De acuerdo con los datos proporcionados por la heráldica española el apellido Alangua únicamente lo portan 11 personas en el territorio mexicano.
Todos los apellidos cuentan con un certificado de hidalguía, el cual fue concedido por parte de alguno de los Reyes de Armas españoles, posteriormente fueron recogidos y publicados en un trabajo llevado a cabo por el último Decano Rey de Armas, Don Vicente Cadenas y Vincent.
De tal forma que Alangua fue comprobado por Don Gonzalo Lavin del Noval, Cronista Rey de Armas de número, abogado y genealogista, académico de la Mexicana de Genealogía y Heráldica del instituto Genealógico Brasileño y de la historia internacional del país, quien fue fundador de la Revista Nueva Academia Heráldica en el año 1913 y condecorado con algunas recompensas españolas y extranjeras, vecino de Madrid.
Es uno de los apellidos menos frecuentes que se pueden encontrar, los datos de la heráldica indican que existen 54 personas en todo el mundo portándolo: empezando con 37 habitantes en España, 11 mexicanos, 4 provenientes de Nigeria, 1 persona en Inglaterra y un peruano.
Alangua es el apellido número 48906 más común de España, en la región de Álava. Encontrando que hay censados en el territorio nacional español 37 habitantes con Alangua como primer apellido, 26 como segundo apellido y en suma hay un total de 0 como Alangua en ambos apellidos.
Su origen es toponímico, poco frecuente y repartido por toda España con notables asientos en las siguientes territorios: Álava, Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa, Cantabria, Zaragoza, Madrid, Barcelona, Burgos y Sevilla.
Procedente del topónimo Álava, el cual pertenece al nombre de una provincia vasca y se deriva de la voz euskera araba, que significa, según Mogrobejo: debajo de los valles, pastizal, helechal, el llano, llanura y campo.
Su primera mención tuvo lugar en el siglo XIX, ya que a la mayoría de los campesinos del centro del país se les otorgó oficialmente dicho apellido. Es originalmente un apodo familiar que a su vez provenía del apodo establecido por parte de un pariente.
En ocasiones estaban arraigados en múltiples generaciones y sirvieron como apellidos incluso antes de que se consolidaran universalmente. Es decir que el hecho de dotar a un campesino con uno de ellos, generalmente se reducía únicamente a un reconocimiento oficial sanguíneo, representando así la fijación familiar o personal para quien lo portara.
La manera en la que se utilizan los apellidos posterior al nombre se comenzó a establecer durante el siglo XVI, justo después de la conquista española, dando por entendido que los más antiguos datan de aquella época.
Para qué sirven los apellidos
Permiten diferenciar e identificar a las personas, ya que son una denominación antroponímica que unida al nombre de pila, hace posible distinguir a cada habitante del planeta.
Tuvieron su aparición en la Edad Media cuando los integrantes de la burguesía empezaron a acceder a la propiedad de inmuebles y tierras.
En aquel entonces era insuficiente para poder acreditar una titularidad de los bienes por medio de documentación, el uso del nombre de pila resultaba escaso, de tal manera que agregaron los apellidos para favorecer la identificación.
La mayoría de los apellidos usados por las lenguas de origen europeo o hispano pertenecen a alguna de las categorías relacionadas con elementos naturales, seres vivos o referentes a los sitios donde se establecían, las actividades que desempeñaban o el nivel de vida que tenían.
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