Quién fue la última virreina de la Nueva España que terminó en la pobreza

El pasado virreinal de México es poco conocido y hoy en día guarda muchos secretos; uno de esos es el de la última virreina quien en la cayó en la miseria

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Josefa Sánchez Barriga y Blanco, última virreina de México (Foto: Twitter)
Josefa Sánchez Barriga y Blanco, última virreina de México (Foto: Twitter)

El territorio que hoy se conoce como México estuvo bajo el dominio español por 300 años; desde la caída de la ciudad de Tenochtitlan en 1521 hasta la consumación de la independencia en 1821, con la firma del Tratado de Córdova.

Durante aquel periodo de la historia nacional conocido como la Época Colonial, la administración era llevada por la figura del virrey, quien respondía directamente al rey, en Europa. El último virrey de la Nueva España fue Juan José Rafael Teodomiro de O’Donojú y O’Ryan, conocido únicamente como Juan O’Donojú.

Pese a que O’Donojú es señalado como el último virrey, lo cierto es que él nunca asumió tal cargo. Sin embargo, su papel en la historia fue trascendental en el sentido de que fue él quien, como autoridad enviado por la corona española, suscribió los Tratados de Córdoba, con que se reconoció la Independencia de México.

De esta manera, Don Juan fue recibido con gusto en la nueva nación emergente, y con él su esposa Josefa Sánchez Barriga y Blanco, una mujer andaluza originaria de una acaudalada familia de Sevilla, quien vivía entre riquezas y lujos hasta su llegada al nuevo continente.

Juan O'Donojú es conocido como el último virrey de la Nueva España (Foto: Mediateca INAH)
Juan O'Donojú es conocido como el último virrey de la Nueva España (Foto: Mediateca INAH)

De acuerdo con Artemio de Valle-Arizpe en Virreyes y virreinas de la Nueva España, la esposa del virrey estaba dotada de “gracia y bondad”. “Tenía un vago embeleso de melancolía, al hablar denunciaba hallarse llena de paz, de sosegada dulzura, de un gran bienestar interior”. Nació un 16 de mayo de 1762 en cuna de oro.

Cuando estaba cerca de cumplir tres décadas de vida, conoció al teniente del regimiento de Altolonia, don Juan O’Donojú. Él, en Cádiz pidió permiso para casarse con la mujer “quien le arrebató el alma de improviso”, describió Valle-Arizpe. El Consejo Supremo de la Guerra le dio el visto bueno y a finales de 1792 se casaron en la iglesia parroquial del Sagrario.

Tras varios años juntos, arribaron a México en 1721, donde no sabían lo que les esperaba. Y es que a su llegada, Juan O’Donojú no gobernó; por el contrario, declaró la independencia de la colonia para morir meses después odiado por el rey Fernando VII de España por haber cedido sus territorios.

El 8 de octubre de 1821 murió el último virrey de la Nueva España “dejando a su esposa más tesoros de reputación que de dinero”. A su ceremonia luctuosa en el altar de los Reyes de la Santa Iglesia Mayor acudió Agustín de Iturbide y los altos mandos del Ejército Trigarante.

Juan O'Donojú arribó a la Nueva España con su esposa Josefa Sánchez (Foto: Mediateca INAH)
Juan O'Donojú arribó a la Nueva España con su esposa Josefa Sánchez (Foto: Mediateca INAH)

Frente a tal situación, sin esposo, sin reino y bajo el Primer Imperio Mexicano, doña Josefa Sánchez se quedó sin sustento económico y tuvo que comenzar a vender sus propiedades. Primero sus joyas y luego sus valiosos vestidos con olanes y hojuelas de oro. Poco a poco fue perdiendo la vida de comodidad que llevaba en el viejo continente.

Y es que la noble mujer tampoco pudo regresar a España porque el rey declaró persona no grata a O’Donojú y a su familia, por lo que quedó condenada a vivir sus últimos años en México. Sin embargo, el primer Congreso Constituyente le concedió una pensión mensual en honor a la contribución de su esposo a la independencia nacional.

No obstante, con el declive del imperio de Iturbide, la instauración de la República y las múltiples deudas que el gobierno contrajo para solventar sus primeros años como nación independiente, se le dejó de pagar su pensión de mil pesos al mes; ya no se le daba nada, por lo que regresó a vivir en la miseria.

Doña Josefa ni siquiera podía costear una renta. Constantemente cambiaba de domicilio y acumulaba deudas con sus arrendadores. Uno de ellos y quien llegó a demandarla fue el político Lucas Alamán en el año de 1833.

La viuda llegó a vivir en el número 19 de Tacuba, predio que pertenecía al Hospital de Jesús de Nazareno, propiedad del duque de Terranova y Monteleone, de quien Alamán era apoderado legal. Doña Josefa acumuló una deuda de dos mil 387 pesos, cuatro reales y cuatro granos por dos años de renta sin pagar, por lo que el escribano Vicente Gómez Castaño le hizo la solicitud del pago. La andaluza no pagó argumentando que la Hacienda pública le debía más a ella por pensiones sin cumplir.

Josefa Sánchez murió a los 80 años sumida en la miseria (Foto: Mediateca INAH)
Josefa Sánchez murió a los 80 años sumida en la miseria (Foto: Mediateca INAH)

Con el golpe del tiempo, pasó de ser una mujer bella a una mujer “medrosa y abatida”, sumida en la miseria. Hacia finales de la década de los 30 del siglo XIX, el ministro de Guerra durante la administración de Anastasio Bustamante, José Mariano Michelena, se apiadó de la mujer y la contactó para ofrecerle una pensión de 500 pesos mensuales, lo que ella agradeció gustosa en una misiva dirigida al general.

El 18 de octubre de 1838 le escribió una carta donde le expresó su completa gratitud a quien consideró su “muy apreciado y amado amigo”. Sin embargo, dicha pensión tampoco llegó. Cuatro años después murió sola y en la pobreza, lejos de lo que un día fue una vida de opulencia en el continente europeo.

De acuerdo con Valle-Arizpe, Carlos María de Bustamante escribió en sus Apuntes para la historia del gobierno general de Don Antonio López de Santa Ana lo siguiente: “El día 20 de agosto (de 1842) murió, víctima de la indigencia, doña María Josefa Sánchez de O’Donojú, la cual subió a tal punto como que hubo días que sólo se alimentó con café”. Murió en el número 7 de la calle Seminario, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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