En algunas zonas rurales de Sinaloa un penetrante olor impregna el aire fresco que años atrás se solía respirar. Algunos cuerpos de agua se han secado y animales, como el jaguar, se han visto desplazados. La posible causa: los múltiples narcolaboratorios de drogas sintéticas que se han instalado en municipios como Culiacán, Cosalá, Elota o Badiraguato, por mencionar algunos.
La ola de laboratorios clandestinos en México ha dejado una serie de repercusiones en el medio ambiente debido a las sustancias tóxicas y precursores químicos empleados. A pesar de que los estragos generados son evidentes, no han sido estudiados ni medidos de manera sistemática por el gobierno o por alguna organización.
Se tratan principalmente de espacios adaptados para la producción de metanfetaminas y fentanilo, dos de las drogas que mayor ganancia dejan al crimen organizado, según comentó el ex jefe de operaciones internacionales de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Mike Vigil, para el Financial Times.
Por lo regular, estos narcolaboratorios se suelen ubicar en zonas alejadas de las grandes ciudades, debido al intenso olor que desprenden. El Cártel de Sinaloa es el que suele controlar el negocio de metanfetamina en el estado gobernado por Rubén Rocha Moya.
Repercusiones ambientales
Según el Informe Mundial 2022 sobre las Drogas de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), para producir un kilogramo de metanfetamina se desechan alrededor de cinco kilogramos de productos químicos, como disolventes, ácidos y aglutinantes. Además, los residuos generados son entre 5 y 30 veces el volumen del producto final.
A diferencia de las drogas vegetales -cuyo cultivo depende del clima y la zona geográfica-, las drogas sintéticas, como la metanfetamina, anfetamina y MDMA (éxtasis), requieren de la disponibilidad de agua y electricidad, que pueden ser sustituidas con paneles solares y depósitos de agua.
“El impacto medioambiental de las drogas sintéticas se debe principalmente a los residuos tóxicos generados durante el proceso de producción”, detalla el informe de la ONUDD. Para deshacerse de ellos pueden haber dos opciones: el vertido y las descargas. El primero tiene que ver con la eliminación de drogas sintéticas en algún tipo de contenedor (como un barril de plástico o un bidón de metal). El segundo son los residuos líquidos que se desechan directamente en la tierra o en el agua.
Existen diversas rutas sintéticas para producir metanfetamina, las cuales pueden incluir precursores como la efedrina, la fenilacetona o benci metil cetona. Lo anterior, aunado a los disolventes orgánicos utilizados en la fabricación de drogas ilíctias, representa un riesgo inminente para el medio ambiente. “El daño es en gran medida en función del volumen que entra en el suelo o en las aguas superficiales”, precisa el reporte.
Al respecto, Insight Crime elaboró un informe en el que se detallan algunas de las consecuencias que los narcolaboratorios de metanfetamina han dejado en el medio ambiente, tanto en la tierra, como en el aire y en los cuerpos de agua localizados a su alrededor. Para ello, visitió un predio ganadero ubicado entre Sinaloa y Durango, donde había un laboratorio clandestino “con capacidad para producir hasta 5 mil litros de metanfetamina líquida”.
De acuerdo con un profesor de química de una universidad al noroeste de México -cuyo nombre no se reveló por cuestiones de seguridad-, las sustancias utilizadas en este tipo de espacios pueden tener graves consecuencias en la calidad del suelo y del agua, además de que los cultivos agrícolas de los alrededores pueden absorberlas, comentó a la fundación mencionada con anterioridad.
En el suelo, por ejemplo, se acelera la erosión, lo que ocasiona el deterioro del terreno debido a la pérdida de los nutrientes esenciales, lo que también impide que se filtre y almacene el agua de manera adecuada. Asimismo, los residuos producidos contaminan las fuentes de agua potable cercanas a estos narcolaboratorios, pues en algunos casos los deshechos químicos se eliminan por un desagüe.
Cabe mencionar que las repercusiones ambientales dependen del procedimiento empleado para sintetizar la droga, el número de personas involucradas, su experiencia, los precursores utilizados y la manera en que se desechan los residuos. En ese sentido, activistas medioambientales comentaron a Insight Crime que los daños ya son visibles en Sinaloa.
Uno de ellos, cuya identidad no fue revelada, indicó que los laboratorios clandestinos han ocasionado el desplazamiento de animales nativos, como los jaguares, lo que podría llevar a una reducción en su población. Sin embargo, reconoció que no tienen conocimiento de la magnitud del problema.
En el Valle de San Lorenzo, donde se han encontrado varios narcolaboratorios, algunos ríos y lagunas se han secado. Lo anterior también ha derivado en que el cocodrilo americano, animal autóctono de la zona, se vea afectado. El informe de la ONUDD señala que cuando los residuos químicos entran en el suelo o en el agua, cambian los niveles de pH, lo que impacta en los ecosistemas de los organismos acuáticos, por ejemplo, o en el ganado si el agua contaminada se utiliza para el riego o como agua potable para los animales.
Otra activista comentó a la misma fundación que en zonas cercanas a donde se produce la metanfetamina se han observado “cambios en el color de agua de los ríos”, además de que han aumentado de manera drástica el número de peces muertos.
Incluso, un policía estatal comentó que han tenido varios reportes de niños con fuertes dolores de cabeza por estar en contacto cercano con los ríos, y advirtió que esto podría estar relacionado con los residuos químicos de los laboratorios clandestinos.
El desmantelamiento de estos narcolaboratorios suele estar a cargo del Ejército o la Marina Armada de México, en el cual no interviene la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Para ello existe el Programa de Destrucción de Narcóticos, pues en ocasiones estas sustancias ilícitas son incineradas por la Fiscalía General de la República (FGR). Algunas veces son múltiples toneladas de diversas drogas juntas las que se destruyen a cielo abierto, incluidas la mentanfetamina, fentanilo, marihuana y cocaína.
De acuerdo con el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC, por sus siglas en inglés) del Departamento de Justicia de EEUU, entre los productos empleados para la elaboración de metanfetamina se encuentran: acetona, ácido clorhídrico, ácido sulfúrico, amoníaco anhidro, efedrina, éter, fósforo rojo, metanol, tolueno y yodo.
Según informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en la actual administración se han asegurado cerca de 700 laboratorios clandestinos en Sinaloa, principalmente en Cosalá, con corte al 10 de junio del año en curso.
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