El 17 de octubre de 2019 quedó marcado en la historia del narcotráfico como el día en que el Cártel de Sinaloa sometió al Estado mexicano tras el fallido operativo para detener a Ovidio Guzmán López, cuyos detalles de planeación fueron revelados gradualmente durante tres años.
La primera versión del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador fue que el Ejército y la recién creada Guardia Nacional fueron atacados por casualidad desde el interior de una casa, mientras los agentes realizaban patrullajes en un fraccionamiento de Culiacán, Sinaloa.
Eran cerca de las 14:00 horas en el bastión del Cártel de Sinaloa. Las autoridades sabían que a plena hora del día sería necesario un dispositivo de seguridad y destinaron alrededor de 120 agentes para la orden de arresto. Pero irrumpieron en dominios del narcoimperio heredado por Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y que estaba a cargo de sus hijos: los Chapitos.
Sin embargo, las autoridades informaron de todo el plan para detener a Ovidio Guzmán López, el Ratón, casi dos semanas después de que se registraran bloqueos, asesinatos, amenazas contra la población y toda una ola de narcoterror que paralizó a Culiacán y que desde entonces se llamó el culiacanazo.
Mientras tanto, pasaron horas para que la gente supiera las razones reales que llevaron a la violencia desatada una tarde que se convirtió en el jueves negro. En redes sociales circularon videos de sicarios desfilando con fusiles de alto poder, disparando contra militares; igual se veían autos quemados en vías principales y civiles resguardados en tiendas departamentales, al tiempo que las detonaciones eran incesantes en las calles.
Alrededor de las 19:30 horas de ese día, las autoridades federales informaron que suspendieron el operativo, lo que significaba que habían liberado al sujeto que sí tuvieron detenido: Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán acusado por narcotráfico en la Corte del Distrito de Columbia desde 2018.
Al día siguiente, el presidente López Obrador mintió en parte porque aseguró que la decisión fue en consenso con el Gabinete de Seguridad. Meses después confesó que él dio la orden directa de frenar todo. Durante su conferencia matutina en Oaxaca, el 18 de octubre de 2019, justificó que se evitó una masacre que se hubiera dado si el gobierno no cedía, además, estaban en juego la vida de militares como de sus familias, al igual que el resto de civiles.
El mandatario reveló la orden de captura con fines de extradición que intentó ser cumplimentada, pero que los soldados fracasaron por la reacción de los Chapitos. Supuestamente desconocía que se realizaría el operativo por su secrecía, pese a sus argumentos de que el presidente está enterado de todo lo que pasa en el país y se reúne diario a las seis de la mañana con su Gabinete de Seguridad.
La escena en Culiacán era devastadora. Algunos cuerpos ni siquiera eran levantados por la mañana siguiente. Quienes se refugiaron en comercios salían para ir a casa, otros pasaron toda la noche con vecinos que los resguardaron por donde iban pasando, cerca de la escuela o el trabajo. Había militares por todos lados. El Cártel de Sinaloa se impuso y demostró quién manda en esa zona.
Cuando la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) informó detalles del operativo, el 30 de octubre de 2019, concluyó que fue una estrategia mal planeada, precipitada y con falta de previsión sobre las consecuencias.
Después, las autoridades federales culparon al coronel Juan José Verde Montes, quien actuó sin consultar a sus superiores para realizar el operativo como líder del Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico.
Luis Cresencio Sandoval, titular de la Sedena, había explicado con detalle una cronología de los hechos, el saldo y cómo se realizó el plan, pues presentaron los datos a la Fiscalía General de la República (FGR) para que investigara sobre las fallas y se determinaran responsabilidades.
Apenas de manera circunstancial, el general secretario dijo que el objetivo estaba con su familia en la casa del Fraccionamiento Tres Ríos, a donde acudió alrededor de las 14:00 horas. Luego se supo que la propiedad era de su pareja.
Fue a finales de 2021, a dos años del culiacanazo, que el grupo Código FN lanzó el narcocorrido que se ha convertido en himno de Ovidio Guzmán López con su apodo del Ratón. Aunque es posible que los hechos narrados sean ficciones líricas, en el tema se afirma que el hijo del Chapo Guzmán no se confrontó a balazos porque privilegió la vida de sus hijas.
En un video del momento del arresto publicitado por el gobierno federal, una mujer salió antes que el Ratón y trató de calmar a los agentes que apuntaron sus armas y pidieron que el objetivo se rindiera y calmara a “su gente”. Ella alegó que había niños al interior de la vivienda. Presuntamente, se trataba de las nietas del Chapo Guzmán.
“Soy el Ratón, soy Ovidio, soy Guzmán hijo del Chapo. Soy hermano de Alfredito y de Archivaldo y por cierto me disculpo por lo del culiacanazo”, señala parte de la letra donde se añade que el objetivo se siente más fuerte que nunca.
