“El Frank” sabía que lo matarían, cambió su boda y gente de Los Chapitos mató a un inocente frente a su novia

El criminal dejó un cebo a sus rivales, quienes confundieron a la otra pareja que ocupó su lugar en la parroquia de La Candelaria

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De acuerdo con autoridades, el hombre era originario de Durango (foto: especial)
De acuerdo con autoridades, el hombre era originario de Durango (foto: especial)

La boda del “El Frank”, un jefe de sicarios del Cártel de Caborca, con su pareja, conocida como “La Chinita”, estaba programada en una parroquia del centro de Caborca, Sonora, sin embargo, el líder criminal fue alertado que miembros de un grupo rival tenían planeado asesinarlo el día de la unión religiosa, por ello él y su novia decidieron cambiar sigilosamente de templo, dejando que otra pareja tomara su lugar el 23 de octubre en Iglesia La Candelaria.

Mientras el jefe de la célula de sicarios y La Chinita, hija de inmigrantes chinos establecidos en Caborca, trasladaron de forma muy discreta su festejo a un poblado a 170 kilómetros de Caborca, en su lugar original se casó otra joven pareja, conformada por Aracely Martínez, maestra del pueblo, y Marco Antonio Rosales Contreras, un ingeniero de Durango. Fue este último quien al salir del templo del brazo de su amada terminó recibiendo dos disparos en la cabeza mientras el verdugo creía atacar al “Frank”, quien pertenece a las filas del Cártel de Rafael Caro Quintero.

A las 19:10 horas, frente a la Iglesia de la Candelaria, ubicada sobre la calzada 6 de abril en el centro de Caborca, Aracely pasó de la alegría al horror y en solo unos segundos su vestido blanco se manchó de sangre, mientras abrazaba a su novio en un intento desesperado de mantenerlo con vida. Delante de ellos, el asesino, vestido con una camisa a cuadros, se alejó coronado por un manto de impunidad, sabedor que las autoridades no lo detendrían.

El novio, de 32 años de edad e ingeniero de profesión, se desangró por espacio de media hora frente a su amada y la impotencia de sus padres, quienes llegaron esa misma mañana a Sonora para acompañar a su hijo en lo que debía ser una de las celebraciones más importantes.

Además, una mujer, hermana de Marco Antonio, también recibió un disparo en la espalda, aumentando el tamaño de la tragedia familiar. Decenas de testigos e invitados no daban crédito a la escena, no había explicación para entender el brutal ataque contra la pareja de recién casados.

A 170 kilómetros de distancia, el Frank y la Chinita, compartieron en redes sociales algunas fotografías de su boda. Las imágenes llegaron hasta los pobladores de Caborca y finalmente pudieron comprender que los asesinos, presumiblemente bajo el mando de Los Chapitos, iban por el Frank, quien de forma astuta dejó un cebo a sus rivales y perseguirdores.

El Frank salió de otra iglesia felizmente casado, pero el costo de esa unión matrimonial la pagó otro novio, un ingeniero de 32 años que agonizó alrededor de media hora, ante los intentos desesperados de reanimación cardio pulmonar que le brindaban amigos y familiares.

Marco Antonio Rosales Contreras y Aracely Martínez, víctimas de la violencia entre cárteles
Marco Antonio Rosales Contreras y Aracely Martínez, víctimas de la violencia entre cárteles

Sobre esta tragedia, el gobernador Alfonso Durazo declaro: “No hay mayor motivo para un ánimo de psicosis. Según las líneas de investigación apuntan que fue un ataque dirigido específicamente contra la persona que lamentablemente perdió la vida, eso no es incriminatorio, significa pues que no es que le pueda suceder a cualquiera, el atentado fue dirigido particularmente”.

Una semana después, no existe ningún detenido por el asesinato de Marco Antonio Rosales Contreras y las autoridades de Sonora se limiltaron a decir que fue un ataque directo derivado de una confusión. Por su parte, los habitantes de Caborca se mantienen en zozobra debido al enfrentamiento entyre las células del cártel de Rafael Caro Quintero y Los Chapitos, esperando el momento en que el Frank vuelva a sus actividades criminales y otras vidas se apaguen, todo en una atmósfera de impunidad.

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