Han pasado más de ocho años desde la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa y, hasta el momento, la investigación ha generado más dudas que certezas.

Si bien el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) dio a conocer recientemente algunos hallazgos relevantes que contemplan la participación conjunta del Ejército y el cártel de Guerreros Unidos, otros avances como los de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia (CoVAJ) han sido duramente cuestionados.

El pasado 18 de agosto, el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, fue el encargado de presentar las últimas investigaciones de la comisión respecto a este caso. Aquel día se reconoció, por primera vez de manera oficial, que lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014 fue un crimen de estado.

Otro de los aspectos que más destacaron del informe publicado en tal fecha fueron las capturas (testadas) de supuestas conversaciones vía WhatsApp entre miembros de Guerreros Unidos durante la noche del 26, la madrugada del 27 de septiembre y los días subsecuentes.

A partir de tales conversaciones se presumió la participación de mandos del 27° Batallón de Infantería de Iguala, lo cual ha despertado un sinfín de dudas y sospechas al interior del propio gobierno federal.

En su última columna para Ejecentral, el periodista Raymundo Riva Palacio destacó que la “verdad alterna” difundida por Alejandro Encinas y la CoVAJ se enfrenta a un gran obstáculo: “carecen de sustento técnico y peritajes forenses”.

Servidores públicos de dos dependencias federales, cuya identidad se mantuvo resguardada en el texto del columnista, han sospechado sobre la veracidad de los chats incluidos como parte del análisis telefónico de CentroGeo incluido en el documento de la comisión.

Por su parte, funcionarios de una tercera dependencia admitieron que la información entregada por Estados Unidos como parte de la investigación de la DEA (Administración de Control de Drogas) sobre Guerreros Unidos —con chats del Blackberry de Sidronio Casarrubias— no estuvo acompañada del soporte técnico a México, lo cual representaría un problema para “probar que los chats sí son reales”.

Sumado a ello, señaló Riva Palacio, la Fiscalía General de la República (FGR) “tampoco podrá aportar los teléfonos celulares porque, hasta donde se sabe, el equipo de Encinas no los tiene”.

Las fuentes referidas por el también analista político consideraron que los chats “son falsos y fueron inventados dentro de la comisión presidencial”. Su principal argumento son algunas anomalías detectadas en las capturas incluidas en el informe, pues aparentemente los íconos característicos de la aplicación que aparecen en el fondo de pantalla de las conversaciones estaban en una posición distinta a la habitual.

Como presunta prueba de ello, Riva Palacio mencionó que hay una conversación registrada a las 15:44 horas del 28 de septiembre de 2014 en la que David Cruz Hernández, jefe de Los Tilos identificado como El Chino (alias que comparte con Sidronio Casarrubias), se comunicó con Ramiro Ocampo Pineda, El Chango, e hicieron referencia al Coronel, presunto alias del entonces comandante José Rodríguez Pérez, como alguien dentro de la nómina de la organización criminal.

Según resaltó el columnista, en la parte superior del mensaje se puede leer la palabra “Hoy”, lo que aparecería “si la captura de pantalla se hubiera hecho el mismo día en que se envió la imagen, lo que no fue así”.

Otras capturas aparentemente anómalas, de acuerdo con Riva Palacio, son aquellas de las 3:12 y 3:13 hrs. del 27 de septiembre, en las que Gildardo López Astudillo, El Gil, le comenta al Chino que El Negro, presunto jefe de GU en Iguala, “se está haciendo bolas, que ya no hay tiempo, que a los estudiantes empiecen a ‘dormirlos’”. En dichas imágenes aparecería una línea que cruza por el frente el ícono de un mono que tapa su boca, cosa que no es visible en el fondo original.

Dado que gran parte de la “verdad alterna” de la CoVAJ está basada en las conversaciones de WhatsApp, de las cuales no se ha aportado el soporte técnico y los peritajes necesarios, su veracidad ha sido puesta en duda dentro del gabinete presidencial.

A consideración del periodista, contrarrestar las sospechas “está en las manos de Encinas”, por lo que sería necesario presentar las pruebas de que los chats efectivamente ocurrieron en los lugares y tiempos señalados. “Si eso no es posible, su investigación quedará trunca y con el fracaso como destino”, concluyó Riva Palacio.

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