Este jueves 15 de septiembre se cumple un aniversario más del inicio de la Guerra de Independencia. Fue un día como hoy, de hace 212 años, casi a la media noche, que comenzó el movimiento armado.
Con este, inició un proceso de más de 10 años, con el que se terminarían los 300 años de dominación española en el territorio mexicano. En este movimiento hubo muchos personajes destacados, que fueron parte de él, e incluso, dieron su vida durante el movimiento armado. Algunos de ellos fueron el cura Miguel Hidalgo y Costilla; José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero y Josefa Ortiz de Domínguez, entre muchos otros.
Sin embargo, no solo personajes mexicanos o españoles estuvieron relacionados con el inicio de la Independencia de México, pues de manera indirecta participaron otras grandes figuras de la historia Universal. Tal es el caso del francés Napoleón Bonaparte.
La figura de Napoleón Bonaparte emergió durante la Revolución Francesa, y con el paso de los años y su habilidad militar, su reputación fue creciendo gracias a sus victorias, que lo llevaron a convertirse en uno de los símbolos militares y políticos más importantes de la historia de Europa y del mundo entero.
Pero, además del importante papel que jugó Bonaparte en Europa, el militar francés también fue pieza clave en la Independencia de México, que pudo ser movilizada bajo la influencia de las guerras napoléonicas.
Tras las múltiples victorias y conquistas, Napoleón Bonaparte era considerado un héroe alrededor del mundo, además de ser considerado un gran amigo de la iglesia católica. Sin embargo, en 1807, las tropas de Napoleón ingresaron a la Península Ibérica, para invadir territorio español, y esto fue considerado como una enorme traición.
Inicialmente, España era aliado de Francia y Napoleón buscó la cooperación española en la invasión a Portugal, por lo que la monarquía de España cooperó, pero en mayo de 1808, la invasión francesa al territorio español generó la imposición por parte de Napoleón Bonaparte, de un reemplazante al rey español Fernando VII, quien tuvo que abdicar, quedando la plaza real en poder del hermano de Napoleón, José Bonaparte.
Este acto lo convirtió en un traidor ante los ojos de la nación española.
Cuando en 1808, los reyes de España fueron capturados y retenidos en Francia por Napoleón, en México se reunieron, convocados por el virrey Iturrigaray, los más importantes representantes de la corona para proponer las medidas a tomar, reflejando que la invasión napoleónica fue el detonante que se necesitaba para la movilización en la Nueva España, que a pesar de la enorme crisis, se había mantenido fiel a la Corona.
En julio de 1808, cuando llegaron las noticias a la colonia americana, se hizo evidente la debilidad del imperio español, y esto llevó a la movilización que inició en la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre de 1810, culminó con el Grito de Dolores, y con esta acción se dio inicio al movimiento de la Independencia de México.
Así, Bonaparte aseguraba que admiraba la labor de Morelos, quien para él era un guerrero inteligente y fuerte, e incluso, dijo que “con 100 hombres como él, podría conquistar el mundo”.
Tras su muerte, en 1821, Napoleón fue reconocido como una figura legendaria y nuevamente recuperó su estatus de héroe. En México, se convirtió en un personaje muy respetado, y sus influencias se vieron directamente reflejadas en varios aspectos de la cultura mexicana, por ejemplo, Agustín de Iturbide retomó elementos de la ceremonia de coronación de Napoleón Bonaparte en su propia ceremonia como emperador de México. Además, Vicente Guerrero tomó lecturas de las máximas de Napoleón para meterlas en sus proclamas. Antonio López de Santa Anna se consideró como el Napoleón mexicano.
Actualmente, en el Castillo de Chapultepec, puede encontrarse la reproducción de la máscara mortuoria de Bonaparte.
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