Cuál es el origen del altar a la Santa Muerte en el Barrio Bravo de Tepito

Cada primero de noviembre cientos de devotos de la también llamada “Niña Blanca” acuden hasta uno de sus altares más populares en la Ciudad de México a visitarla y cumplir sus mandas, no obstante, su peculiar culto aún se encuentra lleno de misticismo y desinformación entre la ciudadanía

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El altar de la Santa
El altar de la Santa Muerte en Tepito es uno de los más visitados por creyentes en Día de Muertos (Foto: Infobae México / Jovani Pérez)

Tepito se ha convertido con el paso de los años en uno de los sitios más enigmáticos y misteriosos de la Ciudad de México; entre vendimia, bebidas alcohólicas, cultura, drogas y violencia, desde las calles del también llamado “Barrio Bravo” ha surgido un peculiar culto a la Santa Muerte, aquella figura de un esqueleto que normalmente posee elementos como una túnica, una oz y un mundo o balanza en sus manos.

Aunque en repetidas ocasiones la Iglesia Católica se ha deslindado de este culto, lo cierto es que su popularidad se ha extendido no solo en Tepito sino a distintos puntos a lo largo y ancho de la República Mexicana y es que, la también llamada “Niña Blanca” o “Virgen de los Olvidados” ha adquirido a la fama de adoptar y cumplir favores a todo aquel que deposite su fe en ella.

Pese a ello, el sentido de su adoración se ha tergiversado tanto en la capital mexicana como en el resto del país pues hay quienes afirman que su culto está relacionado con el satanismo o la llamada magia negra. Lo cierto es que la gran cantidad de creyentes que ha acumulado con el paso de los años llevó a los pobladores del “Barrio Bravo” a edificar un popular altar en su nombre.

El altar de la Santa Muerte en Tepito

En Tepito existen distintos altares
En Tepito existen distintos altares a la Santa Muerte (Foto: REUTERS/Gustavo Graf)

Aunque en distintos puntos de Tepito es posible apreciar altares a la Santa Muerte, el de Doña Queta es el que más popularidad ha adquirido a lo largo de las más de dos décadas de su fundación.

Es en la calle de Alfarería #12 Colonia Morelos que los primeros días de cada mes -y sobre todo en noviembre- cientos de creyentes de la “Niña Blanca” acuden a realizar sus mandas en el popular altar a través de ofrendas que contemplan bebidas alcohólicas, fruta, cigarros e incluso estupefacientes.

Asimismo, en dicho recinto se ofrecen misas que aunque son similares a las que comúnmente se realizan en cualquier otra Iglesia, los protagonistas de todas aquellas oraciones son tanto a Dios como a la Santa Muerte.

Como si de la Basílica de Guadalupe o el Templo de San Hipólito se tratara, cientos de creyentes llegan al altar de Santa Muerte esperando recibir la bendición de sus figuras, escapularios, veladoras o estampillas; asimismo, quienes cumplen mandas con la “Virgen de los olvidados” también acuden a regalar comida o algún objeto relacionado al culto.

Doña Enriqueta fue pionera del
Doña Enriqueta fue pionera del culto a la Santa Muerte en México (Foto: REUTERS/Gustavo Graf)

Cabe mencionar que aunque el origen del culto tiene vertientes sustentadas en diferentes teorías, hablar del altar de la Santa Muerte en Tepito es también considerar la historia de Doña Enriqueta Romero.

Pionera del culto a la Santa Muerte, Doña Queta -como también es llamada de cariño- inauguró hace 21 años el altar a la “Niña Blanca” a las afueras de su domicilio en la Colonia Morelos. Aunque ha sido entrevistada por diversos medios de comunicación, la enigmática mujer nunca ha revelado si hubo un motivo en específico o situación que la orillara a convertirse en creyente.

No obstante, afirma que su fe en la Santa Muerte y en su poder de conceder ciertos “paros” a las personas más necesitadas se han convertido en el motivante principal para edificar su altar.

Del mismo modo, Doña Enriqueta Romero ha defendido su culto sobre cualquier tergiversación que ha surgido con el paso de los años, y aunque sabe que la connotación de la Santa Muerte está ligada a personas privadas de su libertad o delincuentes, ella asegura que su papel no es juzgar sino mantener la fe en aquella figura que ha traído alivio y cobijo a las penas de cientos de creyentes que ya han adoptado a la “Virgen de los olvidados” como parte de su cotidianidad.

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