Nuestra vida está hecha de historias, de relatos, de cuentos, de chismes y también de rumores. El relato es parte de nuestra vida; nosotros mismos somos relatos. Eduardo Galeano sostenía que aunque los científicos digan que los humanos estamos hechos de átomos, la realidad es que estamos hechos de historias. De tal suerte que tener algo que contar y saber cómo contarlo puede ayudarnos a comunicar de manera eficiente.
Quien logra encontrar la manera de contar historias, puede acceder a muchos espacios, incluídos los del poder. La historia de los políticos es importante en la construcción de su imagen política. Mientras mejor contada esté una historia, esa imagen política se fortalecerá.
Estas historias no sólo se cuentan por el protagonista de la historia. Por el contrario, muchas veces las historias del protagonistas son contadas por otros personajes, incluso los enemigos o adversarios. Erróneamente se cree que contar historias falsas del oponente, tratar de incriminarlo o denostar, puede dañar su imagen.
Por el contrario, en la mayoría de los casos esos relatos falsos incrementan el interés por ese personaje e incitan al público a investigar o informarse de manera más precisa de quien hablan.
En los últimos días he sido blanco de ataques, denostaciones y noticias falsas para intentar dañar mi imagen. Este tipo de ataques,en la mayoría de los casos, se dan cuando se pone en riesgo la estabilidad o permanencia de grupos en el poder. En mi caso, alcé la voz para pedir transparencia en el uso de los recursos del Senado.
De manera frontal y franca, señalé que en el Senado de la República aún existen dispendios innecesarios, pese a la política de austeridad que desde septiembre de 2018 se planteó en la Cámara de Senadores.
Aunque al inicio del sexenio, las y los senadores estuvimos de acuerdo en apegarnos al plan de austeridad republicana, impulsado por la cuarta transformación, la austeridad sólo se realizó de manera aparente.
Se recortaron sueldos de senadoras y senadores, a trabajadores de honorarios, se eliminaron vehículos, servicios de meseros, alimentación, en fin, innumerables gastos superfluos e innecesarios. Ante esas medidas, como legisladores, nos manifestamos a favor, sin embargo, a lo largo del sexenio, encontramos que el Senado ha mantenido el mismo presupuesto e incluso aumentó.
Naturalmente, ante la austeridad que hemos tenido como senadores, se debieron haber regresado recursos de la Cámara de Senadores a la Tesorería de la Federación, sin embargo eso no ha ocurrido. El acuerdo de 2018 referente a la austeridad republicana, buscaba que el gasto público se redujera a lo estrictamente necesario.
Como lo sostuvimos anteriormente, esa austeridad fue aparente. Los gastos orientados al fortalecimiento de la imagen particular de algunos senadores continúan.
Alcé la voz pidiendo transparencia y rendición de cuentas en el uso de los recursos del Senado de la República y la respuesta fue una campaña de acusaciones, noticias falsas y guerra sucia en las redes sociales.
Ante la calumnia y el intento de desprestigiar nuestra imagen, sostengo que no tengo nada que esconder, estoy aspirando de manera legítima a un cargo que le corresponde a mi bancada.
El resultado de la guerra sucia en mi contra en vez de hacer daño a mi imagen, la ha fortalecido. Hemos tenido una presencia muy importante en los medios de comunicación a pesar del cerco informativo que se ha presentado en el Senado y el reconocimiento de mis compañeras y compañeros senadores se ha hecho presente.
Pero más importante aún ha sido el reconocimiento, respaldo y cariño de miles de personas; el pueblo que es a quien nos debemos y por quien trabajamos todos los días.
El tamaño de la guerra sucia es el tamaño del miedo que nos tiene. Hay temor y preocupación porque saben que al Senado llegarán cambios, democratización y transparencia de los recursos públicos. No puede haber un Senado rico con pueblo pobre.
*Senador de la República por el Estado de Zacatecas, en representación del partido Morena
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