México es un país emprendedor, pues muchas personas han iniciado negocios en el país, que resultan ser un éxito. Sin embargo, también existen muchos casos en los que se intenta despegar con alguna empresa, y resulta ser un fracaso. Regularmente, estas empresas duran muy pocos años.
Sin embargo, hay otras que duran décadas y décadas, e incluso más de un siglo, y siguen vigentes hasta la fecha. Tal es el caso del refresco mexicano más antiguo: Toni Col.
Su gran sabor, su emblemática botella, y el hecho de ser 100% mexicano, ha hecho que la gente lo prefiera por encima de marcas extranjeras.
Toni Col se encuentra entre los refrescos favoritos del público mexicano, y muestra de ello es que lleva muchos años en el mercado, y a pesar de que varias marcas de la competencia han intentado imitar su sabor vainilla, la realidad es que no han logrado igualarlo y están lejos de hacerlo.
Historia de Toni Col
A finales del siglo XIX se fundaron dos empresas refresqueras muy famosas en el norte de México: La Eureka y la Azteca, que si bien no eran las más grandes, con el paso de los años fueron tomando popularidad y estableciéndose fuertemente en esa región del país.
En esa época, los refrescos que se vendían no contaban con alguna marca en específico, de hecho, un dato cultural importante es que se pedía el refresco que deseaba la gente basándose en el color que tenía.
La empresa Azteca era propiedad de un hombre llamado Don Enrique Castañeda, mientras que La Eureka le pertenecía a Don Antonio Espinosa de los Montero, entre ellos se repartían el mercado, principalmente de El Rosario, en el estado de Sinaloa, donde fueron fundadas. Cada uno tenía sus variantes de sabores y colores, sin embargo, entre ellos destacaba un refresco que era muy bueno, con un sabor a vainilla y de color negro muy similar al refresco de cola.
El nombre de la bebida era Tonico, que si se entiende la palabra, el nombre de Toni viene del nombre del fundador, y Co, es la abreviatura de compañía. Sin embargo, posteriormente le cambiaron el nombre, pues ya existía un producto, que era un medicamento, y que llevaba ese mismo nombre, por lo que se le puso Toni Col. A inicios del siglo XX las empresas arrancaron con todo, y querían comerse el mercado, pero encontraron varios obstáculos para hacerlo.
El principal y más importante era lograr obtener los insumos para elaborar los productos, pues todo el proceso, desde la fabricación y embotellamiento se hacía de manera muy rudimentaria y antigua. A mediados de la década de los años 20 del siglo pasado, llegó a las filas de Eureka Ángel Solorza González, quien estuvo en varias áreas del negocio donde aprendió de todo y se volvió un experto en el tema de los refrescos.
Debido a que era muy bueno, se fue a trabajar a Mazatlán, pero por un problema familiar se vio en la necesidad de volver a Rosario. Enrique Castañeda, conociendo el expertis que manejaba, lo invitó a trabajar en las filas de La Azteca, y unos años más tarde, Ángel, platicando con el hijo del fundador de La Eureka, y en ese entonces, dueño de la compañía, le propuso fusionar ambas refresqueras para convertirse en una gran empresa.
Unos años más tarde se fusionan, y forman lo que hoy se conoce como El Manantial. Para 1947 Solorza decide que era momento de darle su propia imagen al producto estrella de la compañía, por lo que le mandan a hacer su etiqueta y envase personalizado para que fuera único, y además le agregaron a un pequeño vestido con un traje típico de aquella región para dejar su sello sinaloense.
Para 1966 Solorza pasó a ser el dueño de El Manantial, y querían llevar el famoso refresco a todos, por lo que comenzó la expansión inmediata de este rico refresco. Los primeros pasos que se dieron fueron hacia el estado de Jalisco, donde fue del agrado de los paladares de los jalicienses, y poco a poco se fue encaminando a la capital del país.
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