Yo no peleé, pues la vida de mis hijas fue primero. Y agradezco a la plebada el jueves negro se rifaron por mi cuero con todos los del gobierno
Con eso se sugirió que al menos este hijo del Chapo Guzmán ya se había casado a sus 32 años. Sobre la boda no quedaba muy claro en los informes porque no se difundió como ocurrió con el de Alejandrina Giselle Guzmán Salazar, hija del capo que contrajo nupcias en una ostentosa ceremonia fuertemente resguardada en Culiacán en enero de 2020.
Dos semanas posteriores de aquel festejo, el entonces secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, aceptó que la administración actual no contaba con ninguna orden de arresto contra el Ratón, aún cuando estuvo implicado en los hechos de violencia. Hasta la fecha sigue sin reactivarse ningún operativo por el caso y las autoridades tampoco han presentado a ningún responsable.
Trece días después del narcoterror en la capital de Sinaloa y en las fechas de Halloween, un niño fue disfrazado con la ropa similar a la que fue fotografiado Ovidio Guzmán López. El pequeño llevaba puesta una camisa azul pálido, un escapulario, le dibujaron una falso crecimiento de barba y bigote y portaba una gorra.
De inmediato se popularizó la figura del Ratón en la narcocultura. Su imagen fue simbólica aunque se pensaba que no tenía tanto recorrido criminal como sus dos hermanos mayores. Guzmán López se volvió la referencia sobre los narcojuniors recientes y con él se inauguraba la narrativa mediática para identificar de quién se habla si hay referencias a los Chapitos.
Cuando aún quedaban preguntas sobre el culiacanazo, el presidente fue confrontado en su conferencia matutina sobre la supuesta intervención del gobierno de Estados Unidos para presionar a las autoridades mexicanas y así se efectuara la detención en plenos dominios del Cártel de Sinaloa.
“Nosotros no recibimos órdenes de Washington, ¿sí?, porque en una de esas sale hasta en la portada de que nos instruyeron y que por eso se actuó”, retó el mandatario el 31 de octubre de 2019.
La sospecha de presiones extranjeras crecieron porque se criticaba la tensa relación con el gobierno de Donald Trump en materia de seguridad y el rechazo a seguir la Iniciativa Mérida, cuyo financiamiento desde Estados Unidos se concretó con Felipe Calderón para impulsar la guerra contra el narco.
Un mes antes del culiacanazo, el 16 de septiembre de 2019, el entonces gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, se reunió con agentes de la Administración del Control de Drogas (DEA), algo que nunca había ocurrido anteriormente entre ambos niveles. También acudieron funcionarios de la Embajada de EEUU y se pensó que se había tratado una petición para lograr la captura.
Un año más tarde, el gobernador confesó que la reunión con la DEA fue para presumir logros en materia de seguridad y vigilancia para que se levantara la alerta de riesgo para los visitantes en el ramo del turismo. Su secretario de Seguridad le informó que se trataba de una visita honrosa y por eso accedió, pero aseguró que no trataron temas sobre el Ratón y solo coincidieron las fechas.
De manera inicial, el priista sorprendió a la opinión pública cuando dijo en una entrevista televisiva que no sabía nada de qué estaba ocurriendo el jueves negro, que todo el caso lo llevó la administración federal. Después declaró que estaba terminando de comer ceviche cuando se enteró de las balaceras.
William P. Barr, quien fue fiscal general de EEUU desde febrero de 2019 a diciembre de 2020, sugirió en marzo pasado que el Departamento de Justicia colaboró en el operativo para detener al hijo del Chapo en Culiacán.
“Cuando intentamos arrestar al hijo del ‘Chapo’, llegaron 700 tropas paramilitares, con metralletas calibre 50 montadas en las cajas de las camionetas, y el Ejército se retiró”, dijo el abogado en entrevista con Fox News.
Para diciembre de 2021, 26 meses después del culiacanazo, el Departamento de Estado de Estados Unidos renovó sus intereses por los Chapitos y ofreció una recompensa de cinco millones de dólares por cada uno de ellos, pues se aseguró que los Menores siguieron con el negocio desde la capital de Sinaloa tras el arresto definitivo de su padre en 2016.
En la ficha criminal de Ovidio Guzmán López se destacó que él y su hermano Joaquín son capaces de fabricar de 3 mil a 5 mil libras de metanfetaminas cada mes tan solo en Sinaloa porque supervisan 11 narcolaboratorios. en su propia célula, amparados por sus hermanastros Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar.
Ambos comenzaron su carrera criminal muy temprano, al heredar las relaciones de su hermano Édgar Guzmán López, asesinado en 2008 en Culiacán por los mismos sicarios al mando de su padre, quienes lo confundieron, junto con sus acompañantes, como enemigos. El Chapo Guzmán procreó a Édgar, Joaquín y Ovidio en su segundo matrimonio con Griselda Guadalupe López Pérez y/o Silvia Escoto Muñoz.
