Hace exactamente 36 meses, el jueves 17 de octubre de 2019, poco después de las tres de la tarde, la capital de Sinaloa se convirtió en un campo de guerra.
Hombres a bordo de camionetas artilladas y vehículos de lujo, que habitualmente eran vistos en Culiacán haciendo rondines por la ciudad con el estereo a todo volumen y música de banda, ahora dispararan metralletas contra soldados del ejército mexicano.
En medio del fuego quedaron los niños que ya habían salido de las escuelas, sus madres que intentaban protegerlos a toda costa, los empleados que disfrutaban su hora de la comida y tuvieron que refugiarse oficinas, colegios, plazas, restaurantes y casas ajenas para evitar la feroz ofensiva del Cártel de Sinaloa.
La detención y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, quien fuera líder del Cártel de Sinaloa, extraditado desde 2018 a Estados Unidos y sentenciado a cadena perpetua en julio de 2019, constituyó uno de los puntos más áligidos en la historia del ejército mexicano.
Pues aún cuando entre los nueve muertos registrados por los acontecimientos solo hubo un elemento de las fuerzas del orden, el resultado general de ese día fue una derrota, una subyugación de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a manos de una legión de cientos de jóvenes al servicio del que es considerado el cártel de drogas más poderoso del país.
Antes de ese enfrentamiento, el derribo de un helicóptero Cougar de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) por parte del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), el 1° de mayo de 2015 en Villa Purificación, Jalisco, que acabó con la vida de ocho militares y un policía federal, había sido la afrenta más dura contra el ejército por parte de una organización criminal.
El día más negro para el Ejército
El viernes 1 de mayo del 2015 ocurrió uno de los episodios militares más negros en la historia contemporánea de México: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) derribó un helicóptero de la Fuerza Aérea con un lanzacohetes, acabando con la vida de todos sus tripulantes.
La aeronave - un Cougar con matrícula 1009- fue derribada en el municipio de Villa Purificación, Jalisco, con una técnica similar a la utilizada en Oriente Medio por terroristas.
El propio gobierno mexicano reconoció que fue una emboscada “inédita y perfectamente diseñada”.
Los criminales incluso intentaron “rematar” a los oficiales que sobrevivieron al aterrizaje forzoso, quienes lograron ser rescatados por sus compañeros que participaban en el arranque del Operativo Jalisco, de acuerdo con el relato oficial.
Esa mañana la Sedena, junto con la Policía Federal, la Marina, la Procuraduría General de la República (PGR) y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), arrancaron el operativo para sumarle puntos a la administración del ex presidente priista Enrique Peña Nieto, gravemente perjudicada por el caso Ayotzinapa.
Cuatro helicópteros, dos de la Fuerza Aérea Mexicana y dos de la Policía Federal, sobrevolaron el camino entre los municipios de Casimiro Castillo y Villa de Purificación (a unos 300 kilómetros de la capital jalisciense, Guadalajara), como parte de un recorrido de reconocimiento.
Al observar un “convoy atípico” por el tipo de camionetas “que automáticamente llaman la atención”, de acuerdo con las palabras del comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, el helicóptero Cougar “se aproximó un poco”.
En los segundos siguientes el rotor de cola fue golpeado por un proyectil que había sido expulsado de un lanzador de origen soviético RPG (Rocket-propelled grenade, por sus siglas en inglés), capaz de disparar cohetes impulsados por granadas.
Tras el ataque, el grupo criminal encabezó a partir de las 9:00 horas del mismo viernes cuatro enfrentamientos y realizó 39 bloqueos en 25 municipios —siete de la Zona Metropolitana de Guadalajara—, según información del gobierno de Jalisco.
Fueron un total de 26 rutas del transporte público y 12 puntos carreteros afectados, así como 11 sucursales bancarias, cinco gasolineras y 36 vehículos incendiados. También hubo acciones similares en Guanajuato, Colima y Michoacán, donde el cártel tiene presencia.
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