Javier Zalapa llegó a la Ciudad de México junto a su padre vendiendo guitarras. Al principio viajaban a lo largo del país, entre ciudades y pueblos en compañía de otros artesanos. Eran conocidos como ferieros, y es que, como su nombre lo dice, se asentaban en ferias donde vendían sus mercancías hechas a mano.
Era la década de 1960 y en el corazón de lo que un día fue el Distrito Federal se organizó una gran feria artesanal en un predio abandonado, propiedad del gobierno. Ahí llegaron artesanos de todo el territorio nacional, entre ellos, el señor Zalapa, que en ese entonces era tan solo un niño. Ahora, con casi 60 años como vendedor en el Mercado de Artesanías de La Ciudadela, confesó sus recuerdos para Infobae México.
En un principio se trataba de un mercado improvisado, donde cada vendedor se colocaba en puestos semifijos sujetos con bancos, palos y mantas. Con el paso del tiempo, ese terreno abandonado se convirtió en el mercado artesanal más grande de la capital, en donde se encuentran representadas culturas de los 32 estados de la República.
Infobae México se adentró en las inmediaciones de La Ciudadela para conocer un poco de su historia. Esto es algo de lo que revelaron sus protagonistas.
Fue en 1965 que el Departamento de Distrito Federal, con el apoyo del municipio de Zacatlán, en Puebla, también conocido como Zacatlán de las manzanas, organizó la primera exposición de artesanías, en donde se convocaron a realizadores de todos las entidades federativas.
Debido al éxito de la primera edición se repitió en los años posteriores, con el arribo de cada vez más menestrales; contó para este medio Juan Antonio Barranco Pérez, actual presidente de la Unión de Artesanos y Similares de la República Mexicana, asociación mejor conocida como Mercado de La Ciudadela.
En 1968, de cara a los Juegos Olímpicos número XIX que tuvieron a México como sede, el gremio artesanal se constituyó bajo la administración que actualmente los rige, la Unión de Artesanos. Y es que el gobierno de aquel entonces motivó la presencia de un centro de venta de artesanías representativas de México de cara a la ola de turistas que arribaría bajo el evento de carácter mundial.
De esta manera, el grupo que un principio estaba constituido por no más de 15 artesanos y sus familias, quienes llegaron a la capital en 1965, al día de hoy creció a más de 360 artesanos titulares en los registros de La Ciudadela.
Tras haber sido acogidos por el gobierno en la década de los 60, los artesanos se fueron quedando. Fue gracias a un permiso de la delegación que comenzaron a exponer sus artesanías en el predio que un día fungió como depósito de armas, propiedad de la Secretaría de Gobernación, de donde no se han movido hasta el día de hoy. No obstante, en la actualidad el terreno es propiedad del Senado, mientras que la Unión de Artesanos solo es ocupante.
En un inicio todos eran productores de sus mercancías. En aquellos años, cuando comenzó el mercado, aún salían a exhibir a otros lugares del país, pero poco a poco fueron abandonando dicha práctica, para terminar por asentarse de forma definitiva sobre Avenida Juárez, a unos metros de lo que hoy es la Biblioteca de México, junto a la Plaza Morelos, también conocida como la “plaza del danzón”.
“No era un mercado, sólo era un grupo de artesanos”, confesó Javier Zalapa, quien comenzó muy pequeño en este mundo. Ahora, quienes se encargan del negocio son los hijos, los nietos y hasta los bisnietos de los originales, de quienes fueron los iniciadores, y que estuvieron en la primera expo en aquel lejano 1965.
Juan Barranco, hijo de una de las primeras artesanas, considera que La Ciudadela es el mercado artesanal más grande del mundo en especie, pues en él se cuenta con cerca del 80 por ciento de los ejemplares de artesanías que se producen en el país. “Es tan grande y tan importante que dependen 20 mil familias de él”, reveló.
Pese a que en la actualidad en el mercado la mayoría se dedican únicamente al comercio de artesanías, que siguen siendo producidas en varios estados de la república, aún se encuentran unos cuantos artesanos que elaboran sus productos al interior de la plaza, como la señora Petra de 88 años, quien todavía trabaja vidrio soplado, o los hermanos Enríquez, hijos del afamado laudero “Chema” Enríquez, originario de Paracho, Michoacán.
