Posiblemente, alguna vez has escuchado hablar sobre el amparo. Con frecuencia, se puede leer sobre él en los periódicos, o se menciona en reuniones. Incluso, tal vez hemos sido parte o hemos estado cerca de un juicio de amparo.
El juicio de amparo es un medio o herramienta de defensa que es muy utilizado y del que se habla mucho, pero en ocasiones es difícil entender bien cuál es su objetivo y funcionamiento. Conocer el amparo es necesario no solo para quienes desempeñan la abogacía, es importante para cualquier persona, sea porque en algún momento podamos necesitar defender nuestros derechos a través de la protección del poder judicial, o bien porque conocer nuestros derechos y la forma de garantizarlos nos hace una sociedad más libre, democrática, comprometida, con el fortalecimiento del estado de Derecho y con la búsqueda permanente de justicia y equidad.
Conocer de qué trata el juicio de amparo es importante para que cualquier persona o grupo defienda sus derechos.
Según el texto La Ley de Amparo en lenguaje llano, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el juicio de amparo “es una de las herramientas jurídicas más utilizadas en México. ¿Por qué? Por que el juicio amparo le permite a todas las personas dentro de nuestro territorio nacional defenderse, de manera pacífica, de los actos de la autoridad pública que violen sus derechos humanos. Estos actos pueden provenir de policías, agentes del ministerio público, regidores e incluso hasta de los actos de los mismos jueces”.
También se explica que “el amparo es un medio de defensa que las personas tenemos para proteger, ante los tribunales, los derechos que reconoce nuestra Constitución cuando consideramos que una autoridad los está violentando”.
El amparo es un recurso muy utilizado, y se ha implementado en otros países. Sin embargo, pocos saben que este recurso se creó en México.
El creador del amparo fue Manuel Crescencio García Rejón. Fue hijo de Manuel García Rejón y Bernarda de Alcalá, nació el 23 de agosto de 1799 en Bolonchenticul, población de la región de los Chenes, en el noreste del actual territorio del Estado de Campeche. Junto con Mariano Otero se le considera el padre del juicio de amparo, arquetipo de la defensa constitucional, de los derechos individuales en el mundo. Es considerado de igual forma un hombre de leyes, diplomático, tratadista, hombre de Estado, pero sobre todo, un pionero de la generación de los grandes liberales de este país.
García Rejón se consolidó como un hombre de leyes: sus distintas acciones como legislador, constituyente y consultor, abundan, particularmente a lo largo de la década de 1820. Es recordado como el creador del juicio de amparo, por haber sido el primero en hacer su planteamiento jurídico en su proyecto de Constitución para Yucatán en medio de un proceso separatista en 1841.
Por su parte Otero hizo lo propio en el Acta de Reformas a la Constitución de 1824, en mayo 1847, en plena guerra con Estados Unidos; ambos juristas reflejaron su compromiso con la defensa de los derechos individuales en sus actos y planteamientos durante las difíciles condiciones y época que les toco vivir. Su legado, el amparo es una de las leyes constituyentes más reconocidas de nuestro país, pues protege los derechos humanos en México.
Entre los aspectos relevantes en la vida pública de Manuel Crescencio García Rejón destaca haber sido el primer diputado en México en pronunciarse por la abolición de la pena de muerte.
Se involucró intensamente en la política del periodo post independentista, desde conspirar contra Iturbide hasta participar en la elaboración de la Constitución Federal de 1824. También se destacó por su participación en la recomposición de las lógicas masónicas: pertenecía al rito escoces, y luego fue parte de los novenarios.
En 1846 fue electo diputado por el Distrito Federal, y presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales. La Constitución en la que participó Crescencio García Rejón ha tenido grandes reformas, siendo la principal la que dio lugar a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, la cual aún nos rige. Sin embargo, aún dentro de ésta se han dado modificaciones, entre las cuales están las relativas al amparo y los derechos humanos del 6 y 10 de junio de 2011. Así, desde la Ley de Amparo de 1936, la normatividad del juicio de amparo evolucionó paulatina y lentamente, hasta el 6 de junio del 2011. Desde entonces su desarrollo y proyección se ha acelerado, logrando ser eficaz y un verdadero mecanismo protector de los derechos humanos existente y reconocidos en la Constitución y en tratados internacionales.
Murió un día como hoy, 6 de octubre, de 1849.
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