A lo largo de la historia de México se han conocido a diversos personajes que han destacado en diferentes áreas del conocimiento. En la ciencia, la política o las artes. En este último rubro, entran personajes como Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
Este último, Orozco, fue un pintor que formó parte de la generación del muralismo mexicano, surgida en la primera mitad del siglo XX. Él junto, a Rivera y Siqueiros, se convirtió en una referencia fundamental de este movimiento y del arte latinoamericano.
Orozco nació el 23 de noviembre de 1883 en el estado de Jalisco. Pasó parte de su infancia en Guadalajara, y luego en Ciudad de México, donde conoció la obra del grabador y caricaturista José Guadalupe Posada.
Su primera experiencia formativa en la pintura la tuvo en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, donde recibió clases nocturnas por un tiempo. En 1897 su familia lo inscribió en la Escuela Nacional de Agricultura de San Jacinto, donde se graduó de Ingeniero Agrónomo. En este periodo, antes de graduarse, se ganaba la vida levantando mapas topográficos.
En 1904, Orozco perdió la mano izquierda en un accidente con pólvora.
Entre 1907 y 1914, inició formalmente su formación artística en la Academia de San Carlos. Allí recibió clases del español Antonio Fabrés. Poco después conoció al Dr. Atl (Gerardo Murillo), quien lo orientó hacia la indignación de la identidad mexicana.
A partir de 1911, se ganó la vida como caricaturista en las publicaciones El Hijo del Ahuizote, El Imparcial y La Vanguardia. Para 1913 llegó a ser director de la publicación La Malora. En 1916, se llevó a cabo su primera exposición bajo el título La Casa de las Lágrimas, que tuvo lugar en la librería Biblios del entonces Distrito Federal.
Para 1922 se unió a David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Rufino Tamayo y otros artistas destacados para darle forma al muralismo mexicano. El muralismo fue un movimiento que buscó retornar el arte a la dimensión de lo público y servir al nacionalismo y a la causa popular.
Murió en la Ciudad de México, un día como hoy, 7 de septiembre de 1949, debido a un paro cardiaco.
Entre sus obras más destacadas pueden encontrarse: Mujeres bailando, Omnisciencia, Cortés y la Malinche, Las Trinvcheras, Prometeo, Dioses del mundo moderno, Katharsis y El hombre creador y rebelde, entre otras.
Sin embargo, Orozco no solo realizó sus obras en México, también en Estados Unidos. La Épica de la Civilización Americana es un mural realizado por Orozco entre 1932 y 1934, en la Universidad de Dartmouth. Este es una de las obras maestras del pintor mexicano. Hay 24 paneles sobre los indígenas, el impacto de la civilización europea en Norteamérica, y el impacto de la guerra.
En este mural hay dos partes, una sección occidental y una oriental. La sección occidental muestra a la civilización indígena, mientras que la sección oriental muestra la Conquista de los aztecas, y la civilización moderna. Este mural es la percepción de Orozco de la historia de las Américas.
En contraste, entre los pueblos y los indígenas, muestra la dualidad de la experiencia americana, y las dos partes importantes de nuestra historia. El estilo es muy moderno y dramático. Se destaca el color rojo y los colores brillantes, en contraste con el fondo azul.
El mural comienza con La migración, la llegada de los indígenas. Después, continúa con Las serpientes y lanzas, que es una transición de la civilización indígena, con su religión y el sacrificio humano. Esta es una representación de los Toltecas, una cultura mesoamericana que existió entre los siglo X y XII.
También, en el mural se muestra El sacrificio humano antiguo, en donde se muestra la extracción del corazón en el sacrificio humano. En el mural se muestran otras etapas de la historia del hombre en México, hasta llegar a la época moderna.
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