“Son huicholes, hoja de lata, vidrio y cobre”, mencionó el presidente de la Unión sobre algunos de los productos que se siguen trabajando en los talleres de La Ciudadela, que hasta 1978 seguían siendo puestos inestables, pues en aquel año comenzó la construcción de los primeros locales.
Por su parte, la Unión de Artesanos se rige en la actualidad bajo los principios de usos y costumbres, en donde eligen a un miembro de su comunidad para presidirlos y cambiar el mando cada cierto tiempo; ahora, en períodos de cada tres o cuatro años. Y es que durante los primeros treinta años de la organización, un hombre llamado Jorge Moret ligado al partido oficial se postró al frente de La Ciudadela, hasta que fue sacado por los mismos locatarios en 1997, reveló Barranco.
De esta manera, con el paso del tiempo y gracias a su ubicación dentro del primer cuadro de la ciudad, el mercado se volvió uno de los principales atractivos turísticos del país durante los eventos internacionales que a México le tocó organizar, como las mencionadas olimpiadas del 68, el mundial del 70, así como el de 1986.
Francisco Mercado Estrada, quien ha pasado toda su vida relacionado a La Ciudadela, recordó la fiebre del mundial México 70, y el intercambio de prendas por artesanías con las delegaciones extranjeras que arribaban al país.
“Venían las delegaciones (a La Ciudadela) porque era el lugar más emblemático de artesanías. En esos años todavía hacías intercambios de una prenda por un recuerdo, ellos te dejaban un saco, una gorra, una mochila, y si te interesaba lo cambiabas por una artesanía. Era bonito porque obtienes una prenda de otro país”.
Mercado Estrada, de 57 años, nació en Michoacán, sin embargo, en su sexto cumpleaños migró a la ciudad capitalina en donde se encontraban sus padres, quienes fueron parte del primer grupo de artesanos en la feria. Su padre elaboraba guitarras mientras que él cursaba la primara en la Escuela República de Bolivia a unos metros del mercado.
Don Francisco recuerda que el lugar se fundó cuando estaban las obras de la Línea 2 del metro; el terreno se ocupaba para el resguardo de materiales. Relata que cuando era niño se encontraban en locales de madera cubiertos con mantas. Debido a las bajas ventas cuando no había eventos en la ciudad, salían a vender al Eje Central, antes San Juan de Letrán, ya que en aquel predio nadie los conocía.
Con el paso de los años, y con el reconocimiento que obtuvieron gracias a los eventos masivos ocurridos en la capital, fue que las autoridades les permitieron quedarse, bajo permisos temporales que año tras año iban renovando.
Por su parte, uno de los retos que los artesanos mexicanos han tenido que enfrentar y que en La Ciudadela se combate de forma frontal, según el gremio, en la introducción de mercancías manufacturadas en China que se ha propagado en muchas regiones del país, principalmente en los más importantes centros turísticos.
En ese sentido, el señor Francisco consideró que el mercado de La Ciudadela ha sobrevivido porque venden productos cien por ciento mexicanos que se diferencian de los chinos, los cuales describió como de mala calidad a precios bajos, que golpean la economía de los menestrales mexicanos. En tanto, Juan Barranco detalló que la comitiva de la Unión de Artesanos supervisa que los locatarios no ofrezcan mercancías chinas con el fin de cuidar la calidad y el renombre del mercado.
Pese a que La Ciudadela es un referente a nivel internacional, el mérito de su organización, cuidado y promoción se lo lleva la Unión de Artesanos y similares de la República Mexicana que desde su congregación ha promovido la compra y venta de artesanías mexicanas, además de que ha resguardado la barda del recinto construida durante la época colonial que, según el presidente de la Unión, es patrimonio cultural urbano de la Ciudad de México.
El Mercado de Artesanía de La Ciudadela abre de lunes a domingo, ofertando miles de productos entre joyería, vitrales, vidriería, prendas típicas, instrumentos musicales, grabados, figuras talladas y mucho más.
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