Cuando Roberto Batlia Morán era policía judicial en la Dirección General de Investigaciones, los efectivos que trabajaron con él dicen que no se le veía malicia. Era un novato, delgado y con brackets al que usalmente se le veía subir y bajar por las escaleras de la comandancia.
Este 31 de agosto, después de que fuera detenido, las autoridades lo presentaron como uno de los criminales más buscados en la Ciudad de México y uno de los principales abastecedores de droga en la megalópolis. “Batlia” era considerado un ‘pez gordo’ en la capital.
La noche del pasado lunes 29 de agosto una camioneta Yukon blanca se estacionó en una cerrada de la colonia Lomas Estrella 2da Sección, alcaldía Iztapalapa. De su interior bajó el líder criminal, sin saber que su vehículo traía un rastreador que agentes de investgación de la fiscalía capitalina le habían puesto desde hace meses.
El operativo para detenerlo se planeó con horas de antelación, pero solo se avisó a la Guardia Nacional y al Ejército unos minutos antes. A las 6:17 horas del pasado martes un grupo especial de la Policía de Investigación (PDI) irrumpió en el domicilio, donde se encontraban “Batlia”, su esposa y un trabajador suyo identificado como “José”.
“¿Y ora?”, preguntó “Batlia” a los agentes encapuchados que le apuntaron con armas largas. “Habla con tu jefe, pareja”, les dijo, pero sus peticiones fueron ignoradas. Fue presentado como líder de los “Lecumberri” o los “Macario”, en alusión a la calle donde operaban y por Alejandro Tamayo Mendoza, “El Macario”, quien fue detenido en abril de 2021 junto a cuatro oficiales de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y uno del Estado de México que fungían como sus colaboradores.
Su historia se remonta a orígenes policiacos, pues él y su familia eran agentes de la Policía Judicial. Él mismo se desempeño como agente judicial desde el 7 de enero de 1995 al 11 de mayo del 2000, cuando fue destituido de su cargo y se metió al negocio de la droga. Su principal punto de venta era identificado como “La Cola de las Tortillas”, y se ubicaba en la calle Progreso, colonia Damián Carmona, alcaldía Venustiano Carranza.
Ahí, decenas de adictos se formaban para comprar piedra o marihuana. Era tan popular el “crack” que ahí se vendía por 50 pesos que muchas bandas de narcomenudistas compraban por mayoreo, inclusive los jefes de la Unión Tepito, el Elvis y el Manzanas. Las pesquisas señalaron que la “fila” vendía aproximadamente un kilo diario de piedra.
Las ganacias de las ventas eran llevadas por la gente del “Batlia” a otro inmueblre en la calle Nicolás Bravo, en la colonia centro. “El Batlia”, en 20 años de carrera criminal, no se enfrascó en ninguna pugna con otro grupo crimnal, ni quiera con la Unión Tepito, quienes son considerados como la organización más dominante de la ciudad.
Se sabe que tenía sólidas relaciones de negocios con muchas bandas delictivas que le compraban la droga al mayoreo, entre ellas el mismo Cártel de Sinaloa. Ninguna autoridad quería tocarlo, pues tenía muchas conexiones en las corporaciones policiacas.
Durante el operativo también se aseguró un arma de fuego, tres camionetas y un ejemplar de mono cara blanca.
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