por Brownsville con un pasaporte italiano y fue recibido por un hombre de la mafia de Chicago que lo ayudó a trasladarse a Dallas.
Sarti habría sido, según una de las tantas versiones del hecho, el que disparó la bala que impactó en la cabeza del presidente de los EEUU el 22 de noviembre de 1963. Se habría ubicado, disfrazado con el uniforme de la policía de Dallas, en un montículo de césped que daba de frente hacia la comitiva presidencial.
Una versión incluso aseguró que la moneda con la que le pagaron a Sarti por el asesinato del presidente fue heroína, pues en aquella época él estaba implicado en el tráfico de esa droga.
Sarti habría permanecido escondido dos semanas en México, hasta que finalmente se pudo mover a Montreal, para de ahí volar de regreso a Francia.
Quién era Lucien Sarti
Aunque poco se sabe sobre sus orígenes, se dice que la carrera criminal de Sarti arrancó con asaltos a transportes colectivos y bancos. También se asegura que desde muy joven abandonó a su familia para, supuestamente, vivir en lujosos hoteles “siempre rodeado de bellas mujeres”.
Con el tiempo su aptitud nata para el crimen lo habría llevado al tráfico de drogas y el delito de trata de blancas. Incluso hay una versión que afirma que fue contratado por los servicios estadounidenses y franceses para realizar asesinatos en el Congo, donde supuestamente formó parte de los grupos de mercenarios que combatían al líder nacionalista Patricio Lumumba.
También se asegura que Sarti echó raíces en Marsella y que ahí se involucró con la mafia corsa, la conexión que tiempo después lo llevaría al otro lado del Atlántico para atentar contra la vida de Kennedy.
Presuntamente realizó un operativo similar en la provincia del Congo Medio (Moyen-Congo en francés) cuando ésta se constituyó como un estado autónomo. Aparentemente combatió en Argelia y hasta lo llegaron a vincular con la Organization de l’ Armée Secrete (OAS), donde habría formado parte de un plan para atentar contra la vida del entonces presidente de Francia, Charles de Gaulle.
El periodista Osvaldo Aguirre, en una nota titulada Contacto en Buenos Aires-La Unión Corsa y el tráfico de heroína en los años 60, publicó que a mediados del siglo pasado desembarcó en Argentina un barco con varios prófugos de la justicia francesa que habían colaborado con el régimen de Hitler. Entre ellos se encontraba Sarti, supuestamente buscado por la justicia belga y condenado a muerte por colaborar con los ocupantes nazis.
Se dice que en 1966 fue responsabilizado por la muerte de un policía, por lo que, al encontrarse en calidad de prófugo de la justicia en Europa, decidió regresar a México en 1972, donde supuestamente compró una casa junto a su esposa Lilia Rous.
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