La Omertá, también conocida como “Ley del Silencio”, es una especie de código que se inscribe en la historia del crimen organizado prácticamente desde sus inicios.
Se trata de una norma no escrita que prohibe a los miembros de un clan mafioso tener cualquier tipo de vínculo con jueces, políticos y —sobre todo— policías o agentes del orden público.
Los orígenes de la Omertá se remontan a los inicios del siglo XIX, cuando la organización mafiosa Cosa Nostra empezó a existir en la región del Mezzogiorno, concretamente en Sicilia.
Entre los primeros mafiosos italianos del siglo antepasado el concepto de honor era sagrado. La Omertá se inventó como una forma de asegurar a través de un pacto de silencio que los temas íntimos y operativos de la organización no traspasaran las fronteras mafiosas.
Violar este código de silencio todavía supone en muchas organizaciones criminales de todo el mundo una afrenta que usualmente se paga con la vida misma.
El pasado 17 de mayo la policía española desarticuló una red del Cártel de Sinaloa asentada en España que se había hecho con viviendas, fincas, bodegas, laboratorios de drogas, armas, autos y propiedades de lujo. Entre los 24 detenidos se encontraba un subinspector de la Policía Nacional de España, quién ha sido el que ha revelado cómo funcionaba la estructura del grupo y quiénes son sus integrantes.
El subinspector Diego Arias García admitió haberse involucrado con el matrimonio conformado por José de Jesús Flores Gutiérrez y María de Lourdes Ramo Vega, quienes llegaron a España encabezando una red del Cártel de Sinaloa.
El policía español dijo que la relación con los sinaloenses se volvió tan cercana que incluso su familia y la de los mexicanos fueron juntas Disney París.
Sin embargo, los cabecillas del clan narco, identificados como Jesús Flores Gutiérrez y su hijo José de Jesús Flores Ramo, alias “Pepe”, parece que hasta el momento se han apegado a la “Omertá”, pues de acuerdo con un reportaje de Proceso sus primeras declaraciones ante las autoridades españolas fueron muy herméticas.
“Están plagadas de frases autoexculpatorias, de negación de toda responsabilidad y argumentaciones justificativas que se contraponen con los interrogatorios de los magistrados y de la fiscalía, basados en las evidencias del atestado policial, resultado a su vez de las vigilancias, seguimientos, investigación patrimonial e intervenciones de las comunicaciones de los involucrados”, detalló Proceso.
En ninguna de las declaraciones ante el juzgado, ambas con fecha del 19 de mayo, padre e hijo hicieron referencia a la supuesta cena que tuvieron con el ex presidente mexicano Enrique Peña Nieto y sus vínculos con el embajador Quirino Ordaz Coppel.
Una fuente del caso habría detallado que las respuestas de los dos narcos mexicanos denotaban cierto manejo o contención, pues ambos ofrecían respuestas cortas, rotundas o con monosílabos. También negaron rotundamente el uso de armas, drogas, plantaciones de cannabis y cualquier tipo de nexo con alguna organización criminal.
Ello a pesar de que agentes españoles les decomisaron viviendas, fincas, bodegas, armas, autos de lujo, más de una tonelada de marihuana, varios kilos de cocaína y laboratorios para fabricar drogas.
El padre de la familia, Flores Gutiérrez, incluso argumentó que padecía una afección cardiaca y que por eso debía enfrentar el proceso en calidad de libertad condicional. Su hijo, “Pepe”, también pidió la “comprensión de su señoría” para llevar la instrucción en libertad aduciendo que es un “hombre de casa”.
“Acabar muerto en una cuneta o preso en EEUU”
Según el testomonio de Arias García, el patriarca del clan le habría confesado sus intenciones de hacer algo que supondría la violación total de la “Omertá” o código de silencio.
El policía coludido relató que tiempo después, cuando Flores Gutiérrez le tuvo mayor confianza, le confesó que se dedicaba a “mover dinero en México” y que tenía “relación con cárteles de México y que se dedica a moverles el dinero en México y Estados Unidos”.
Incluso explicó que una vez cuestionó a Flores Gutiérrez sobre el motivo por que había abandonado México, a lo que éste le contestó que se había dado cuenta de que tenía “dos hijos y que solo tenía dos caminos: acabar muerto en una cuneta o acabar con un traje de recluso naranja en Estados Unidos”.
De acuerdo con el testimonio de Arias García, el cabecilla del Cártel de Sinaloa incluso le habría confesado sus intenciones de buscar algún acuerdo con la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés).
“Me llega a decir que desea sentarse a hablar con la DEA”.
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