El emperador mexica Moctezuma y el conquistador español Hernán Cortés, se encontraron un día como hoy, 8 de noviembre, pero de 1519, o sea, hace 503 años.
Cortés provenía de la isla de Cuba, en el Caribe. Luego de ocho años como secretario de Diego Velázquez, gobernador de la isla, Hernán Cortés fue enviado a explorar el litoral mexicano a finales de 1518. Sin embargo, al percatarse de las riquezas que escondía el Nuevo Mundo, el capitán español cambió el objetivo de la misión convirtiéndola en una campaña de invasión.
Junto a su tripulación, Cortés desembarcó en las costas de Veracruz a finales de abril de 1519. A partir de entonces, él y sus tropas comenzaron a analizar el panorama social, económico y político de la región, con el objetivo de planear una estrategia que les permitiera avanzar hasta el corazón de Mesoamérica.
En menos de dos años, el ejército peninsular provocó la caída de México-Tenochtitlan. Sus alianzas con enemigos del imperio tenochca y otros eventos fortuitos lograron la rendición de los mexicas.
Meses después de su arribo al territorio que ahora se conoce como México, Hernán Cortés se reunió con Moctezuma Xocoyotzin, Huey-tatoani de Tenochtitlan. Las tropas invasoras entraron por el oriente, acompañados de guerreros indígenas que se encontraban bajo el yugo mexica.
“Frente a frente, Motecuhzoma y Cortés, sostuvieron un diálogo que nos conservan puntualmente los informantes de Sahagún. Motecuhzoma llegó a exclamar entonces: ‘No, no es sueño, no me levanto del sueño adormilado, no lo veo en sueños, no estoy soñando... es que ya te he visto, es que ya he puesto mis ojos en tus ojos ...’”, refiere el libro La visión de los vencidos de Miguel León Portilla.
Ataviados con collares de oro y flores finas, el huey-tlatoani y los grandes señores indígenas salieron al encuentro del capitán español. “Llega a la tierra: ven y descansa; toma posesión de tus casas reales; da refrigerio a tu cuerpo ¡Llegad a vuestra tierra, señores nuestros!”, fueron las palabras del antepenúltimo gobernante de Tenochtitlan.
Al escuchar la traducción, de boca de Malitzin y del náufrago Jerónimo de Aguilar, Hernán Cortés respondió: “tenga confianza Motecuhzoma, que nada tema. Nosotros mucho lo amamos. Bien satisfecho está hoy nuestro corazón. Le vemos la cara, lo oímos. Hace ya mucho tiempo que deseábamos verlo. Ya vimos, ya llegamos a su casa en México; de este modo, pues, ya podrá oír nuestras palabras, con toda calma”.
En seguida, los peninsulares tomaron la mano del tlatoani y dieron palmadas al dorso, como muestra de cariño.
Así los recibieron, como huéspedes de honor. Moztezuma puso a su disposición todo lo necesario para atenderlos: “tortillas blancas, gallinas de la tierra fritas, huevos de gallina, agua limpia, leña, leña rajada, carbón, cazoletas anchas, tersas y pulidas, jarritos, cántaros, tacitas, y en suma, todo artefacto de cerámica”.
Les proporcionaron todo, alimento, bebida y pasturas para los caballos. Sin embargo, era otra la cara de los invitados del gobernante tenochca. Una vez instalados, mostraron interés en los tesoros del imperio, principalmente en el oro, material de alto valor en Europa.
Guiados por el propio tlatoani, los españoles “anduvieron por todas partes, anduvieron hurgando, rebuscaron la casa del tesoro, los almacenes, y se adueñaron de todo lo que vieron, de todo lo que les pareció hermoso”.
También saquearon las pertenencias de Moctezuma, las cuales eran resguardadas en el sitio de nombre Tococalco.
“En seguida fueron sacadas todas las cosas que eran de su propiedad exclusiva; lo que a él le pertenecía, su lote propio; toda cosa de valor y estima: collares de piedras gruesas, ajorcas de galana contextura, pulseras de oro, y bandas para la muñeca, anillos con cascabeles de oro para atar al tobillo , y coronas reales, cosa propia del rey, y solamente a él reservada. Y todo lo demás que eran sus alhajas, sin número”.
De esta manera comenzaría lo que fue la dominación del imperio más poderoso de Mesoamérica. Meses después, Hernán Cortés usaría de pretexto el asesinato de tres de sus hombres a manos de un tenochca para apresar a Moctezuma.
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