A lo largo de la historia de México se han registrado diversos episodios oscuros que no se quisieran recordar. Tal es el caso de la época de la Santa Inquisición en el país, cuando luego de la Conquista de México, concluida en 1521, llegó a lo que se conocería como la Nueva España por 300 años.
La Inquisición apareció como un Tribunal de la Iglesia Católica, cuyos objetivos eran descubrir y suprimir la herejía. Su fundación se debe al Sínodo de Toulouse (Tolosa) de 1229, se estableció y operó durante mucho tiempo en Italia, España, Francia y Portugal; en estos países sirvió para suprimir movimientos heterodoxos.
En España la Inquisición se estableció en 1232 en Aragón, y fue hasta 1480 que se difundió a toda la Península, con la participación de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, que buscaban suprimir la herejía en todos sus dominios. En 1491, cuando la ciudad de Granada fue reconquistada, se concertó un solemne compromiso que obligaba a los Reyes de España y a sus sucesores a proteger los bienes, costumbres sociales y prácticas religiosas de sus habitantes.
La acción de la Inquisición iba contra los conversos que continuaban ocultamente con sus antiguas religiones. A finales del siglo XV la religión Católica se consolidó en la Península Ibérica, y España se convirtió en vigorosa aliada del Pontificado.
La Iglesia de América nació subordinada a la autoridad de los monarcas españoles, dado que, la Bula Papal de Alejandro VI les concedió todos los derechos y obligaciones sobre las nuevas tierras. La llegada de los primeros colonizadores, seguida de la cristianización tan masiva como superficial de la población indígena, había ocasionado la implantación de las estructuras religiosas de la metrópoli, y por tanto, de modo muy natural, la de los tribunales inquisitoriales.
Luego de la Conquista de México, en 1521, hubo una Inquisición Monástica, donde los frailes inquisidores asumían los poderes episcolpales (1522-1532). El Papa había otorgado dichas facultades por medio de las Bulas de 1521 y 1522, conocidas como la Omnimoda, se autorizaba a los prelados para autorizar casi todas las funciones episcopales, excepto la ordenación, en ausencia de Obispos o cuando la sede se encontraba a dos días de distancia. Posteriormente fue sustituida por la Inquisición Episcopal (1535-1571).
La gran extensión de las nuevas tierras y la preocupación de los monarcas por detener la Reforma Protestante, ocasionaron la improvisación de funcionarios y ordenanzas, y en ocasiones la implantación de las leyes españolas en realidades distintas.
Los primeros tribunales inquisitoriales no tuvieron gran desempeño en las primeras décadas de la Conquista, y se puso de manifiesto los peligros de un mal control. Al principio se consideró al indígena igual que al español, responsable de sus actos y con la misma responsabilidad de ser sancionado por la Inquisición. Sin embargo, los indígenas fueron castigados por practicar la idolatría, la brujería, los sacrificios, etc. El 30 de diciembre de 1571 se consideró que los indígenas dejaban de pertenecer al fuero inquisitorial y sólo dependerían del Obispo en cuanto a la moral y a la fe.
La Inquisición mexicana se fundó en 1571 al igual que la de Perú, y ambas dependían de la Secretaría de Aragón, que a su vez era precedida por la de Castilla.
Qué castigaba la Inquisición
La Inquisición sólo juzgaba a españoles, criollos, mestizos y castas (mulatos y negros), luego de recibir denuncias de sus informantes, que provenían de la nobleza como de los estratos populares.
Ningún indígena fue sujeto a proceso inquisitorial, pues ellos estaban exentos de estos juicios. Se castigaba la Herejía, que consistía en negar dogmas de fe; culto a otras religiones; la solicitación, que era pedir favores sexuales durante la confesión; la hechicería; blasfemia y proferir públicamente improperios sexuales.
También se prohibían algunos libros. Entre 1570 y 1739 hubo 230 prohibiciones sobre circulación de obras, pero entre 1740 y 1819 hubo 1788 prohibiciones que tenían que ver con la lectura.
Sin embargo, las ideas siguieron circulando gracias al contrabando de libros que venían de Europa, escondidos entre telas y otros productos. Incluso, el cura Miguel Hidalgo, Padre de la Patria, llegó a tener muchas obras de la Ilustración que fueron prohibidas.
En la Nueva España, la Inquisición juzgó aproximadamente a 300 personas y de ese total solamente 43 recibieron el castigo de muerte en la hoguera, algo que llevaban a cabo las autoridades civiles, porque la Iglesia Católica no podía matar.
Otros de los castigos que se aplicaban era vergüenza pública o sambenito, que consistía en llevar una túnica burda con una cruz de San Andrés y un gorro llamado capirote; destierro temporal o perpetuo; multas; condena a trabajar los galeones de la flota española e incautación de bienes.
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