Miguel Ángel Félix Gallardo, el fundador del Cártel de Guadalajara de 76 años que este lunes 12 de septiembre obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria después de haber pasado más de tres décadas en la cárcel, en otra época llegó a tener tanto poder e influencia que las propias autoridades judiciales le ayudaron a evitar la galera.
Así lo reveló un expediente desclasificado de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) obtenido por Infobae México a través del Archivo General de la Nación y como parte de la serie “Los archivos secretos del narco”.
En el documento, con fecha del 25 de febrero de 1985, la DFS levantó un reporte sobre las “pruebas” y “documentos” que tenía la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) respecto a altos funcionarios de la entonces Procuraduría General de la República (hoy, fiscalía) que trabajaban o colaboraban con el narco.
El nombre que resaltó en primer lugar fue el del entonces Delegado de Circuito de la Zona Noroeste de la PGR en Tijuana, Jaime Torres Espinoza, quien según la DEA favoreció a Félix Gallardo, “El Jefe de Jefes”, en un juicio criminal en el que se le había girado orden de aprehensión en su contra por tráfico de drogas.
Las ventajas de tener “amigos”
Según las indagatorias de la DEA, en el proceso judicial 179-76, radicado en el Juzgado Tercero de Distrito en Tijuana, se libró orden de aprehensión en contra del líder del Cártel de Guadalajara por haber sido el presunto responsable de 134 kilogramos de cocaína y 19 de heroína que habían sido decomisados en el Aeropuerto Internacional de Tijuana en 1976.
“Con la ayuda directa de Jaime Torres Espinoza, (Gallardo) se presentó voluntariamente cuatro años después de que se giró la orden de aprehensión en su contra, en el Juzgado que lo requería, y a solo 48 horas de su comparecencia y a pesar de haber suficientes elementos acusatorios, fue puesto en libertad absoluta por falta de méritos”, describió el expediente.
El entonces Juez por Ministerio de Ley, Adán Villarreal, fue quien decretó la absolución de Félix Gallardo, y el entonces Subcoordinador de la “Campaña contra el Tráfico de Drogas”, junto con el coordinador Aaron Juárez Jiménez, ordenaron al Ministerio Público Federal, adscrito al Juzgado Tercero de Distrito, no apelar a la resolución donde se absolvió al narcotraficante.
“Torres Espinoza, como coordinador de la campaña contra el narcotráfico, luego de ordenar la no apelación por la libertad de Félix Gallardo, adquirió en plena devaluación del peso ante el dólar una mansión en San Diego, California, por la que dio un enganche por 48 mil dólares, parte de lo que se presume fue un soborno cuantioso”, detalló el informe de la DFS.
La caída del “Jefe de jefes”
Sin embargo, los privilegios de los que gozaba Félix Gallardo se esfumaron en febrero de 1985, cuando él y sus socios, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero, ordenaron el asesinato del ex agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena Salazar y el piloto mexicano Alfredo Zavala, cuyos cuerpos fueron hallados en Michoacán.
Aquello desató una cacería, exhortada por las autoridades estadunidenses, contra los tres narcos que fundaron y lideraron el poderoso cártel en las décadas de 1970 y 1980, y que llegó a ser una de las primeras organizaciones criminales mexicanas que trabajaron con las mafias colombianas de las drogas.
Félix Gallardo fue detenido en 1989 y tras pasar más de 20 años encarcelado en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, fue cambiado a la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, de donde presuntamente saldrá este lunes tras la orden emitida por el juez séptimo de Distrito de Procesos Penales Federales de la Ciudad de México por el proceso que se le sigue en los delitos contra la salud, acopio de armas y cohecho.
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