Braulio Bacilio Caballero era un adolescente de trece años con gran apego a su familia, especialmente a sus abuelos y a su hermana menor. Su madre lo describe como tierno y cariñoso.
Le gustaba jugar videojuegos en línea y escuchar hip hop, era aficionado al futbol y en especial al equipo de las Chivas Rayadas del Guadalajara. Soñaba con ser piloto aviador del Ejército Mexicano.
Diariamente, después de salir de la secundaria, iba al paradero de la estación Pantitlán del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro para ayudar a sus padres a atender el negocio familiar. El día en que desapareció transcurría con normalidad hasta la inesperada visita de su medio hermano.
En entrevista con Infobae México, los padres de Braulio, llamados Miguel y Fernanda, compartieron los detalles de lo ocurrido el 28 de septiembre de 2016. En esa fecha se gestó lo que ellos llaman una “desaparición institucional”, pues su hijo fue arrollado por un automóvil y por una serie de omisiones de las autoridades perdieron su rastro cerca de seis años, es decir 72 meses, 2 mil 190 días, 52 mil horas de angustia/sufrimiento/esperanza de no saber si estaba bien o si regresaría algún día.
El día en que Braulio desapareció
El 28 de septiembre, como de costumbre, Braulio le llevó comida a su papá, quien recordó haberlo visto contento y sonriente. Después se dirigió al puesto de su mamá, quien le avisó que su medio hermano lo estaba buscando.
Él se despidió con la mano de su madre, la última persona que lo vio con vida. Ella contó que alcanzó a ver cómo se alejaba junto al otro joven pero pronto lo perdió de vista porque tuvo que atender a un cliente.
Unos minutos después un automóvil arrolló a Braulio sobre la vía Río Churubusco en el bajo puente Pantitlán rumbo a Nezahualcóyotl. Pese a que Fernanda estaba cerca de ahí no notó el terrible incidente, debido a las circunstancias en que se dio y que Miguel recordó de esta forma:
“Mi niño quedó atorado debajo de automóvil y hasta donde tenemos información lo arrastran prácticamente un kilómetro”.
Lejos de donde lo arrollaron, Braulio fue trasladado al Hospital de Balbuena donde perdió la vida unas horas más tarde en consecuencia de la gravedad de sus heridas. El médico que lo atendió cometió un error que costó a su familia seis años de incesante búsqueda: lo registró con la edad de 20 años.
Las irregularidades continuaron cuando los agentes del Ministerio Público (MP) que levantaron el acta por el atropellamiento registraron los mismos datos que en el reporte médico. Fue entonces que, tal como mencionó el señor Miguel:
“Se descandenó esta desaparición institucional, el mal registro, la falta de investigación, falta de búsqueda”
Mientras tanto sus papás lo buscaban en el paradero de Pantitlán y la zona aledaña donde lo vocearon sin éxito a partir de la media noche. Por la mañana levantaron el reporte de desaparición pero les fue negada la activación de la Alerta Amber.
Desaparición institucional: las omisiones en el caso de Braulio
Los errores de registrar mal la edad de Braulio y de no activar la Alerta Amber fueron tan sólo los primeros. Desde el comienzo el MP se limitó a emitir el boletín de búsqueda y dejó la investigación a cargo de sus familiares, a quienes un policía de investigación les ofreció apoyo únicamente si ellos encontraban por su cuenta una pista de que el menor estuviera en riesgo.
Fueron años de búsqueda sin rumbo en los que, como es lógico, Miguel y Fernanda buscaron a su hijo en los círculos cercanos, con familia y amigos inicialmente. Después recorrieron toda la ciudad, siempre con la esperanza de encontrarlo con vida.
En 2017 Miguel fue notificado de que la carpeta se archivó ante la falta de líneas de investigación. Fue hasta dos años más tarde que, con asesoría particular, la Alerta Amber se activó y se reabrió el caso.
A partir de entonces las autoridades emprendieron algunas acciones, aunque insuficientes. Una de ellas fue buscar a Braulio en zonas donde testigos reportaron haberlo visto, pues la principal línea de investigación era que se ausentó voluntariamente y estaba en condiciones de calle.
También fueron revisadas las carpetas de las personas fallecidas que estaban sin ser reconocidas desde 2016 hasta 2022, en Ciudad de México y Estado de México. No había rastro del pequeño: la mayoría de las personas registradas era mayores de 30 años, lo más cercano que encontraron a él era la fotografía de un joven de entre 19 y 20 pero con tes blanca.
El perfil genético de Braulio fue almacenado en la base de datos de adultos fallecidos en el Instituto de Ciencias Forenses (INCIFO). La familia decidió buscarlo en la base de datos de adultos, porque en la de menores no fue hallado, fue así que lo encontraron y se enteraron de cómo murió.
Miguel está seguro de que no se equivocó al revisar aquellos registros pues tiempo después, cuando pudo acceder al acta que se levantó por el incidente vial, aseguró: “con solo ver su manita supe que era mi niño”. Es por ello que de haber visto una imagen de su hijo antes lo habría reconocido inmediatamente.
Fue hasta el 11 de abril de 2022 que las autoridades informaron que Braulio falleció en un accidente vial el mismo día en que desapareció, hecho del que las instituciones se enteraron casualmente. El adolescente pasó 1 mes en el Servicio Médico Forense, luego fue trasladado a la fosa común del Panteón de Dolores.
Justicia para Braulio
Después de casi de seis años de incertidumbre los papás de Braulio se enteraron no sólo de que su hijo murió el mismo día en que desapareció, sino de que el responsable fue aprehendido. Un testigo de los hechos fue clave en la aprehensión.
Pese a que podría parecer que se hizo justicia, lo cierto es que el causante de la tragedia recibió una sentencia corta, de siete años. Miguel compartió que actualmente incluso tiene la posibilidad de solicitar su liberación anticipada.
“Esta persona tiene la posibilidad de ya en unos días o meses salir y continuar su vida como si nada, ya sin remordimiento”, lamentaron los padres de Braulio.
El responsable de la muerte del pequeño no puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, por lo que ahora Miguel y Fernanda luchan por que se reconozca la culpabilidad de médicos y agentes del MP involucrados que retrasaron la localización de su hijo.
Sin embargo, saben que están en desventaja ya que, según palabras del señor Miguel: “Los servidores públicos no van a levantar la mano para juzgarse a sí mismos. Es una batalla desigual porque nosotros no tenemos esa capacidad de defender nuestros derechos como víctimas”.
Pese a que saben que a nivel institucional se encontrarán con muchas trabas, planean continuar con el proceso que en el mejor de los casos prevén que tome de uno a dos años, todo por la búsqueda de justicia.
“De pronto es hasta irónico acceder a una justicia que para las víctimas se bloquea en el momento en que se tocan a las altas instituciones”, finalizó el padre de Braulio.
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