En la historia del arte en México han destacado bastantes pintores y muralistas que han escrito la historia a través de sus obras. Mucho se puede decir sobre, por ejemplo, Diego Rivera, quien fue una pieza clave en el arte del México posrevolucionario. Otro de los grandes artistas que ha dado México, es José Clemente Orozco, quien tuvo relevancia en la primera mitad del siglo pasado en el arte mexicano.
Sin embargo, antes que ellos, hubo algunos artistas que, incluso, sirvieron de inspiración para sus obras. Tal es el caso de José María Velasco, quien murió un día como hoy, 26 de agosto, pero del año 1912.
Conocido como “Pintor prominente” y “Arquitecto del aire” por los especialistas en arte, José María Velasco fue uno de los grandes artistas que vio nacer el siglo XIX. Supo plasmar en el lienzo la belleza del paisaje mexicano, otorgándole un lugar dentro de la plástica nacional y, a esta, un sitio prominente en el arte universal.
Nació el 6 de julio de 1840 en Temascalcingo, Estado de México, cuando en México se vivía una época turbulenta tanto en lo político, como en lo social y en lo económico, que pocos años después le llevaría a perder más de la mitad de su territorio. Es recordado como uno de los 10 artistas mexicanos cuya obra está catalogada como Monumento Artístico de la Nación, y al que Diego Rivera, quien fue su alumno, lo consideraba “el creador de un mundo plástico nuevo, el pintor por excelencia”.
Se le reconoce como el máximo exponente del paisajismo decimonónico. Esto es importante, porque mientras sus contemporáneos se inspiraban en tópicos religiosos, mitológicos o costumbristas, Velasco hizo de la geografía mexicana el motivo de su pintura y el símbolo de la identidad nacional.
Fue profesor de gran cantidad de artistas, y el espejo en el que se fijaron en sus primeros años, muralistas como José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, quienes posteriormente seguirían caminos propios dentro de la llamada pintura nacionalista al servicio de la Revolución.
Velasco estudió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, por una beca que obtuvo por medio de un concurso. Allí fue alumno de artistas como Santiago Rebull, Pelegrín Clavé, Manuel Carpio, y sobre todo, del italiano Eugenio Landesio.
A los 18 años fue nombrado profesor de perspectiva en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y cuatro años más tarde, obtuvo la titularidad de la plaza de profesor de paisaje em la misma escuela. Su labor como docente se extendería a lo largo de 40 años.
Imbuido en las enseñanzas de su maestro Eugenio Landesio, Velasco trabajó como dibujante en el Museo Nacional, en 1880, y probó fortuna en la última y espectacular novedad que había aparecido en el mercado: la fotografía primigenia. Luego fue nombrado inspector de dibujo y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en 1910.
Su producción artística comenzó en 1868, al concluir sus estudios en la academia, y se extendió durante 44 años, en los que llegó a crear cerca de 300 pinturas al óleo, además de acuarelas, litografías y pinturas en miniatura. Destacan especialmente los paisajes que pintó del Valle de México.
Con su gran producción artística, Velasco hizo realidad el sueño de muchos artistas, al lograr que la pintura mexicana alcanzara el reconocimiento universal, poniendo a México a la par con Europa en el ámbito cultural. Entre sus obras más destacadas se encuentran: Patio de una casa vieja (1861), El valle de México (1875), Catedral de Oaxaca (1887) y una serie de ocho cuadros sobre el Valle de México (1894-1905).
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