El jueves 4 de abril de 1985 las autoridades arrestaron en una lujosa mansión de Alajuela, en Costa Rica, al narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero, quien tras casi una década prófugo fue recapturado el pasado 15 de julio en la sierra de Sinaloa.
Con él se encontraban cinco personas, entre ellas “una niña de 17 años que fue secuestrada de su hogar en Guadalajara el 8 de marzo” de 1985, según una nota de la época publicada al día siguiente por el periódico “The News”, la cual fue archivada y traducida por la ex agencia de inteligencia del gobierno de México, Dirección Federal de Seguridad (DFS).
“La incursión fue resultado de un ‘tip’ de la embajada norteamericana en San José”, escribió en aquel entonces el reportero C. G. De Matons.
Motivos sentimentales
Un informe de la DFS informó sobre otro “secuestro” que “sufrió” Sara Cosío Vidaurri Martínez en diciembre de 1984, cuando ella y su amiga Patricia, de 16 años, supuestamente fueron sustraídas por gente de Caro Quintero en la capital de Jalisco.
“El Lic. Cosío Vidaurri considera que los motivos del secuestro son sentimentales porque su hija Sara se ha negado a tener amistad con Rafael Caro Quintero”, se detalló en el expediente desclasificado de 95 páginas, al que Infobae México tuvo acceso y que forma parte de Los archivos secretos del narco.
Pero con el paso del tiempo la verdad terminó por salir a la luz. Sara Cosío no había sido secuestrada ni una sola vez y tampoco se había negado a tener algo más que “una amistad” con el “Narco de Narcos”.
“Caro Quintero y su novia Sara Cosío estaban en una cama sin ropa. Cuando vieron su habitación llega de hombres con trajes de fatiga, pasamontañas y rifles de asalto, pensaron que era un robo”, escribió el periódico “La Nación” en aquel entonces.
La pareja, junto con José Albino Bazán, Violenta Estrada, Miguel Ángel Suárez, José Luis Beltrán y Juan Carlos Camperos, se encontraba en una lujosa casa de 7 mil 757 metros cuadrados que el capo adquirió por 800 mil dólares de la época.
Dos autos de lujo y joyas carísimas: los regalos de Caro
Las tres semanas en las que el narcotraficante y su presunta novia estuvieron prófugos en Costa Rica vivieron como auténticos millonarios: se gastaron miles de dólares en fiestas y alquilaron las discotecas más exclusivas de la zona.
El narcotraficante aprovechó su estancia en el país para comprar cuatro propiedades valuadas en USD 1.9 millones en San José de la Montaña, Bello Horizonte de Escazú y Vázquez de Coronado.
Después de su captura, por el asesinato del ex agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena Salazar, las autoridades de Estados Unidos estimaron la fortuna de Caro Quintero en unos 500 millones de dólares.
El capo invirtió el dinero que le dejaba el narcotráfico en propiedades dentro y fuera de México y en un estilo de vida lujoso que incluyó jets privados, autos caros y una gran cantidad de guardaespaldas.
Según el archivo, los habitantes de San José, capital de Alajuela, reportaron haber visto a Sara Cosío conduciendo un auto deportivo rojo Toyota por las calles del centro de la ciudad.
Al momento de su arresto, Caro Quintero tenía en su poder más de USD 6 millones en efectivo, de acuerdo con un informe de la DFS resguardado en el Archivo General de la Nación y consultado por Infobae México. “A pesar de ser fugitivo, había tenido tiempo para comprar a Sara Cosío joyas por varios cientos de miles de dólares, un Mercedes Benz y un Toyota deportivo”.
Entre lo decomisado había joyas que valían más de un millón de dólares como cadenas, anillos de oro, medallas con incrustaciones de brillantes, pulseras de oro y relojes de la marca Rolex.
Autoridades de Costa Rica ayudaron a Caro Quintero
En la nota publicada en 1985 por “The News” se informó que el gobierno de Costa Rica había despedido el lunes 8 de abril, cuatro días después del arresto del narcotraficante, al entonces Director de Seguridad del aeropuerto de San José, Jaime Pereira, por la ayuda que prestó a Caro Quintero y sus cómplices para entrar al país.
