Un 24 de agosto de 1887, México fue testigo de un gran evento: ese día, la partera Matilde Petra Montoya Lafragua cambió el rumbo del país, graduándose en medicina. Hace 135 años, es decir, antes de esta fecha, no había en el territorio ninguna mujer que hubiera presentado su examen profesional y hubiera logrado lo que ella logró.
Muchas personas la apoyaron y vieron en su caso una puerta hacia la igualdad femenina y masculina, sin embargo, otra parte de la sociedad civil y académica la criticó por querer ejercer una carrera que era imposible debido a que “no era para mujeres”. Pese a ello, Matilde fue siempre fiel a sus convicciones.
Montoya Lafragua nació el 14 de marzo de 1857 en la Ciudad de México (CDMX). Decidió inscribirse a la licenciatura de Obstetricia en la Escuela Nacional de Medicina en 1870. Sin embargo, un año después tuvo que abandonar sus estudios tras dificultades económicas presentadas en su hogar luego de la muerte de su padre.
Durante 12 años, Matilde ejerció como partera en los estados de Morelos, Veracruz, Puebla y la capital; pero deseaba obtener el grado como profesionista, por lo que solicitó nuevamente su inscripción en la Escuela Nacional de Medicina de la UNAM, donde fue aceptada en 1882.
En el libro De armas tomar. Feministas y luchadoras sociales de la Revolución Mexicana del escritor Ángel Gilberto Adame, se menciona que la sociedad conservadora en la ciudad incluso publicó un artículo contra ella, el cual fue titulado: “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica”.
“A Matilde le pretendían negar el permiso, particularmente en las disecciones, por los prejuicios y la visión conservadora que se tenía sobre el papel de las mujeres en la época, y se le calificaba de ‘no tener pudor’ porque ‘cómo una mujer iba a hacer disecciones en un cadáver, desnudo, junto a profesores y compañeros’”, relata la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Cinco años después, a partir de su lucha contra la discriminación no solo de sus compañeros y profesores, sino de la sociedad en general, Matilde se graduó y lo hizo ante los ojos del entonces presidente de la República, Porfirio Díaz.
Desde entonces hasta hoy, las mujeres continúan desarrollándose profesionalmente en áreas médicas, enfrentando discriminación y retos para alcanzar la igualdad. Por ejemplo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en 2021 México contaba con 305 mil 418 profesionales de medicina, de los cuales 54 por ciento eran hombres y 46 por ciento, mujeres.
Y no solo eso: las brechas salariales por sexo son persistentes en el sector salud. En casi todas las ocupaciones –a excepción de enfermería– los hombres tienen una mayor percepción salarial que las mujeres, sobre todo en puestos directivos. En estos últimos, la magnitud de la brecha es en promedio de 18.33 por ciento; es decir, por cada 100 pesos que un hombre gana en puestos directivos, las mujeres reciben 81.67.
A esto se suma que las profesionistas solo ocupan 6 por ciento de las posiciones directivas en todo el sector, según destaca el estudio El Sector Salud: un ambiente disparejo para las mujeres, realizado por la organización “México ¿Cómo vamos?” y Grupo SOHIN.
En ese sentido, el logro académico de Matilde Montoya abrió un camino para miles de mujeres en México; sin embargo, el Gobierno nacional y la sociedad mantienen una deuda con la dignificación de las condiciones laborales de las especialistas mexicanas.
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