En el mundo del narcotráfico no todo es violencia y derramamiento de sangre. Los capos de la droga, para poder llegar a serlo, también necesitan desarrollar habilidades de persuasión y manipulación que les permitan sumar aliados y fortalecer su círculo de protección e impunidad.
En muchos casos también tienen que demostrar que son capaces de ser amables y hasta románticos para conquistar a las mujeres que pretenden. En ambos casos, ya sea para fines diplomáticos o privados, no escatiman en hacer uso de su poder y riqueza para obtener lo que desean. Saben que pocas personas son capaces de resistirse a la tentaciones materiales: autos de lujo, relojes, joyería de alta gama, mansiones, etc.
Los que han caído en la tentación de los lujos ofrecidos por el narco se cuentan por miles. Entre ellos desfilan presidentes, jueces, abogados, policías, personalidades de clase alta y hasta artistas del espectáculo.
Incluso se han documentado casos en los que grandes jefes de la mafia premian con obsequios costosos a sus subalternos para fortalecer el vínculo criminal con su gente y demostrar que también tienen un lado humano.
El caso más reciente fue dado a conocer por las filtraciones “Guacamaya” a través de un informe militar, consultado por el medio Unión Jalisco, que dio cuenta de los opulentos regalos que “El Mencho” le realizó a uno de los jefes regionales del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en su cumpleaños.
De acuerdo con el documento, Nemesio Oseguera Cervantes le obsequió a Luis Manuel Pelayo Pelayo, alias “El Meño” o “Señor 18″, una lujosa camioneta modelo 4×4 GMC Sierra Regular 2021 con valor de más de un millón de pesos en el marco de su onomástico número 32.
Los kilos de cocaína que llegaban a Los Pinos
En su libro The Last Narc: A Memoir by the DEA’s Most Notorious Agent, el ex agente de la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés), Héctor Berrellez, aseguró que durante los primeros años del sexenio del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), Rafael Caro Quintero, el Narco de Narcos, enviaba una cuota mensual de dos kilos de cocaína a la Residencía Oficial de Los Pinos.
Incluso mencionó que el antecesor de De la Madrid, José López Portillo, le regaló al socio de Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, alias “Don Neto”, un vehículo de la marca Mercedes Benz blindado. También reveló, con base en los testimonios de tres ex guardaespaldas de “Don Neto”, que en una ocasión el narcotraficante le entregó dinero al secretario de la Defensa Nacional entre 1982 y 1988, Juan Arévalo Gardoqui, en las instalaciones del Campo Militar número Uno.
Caro Quintero también hizo gala de su riqueza para conquistar a Sara Cosío Vidaurri Martínez, la hija del ex secretario de Educación en Jalisco. A pesar de que él provenía de un estrato social bajo y ella de una familia con alto poder adquisitivo en Guadalajara, eso no impidió que ambos se enamoraran y que incluso escaparan juntos de la justicia a Costa Rica, donde el narco fue capturado en 1985.
Pero para poder llegar a conquistarla “El Príncipe” del narco tuvo que aguantar algunos desplantes. “En el tiempo que la andaba conquistando, Caro Quintero le regaló un carro blanco convertible, un Ford Continental que los Tierra Blanca -un grupo del cártel de Guadalajara- le fueron a entregar a Sara a su casa. Pero no lo quiso, lo regresó con los mismos Tierra Blanca”, relató el periodista Jesús Esquivel en su libro La CIA, Camarena y Caro Quintero. La historia secreta.
Las tres semanas en las que el narcotraficante y su presunta novia estuvieron prófugos vivieron como auténticos millonarios: se gastaron miles de dólares en fiestas y alquilaron las discotecas más exclusivas de la zona. “A pesar de ser fugitivo, había tenido tiempo para comprar a Sara Cosío joyas por varios cientos de miles de dólares, un Mercedes Benz y un Toyota deportivo”, detalló un informe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) resguardado en el Archivo General de la Nación y consultado por Infobae México.
Galilea Montijo y Arturo Beltrán Leyva
La conductora del programa matutino Hoy, Galilea Montijo, fue señalada por la periodista de investigación Anabel Hernández, en su libro Emma y las otras señoras del narco, por el presunto romance de dos años que mantuvo con el capo Arturo Beltrán Leyva, alias “El Barbas”.
“A mí me tocó mirarla tres veces, por eso me consta... Le podría decir sin exagerar que la relación duró al menos dos años. Le regalaba relojes y joyas... Siempre iba bien vestida, elegantemente, en una ocasión la miré con pantalón y en dos ocasiones con vestidos pegados y muy elegantes. Las tres ocasiones con abrigo”, relató un supuesto miembro del cártel a la periodista.
Poco después de esas revelaciones, la conductora, en medio de lágrimas, explicó que estaba cansada de que los medios de comunicación, así como algunos periodistas de espectáculos y el público en general, la estuvieran atacando de manera constante.
“Me han dolido demasiadas difamaciones a lo largo de mi carrera y por supuesto que me seguirá doliendo. Me duele que esto afecte a mi esposo”, explicó la también actriz.
No todas cayeron
Aunque menos comunes, también han habido casos de mujeres que han rechazado los opulentos regalos de los narcotraficantes. Tal fue el caso de una empleada bancaria de Compostela, Nayarit, que hizo todo lo posible por no relacionarse afectivamente con Joaquín “El Chapo” Guzmán, aunque al final no pudo evitarlo.
El capo, acostumbrado a que las muejres le hicieran caso, no le agradó que desde el comienzo Blanca Estela Peña García lo rechazara una y otra vez cuando él se ofrecía como su pretendiente.
En un intento desesperado, “El Chapo” le lanzó desde un avión cientos de flores, lo que solo aumentó los intentos de la mujer por alejarse, ya que no quería involucrarse con un criminal.
Guzmán Loera tenía entonces 30 años y no aceptaría un no como respuesta, por lo que decidió secuestrarla y obligarla a tener una larga relación. Ante las amenazas, Blanca aceptó estar con él por temor.
Se dice que no tuvieron hijos, aunque el reporte de seguridad señala que de esa relación nacieron dos hijos: Estela Desiree y un varón, ambos llevan el apellido del narcotraficante.
Otro caso es el de una mujer de El Salado, Sinaloa, llamada Glader Margarita Tapia Zazueta, quien fue novia del narcotraficante Lamberto Quintero en la década de los setenta.
Él la conoció en un restaurante en el que ella trabajaba. “Él siempre me dijo a mí: ‘Me gustas, te quiero, no vas a ser para otro hombre más que para mí”, relató la mujer en una entrevista al canal de YouTube Margarito Music Oficial.
“Yo le tenía miedo porque no le sabía sus trabajos, tenía ganado, un rancho, sus trabajadores y él venía todos los días”, recordó que si la veía platicando con otro hombre la jalaba del cabello e inmediatamente corría a su acompañante, enojado por las negativas que recibía de la mujer.
Sin embargo, ante la insistencia del narcotraficante decidió aceptar su propuesta romántica. Un 25 de noviembre, día de su cumpleaños, Quintero le regaló un vestido que aún conserva.
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