Tras el fallecimiento de su hermano, los Guzmán López heredaron las ganancias del negocio y comenzaron a invertir grandes cantidades de dinero en efectivo para comprar marihuana en México y cocaína en Colombia. Una de sus incursiones novedosas fue exportar efedrina de contrabando desde Argentina, cuando comenzaron a experimentar con la producción de metanfetamina.
Sobre Ovidio Guzmán López, añadía el reporte oficial de la agencia norteamericana, se ha detectado que ordenó los asesinatos de informantes, un narcotraficante y un popular cantante mexicano que se había negado a cantar en su boda. Ahí fue cuando se supo que ya había contraído matrimonio y su nivel de violencia era letal por cuestiones que parecerían un simple desprecio por seguridad.
En mayo de este 2022 se dio a conocer que Ovidio Guzmán López tiene a su mando una célula de sicarios fuertemente armados identificados como Fuerzas Especiales Ratón. Junto con sus hermanos desplegó a sus operadores para apoderarse de la Ciudad de México, pero no lo han logrado.
Sobre las Fuerzas Especiales Ratón se ha indicado que conforman la escolta más cercana del hijo del Chapo Guzmán. Se trata de hombres armados con fusiles de guerra y equipo táctico militar, quienes se distinguen con parches tácticos de un ratón gris sonriente y una corbata de moño roja. La figura es casi idéntica a Pixie, personaje de la serie de animación Pixie and Dixie and Mr. Jinks que produjo la compañía Hanna-Barbera a principios de 1960.
Algunos detalles adicionales sobre el culiacanazo fueron revelados a raíz de los documentos hackeados a la Sedena por el colectivo Guacamaya, organización que vulneró la seguridad cibernética del Ejército el mes pasado y extrajo miles de correos electrónicos en 6 Terabytes.
En los documentos de uso interno para las Fuerzas Armadas se indican un par de llamadas distintas: la de los hijos del Chapo Guzmán, así como la orden del presidente López Obrador para dejar ir al objetivo. Hasta entonces se había reportado que el acusado se comunicó para cooperar con las autoridades, quienes le pidieron que sus huestes cesaran el ataque y las presiones para dejarlo ir.
Pero no se sabía específicamente ni de manera oficial a quién llamó el Ratón. En la publicación reciente se asegura que Guzmán López estableció una línea directa con su hermano mayor, el Chapito, quien no accedió a retroceder y amenazó con matar a familias de los militares.
En los nuevos informes se precisa que las fuerzas de seguridad conminaron a Ovidio Guzmán López a las 15:17 horas para que persuadiera a sus hermanos que mantenían una actitud hostil de sus células. Ahí fue cuando llamó al Chapito.
El titular de la Sedena dijo en su momento que la decisión de suspender el operativo fue determinada a las 19:49 horas, pero el informe revelado por Guacamaya Leaks indica que la llamada del presidente López Obrador se recibió a las 19:30 horas, casi 20 minutos antes. No queda claro por qué está vacío ese lapso de tiempo, solo se define que el total del operativo fue durante cuatro horas y 15 minutos.
Esa suma de desfases temporales se añaden al número de personas asesinadas aquel día del culiacanazo. La Sedena aseguró que hubo ocho muertos, pero los informes internos señalan una víctima adicional, cuyos restos calcinados y cuerpos con impactos de bala estaban en unidades oficiales de la policía local, así como en un camión de la Guardia Nacional.
Estos mismos informes robados a la dependencia militar han revelado pesquisas de la FGR para requerir información sobre la presunta responsabilidad de soldados que hubiesen protegido a los Chapitos y para lo cual ya han acudido a declarar algunos agentes que intervinieron.
“Hago de su conocimiento que esta fiscalía cuenta con líneas de investigación en las que se pudiera desprender la posible participación de elementos de su corporación en los hechos acontecidos”, señala un mail enviado el 15 de febrero pasado.
Ese reporte fue generado por la Unidad Especializada en Investigación de Terrorismo, Acopio y Tráfico de Armas de la FGR y el destinatario se identificó en el general de brigada de justicia militar, Miguel Carrasco Hernández.
Tuvieron que transcurrir ocho meses después de los sucesos en la capital de Sinaloa para que el presidente asumiera su responsabilidad directa. Desapartado de lo que se dijo en un inicio, en junio de 2020, el mandatario aclaró que él dio la orden directa para liberar al Ratón.
Un año después justificó su decisión alegando que pudieron morir 200 inocentes de haber usado toda la fuerza del Estado y desatar una serie de enfrentamientos en la imposición del Ejército. En diferentes fragmentos, el presidente ha colocado poco a poco las piezas del rompecabezas sobre el culiacanazo, pero mientras tanto, el caso sigue impune.
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