El Ministro de Seguridad de Costa Rica, Benjamín Piza, dijo que Pereira le permitió a un Mercedes Benz con placas diplomáticas llegar directamente hasta la pista para recoger a Caro Quintero. Él y sus cómplices llegaron en un avión privado y no pasaron por migración”, dice un fragmento de la nota.
“El Consejo de Seguridad Nacional ordenó una exhaustiva investigación de cómo fue que entró Caro Quintero al país, cómo rentó coches y se instaló en residencias lujosas ya compradas, todo sin el conocimiento de los funcionarios de Costa Rica”, concluyó.
Nunca se logró aclarar quiénes habían dado el permiso para que el “Narco de Narcos” entrara al país. Una investigación reveló que había sido una “autoridad política superior”, pero nunca se aclaró quién.
A las 4:45 del 17 de marzo, cuando el avión en el que viajaban Caro Quintero y Sara Cosío aterrizó en el aeropuerto de Juan Santamaría, se estaba llevando a cabo un operativo antidrogas en coordinación con la DEA en una de las terminales.
La nave, pilotada por el costarricense Werner Lotz Artavia, llegó primero a la terminal. Pero en ese momento Lotz “se retiró unos minutos, regresó posteriormente y trasladó el avión, con ellos a bordo, a un lugar más alejado, descendiendo sus ocupantes sin haber pasado por las oficinas donde se revisan los documentos”, dijo la versión asentara por las autoridades mexicanas.
“Ese día había un operativo especial en el aeropuerto, se estaba esperando una avioneta sospechosa ¿No es de llamar la atención cómo pasó ese grupo en medio de toda la seguridad del aeropuerto, en medio de 70 policías?”, cuestionó el ex policía de la Dirección de Control de Drogas, Álvaro Cantero.
“Luna de miel”
Caro Quintero, quien enfrentaba cargos en México por homicidio y tráfico de drogas, aseguró que Sara Cosío no había sido secuestrada que “había ido deseosa con él a Costa Rica”.
Hija de Octavio César Cosío, ex secretario de Educación en Jalisco, Sara creció en el seno de una familia con alto poder adquisitivo. De ella se sabe que era conocida en los centros nocturnos y en los restaurantes más caros de Guadalajara.
Su carácter caprichoso le había dado fama en distintos círculos, lo cual era algo en común que tenía con Rafael Caro Quintero, quien siempre se hacía notar por sus arrebatos.
La leyenda cuenta que antes de que ella aceptara salir con él, el capo tuvo que aguantar varios desplantes y negativas de su parte.
En ese entonces el Cártel de Guadalajara dominaba el negocio de las drogas, y Sara era una de las jóvenes más populares de los centros nocturnos y restaurantes caros de la ciudad conocida como La Perla de Occidente.
En uno de esos lugares ambos se conocieron y supuestamente “hablaron mucho y pasaron mucho tiempo juntos”.
“La segunda o tercera vez que Caro Quintero la vio fue en un restaurante de Ernesto Fonseca Carrillo que se llamaba Lid”, explicó el autor Jesús Esquivel en su libro La CIA, Camarena y Caro Quintero: La historia secreta.
Los dos tenían mucho en común y en poco tiempo habrían iniciado una relación sentimental que nunca fue aprobada por la familia de Sara. Continuamente el capo trató de halagar a sus padres enviándoles costosos regalos, entre ellos, según cuenta la leyenda, un auto de lujo que fue rechazado.
A pesar de la oposición de la familia de Sara, la relación siguió creciendo y evolucionando. Pero todo cambió en febrero de 1985, cuando apareció muerto “Kiki” Camarena. El gobierno de Estados Unidos inició una cacería contra Caro Quintero, quien salió huyendo de México en un jet privado hacia Costa Rica.
Con él iba Sara, a quien sus familiares reportaron como secuestrada, en gran parte debido a las influencias de su tío Guillermo Cosío Vidaurri, quien llegó a ser gobernador de Jalisco por el PRI.
Las autoridades mexicanas intervinieron los teléfonos de la familia de Sara en Guadalajara para poder rastrear cualquier llamada que recibiera por parte del capo y que pudiera dar con su ubicación.
Y así fue. Una llamada para calmar a sus padres e informarles que estaba a salvo llevó la captura del narcotraficante.
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