En los últimos meses, la calidad de la cocaína que se vende en los Estados Unidos —América del Norte sigue siendo el mercado más grande del mundo con un estimado de 6,4 millones de consumidores según la ONU— se ha vuelto impredecible y cada vez va más peligrosamente en picada.
Al mismo tiempo, los precios por un gramo de coca han aumentado considerablemente —antes un gramo de cocaína costaba 60 dólares y últimamente se han reportado precios que van desde los USD 80 hasta los USD 100— sin importar que los químicos empleados para cortar la droga estén cada vez más presentes en las dosis.
Este último aspecto ha despertado las alarmas entre los usuarios, pues varios temen que las últimas grapas o bolsitas de coca que se comercializan estén contaminadas con fentanilo, lo que provocaría una combinación peligrosa y contraproducente entre dos sustancias contrarias, una de carácter estimulante y otra opiácea.
En 2021, la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) le dijo a NPR que algunas muestras analizadas de cocaína habían dado positivo de fentanilo, lo que a su vez se tradujo en un aumento de menos del 1% en 2016 al 3.3% en 2020 respecto de muestras contaminadas.
Por ello las autoridades estadounidenses han advertido sobre el potencial peligro del fentanilo en dosis de cocaína, ya sea porque los usuarios tomen deliberadamente ambas drogas en forma de speedballs, o por la contaminación cruzada accidental, como algo plausible y mortal.
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Todo parece indicar que el fentanilo se está mezclando con cocaína, pero aún no se ha podido aclarar en qué lugar de la cadena de suministro ocurre, ni tampoco si realmente las muestras que así lo confirman tienen la suficiente dosis del opioide para representar un peligro mortal, como lo advierten las autoridades.
Tampoco hay evidencia de que los cárteles u otros proveedores mayoristas estén agregando fentanilo a la cocaína a propósito.
La estricta regla del Cártel de Sinaloa
Un comandante del Cártel de Sinaloa, entrevistado por el periodista Keegan Hamilton de Vice, dijo que en la organización criminal hay una “regla” a la que todos los “cocineros” se deben de acatar: está estrictamente prohibido mezclar coca con fentanilo.
La razón de la prohibición se debe a que la combinación puede matar a los clientes, hacerle “daño a la gente”, algo que sería contraproducente para el negocio, según las propias palabras del comandante entrevistado.
El integrante del Cártel de Sinaloa también dijo que la organización maneja una cocaína de mayor pureza que se llama “Lavada”, la cual ha sido “lavada” de impurezas como acetona u otros químicos.
Explicó que le agregan sabores de frutas artificiales como uva, cereza o durazno, supuestamente mezclándolos con Kool-Aid o algún otro tipo de polvo azucarado.
La investigación de Hamilton descubrió que lo más probable es que los traficantes callejeros que venden múltiples tipos de drogas duras estén reempaquetando en superficies compartidas, lo que genera contaminación cruzada y, a veces, rastros de fentanilo en la cocaína.
El precio de un kilogramo de cocaína se disparó durante los primeros días de la pandemia, lo que probablemenre llevó a los vendedores ambulantes a rellenar su producto con más agentes cortantes. Eso podría explicar la baja repentina en la calidad. Hamilton entrevistó a más de una docena de personas, en su mayoría consumidores de coca, y todos coincidieron en que la pureza de la droga en EEUU ha descendido considerablemente en los últimos meses.
El fármaco Levamisol, utilizado tanto para uso humano como veterinario, ha aparecido regularmente en las dosis de coca cortada, al igual que la lidocaína y otros agentes anestésicos, así como anfetaminas baratas que suelen ser empleadas para mejorar el efecto estimulante.
Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, aseguró que a un año del nuevo modelo de cooperación con EEUU, México duplicó las incautaciones de cocaína, superando las cantidades aseguradas por el país vecino del norte.
De acuerdo con datos oficiales, México decomisado más de 94.5 toneladas de cocaína.
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