Roberto Ruiz nació el 2 de marzo de 1928, creció en Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, como campesino pero su posterior talento en miniaturas talladas en hueso impresionó hasta la reina Isabel II de Inglaterra.
Por su talento en 1981, 17 piezas talladas en hueso, que ese momento ya se había instalado Nezahualcóyotl, Estado de México, formaron parte de una exposición en el Museo Británico. Al verlas, la Reina Isabel II quedó fascinada, tanto que pidió a los curadores que el escultor le hiciera una pieza exclusivamente para ella.
La reina posó para un retrato y lo envió a México para que Ruiz hiciera un camafeo con su imagen. Al finalizar el trabajo, la monarca terminó tan complacida que decidió guardar la obra junto con las joyas de la corona.
Pero eso no fue todo, también ordenó que las 17 piezas del artesano se trasladaran a una exposición dentro del Palacio de Buckingham, donde permanecieron en un salón durante casi 28 años.
Las piezas del escultor Roberto Ruiz en su mayoría provienen de hueso de animales tallado, pero también usó colmillos y madera con una amplia gama de temas que representa la cultura mexicana arcángeles, catrinas, árboles de la vida, diablos, indígenas, campesinos, revolucionarios y un sin fin de que representan la cosmogonía mexicana.
Su obra consta de más de 4,000 piezas, fue admirada y adquirida por coleccionistas como el escritor Carlos Monsiváis, quien logró 800 piezas miniatura (actualmente se exhiben en en Museo del Estanquillo en la Ciudad de México); la maestra Teresa Pomer: Miguel Limón con 80, González Avelar con alrededor de 40, el ex presidente Miguel de la Madrid con 30 y Ruth Lechuga, médico y promotora del arte mexicano, con 30.
Algunas piezas se encuentran en el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, en el Fondo Cultural Banamex y en Museo de Culturas Populares del Instituto Mexiquense de Cultura.
Roberto Ruiz falleció hace algunos años, en 2008, pero su legado continúa en su sangre, a través de sus hijos Abraham y José Manuel.
Si bien el talento no se hereda, sí se crea, con trabajo duro, viendo, escuchando y practicando. Así fue como los hermanos Ruiz comenzaron a hacer sus primeras piezas, jugando a imitar a su padre desde que apenas comenzaron a caminar, posteriormente crearon su propia cosmogonía.
José Manuel y Abraham, dos de ocho hijos de Roberto Ruíz fueron los únicos que siguieron el oficio, relataron que su abuela tenía pocos recursos económicos y vendía tortillas, ella trajo a su padre a los 14 años al Distrito Federal (actualmente Ciudad de México) para después llegar a vivir a Nezahualcóyotl, Estado de México, en 1961 un día antes de que cayera una fuerte nevada en la ciudad, la última que se tenga memoria en el Valle de México.
Empezó haciendo figuras de madera a los seis años, posteriormente en la capital fue un empresario del plástico quien le pidió modelar madera para la creación de moldes de juguetes y otras figuras, después, casi por un accidente, empezó a tallar los huesos que sobraron de un mole de olla preparado por su esposa, cosa que haría los 53 años siguientes de su vida.
Abraham contó numerosas anécdotas de su padre, una es la que más dolor le causa “una vez le llevé a Carlos Monsiváis las piezas que hacía mi papá para que él se las comprara, él las vio, las calificó de emocionantes, excelentes, firmó un cheque, él siempre pagaba de más y al final me dijo que le dijera a mi padre que le quedaba debiendo”.
Los restos mortales de animales pueden tener una segunda “vida”. Los ancestros milenarios también solían manipular las osamentas de sus seres queridos para hacer esculturas, flautas o marcar algún mensaje y mantenerlos cerca a pesar de su partida.
En México, la muerte nos intriga, nos representa un enigma, hemos tratado de representarla constantemente tal vez con la idea de mirar nuestra propia fragilidad y efímera existencia. O tal vez de no temerle o retarla para que no amenace a nuestros seres queridos.
Los hermanos Ruiz tienen su propios motivos para usar hueso como material de trabajo y lograr el nacimiento de un concepto plasmado en un pedazo que alguna vez tuvo vida.
“Este material orgánico, es muy noble, tratamos de llevarlo a la máxima expresión con personajes y dándoles ‘vida’ nuevamente”, dijo Abraham.
“Es como se dice, la vida da paso a la muerte, pero la muerte da paso a la vida. El objetivo es trascender, para nosotros simboliza eso”, dijo por su parte José Manuel a Infobae México.
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