El secreto de la mascota inmortalizada en el Palacio de Bellas Artes por Adamo Boari

La cabeza de un perro forma parte de la decoración del Palacio de Bellas Artes, y esto tiene una entrañable historia

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El Palacio de Bellas Artes es uno de los recintos más icónicos de la Ciudad de México. Foto: Palacio de Bellas Artes
El Palacio de Bellas Artes es uno de los recintos más icónicos de la Ciudad de México. Foto: Palacio de Bellas Artes

Uno de los edificios más emblemáticos e icónicos que exiten en la Ciudad de México, y que cuando alguien de otra parte de la República mexicana , o incluso del extranjero viene al país, no se pierden visitarlo, es el Palacio de Bellas Artes. Y es que esta joya arquitectónica, iniciada en el Porfiriato, es uno de los edificios más importantes de México.

Sin embargo, pocos conocen un elemento característico y muy significativo del recinto: la cabeza de una perrita que fue mascota del arquitecto creador, de nombre Aída. Y es que durante la construcción de este imponente recinto, alguien supervisaba con atención hasta el mínimo detalle de la obra, Aída. Es por ello que su dueño, Adamo Boari, decidió inmortalizarla.

El arquitecto de origen italiano, colaboró en varias obras importantes del país durante la época porfiriana, sin embargo, la obra más importante en su vida fue el Palacio de Bellas Artes. Cuando dicho proyecto llegó a su escritorio, con el que se buscó reemplazar al Teatro Nacional, Boari hizo las maletas de inmediato para viahar a varias ciudades del mundo, y de esta manera, admirar los teatros más importantes a nivel internacional e inspirarse en ellos.

Aunque es verdad que él se encontraba al frente del proyecto, uno sumamente ambicioso, Boari no se enfrentó a este reto solo, pues desde el primer día en que inició su construcción, el 1 de octubre de 1904, Aída estuvo a su lado, para el asombro de todos los que fueron testigos de la obediencia de la perrita.

Adamo Boari inmortalizó a Aída, su mascota, en el Palacio.
Adamo Boari inmortalizó a Aída, su mascota, en el Palacio.

La acompañante del arquitecto, que era un ejemplar de raza Setter, se ganó de inmediato el corazón de los trabajadores de la obra. Fue por este motivo que todos los que se habían enterado de la existencia de Aída, entristecieron cuando se enteraron que la mascota del arquitecto había muerto antes de concluir el palacio.

Era tal el amor que Boari le tenía a Aída, que le encagó a su compatriota Beno Gianneti Fiorenzo que realizara una figura del animal, para colocarla en la fachada del Palacio de Bellas Artes, junto a las otras máscaras y guirnaldas creadas por el escultor. Gianetti accedió y así fue como el rostro de Aída se insertó en la decoración del Palacio.

El esfuerzo de construcción continuó. El plazo para concluir la obra era de cuatro años, pero ante el hundimiento del terreno y al rebasar el presupuesto establecido, el proyecto se fue alargando. Sin embargo, el lujo recubrió cada detalle del edificio, pues se empleó mármol blanco de Carrara para la fachada, y se usaron murales de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco y otros grandes artistas representantes del muralismo mexicano, en la decoración de los interiores.

Incluso se le encomendó a Casa Tiffany la creación de una cortina de cristal para el escenario, con la imagen de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, diseño del Dr. Atl. Lamentablemente la historia del famoso arquitecto no tuvo un final feliz. El italiano se había enamorado, literalmente, de México, al casarse y tener una hija en este país. Planeaba naturalizarse, pero poco tiempo después, estallaría la Revolución Mexicana, lo que lo obligó a salir del país.

Adamo Boari fue un reconocido arquitecto italiano.
Adamo Boari fue un reconocido arquitecto italiano.

Los trabajos del Palacio de Bellas Artes se reanudaron hasta 1928, con el arquitecto mexicano Federico Mariscal como director de obras, encargado de finalizar el gigantesco proyecto. Mientras tanto, Boari volvió a su país de origen, Italia, en donde moriría en 1928, seis años antes de que la mayor obra que hizo en su vida fuera inaugurada en la Ciudad de México, y en donde hasta la fecha, puede verse la imagen de Aída, su fiel compañera.

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