La minería ha sido una actividad fundamental para el estado de Coahuila desde la época de la Colonia, pues desde la fundación de las Minas de la Trinidad en 1577 la región se ha consolidado como un pilar en esta industria.

El descubrimiento y la explotación de carbón en el estado comenzó en 1828. Actualmente, de acuerdo con los datos más recientes de la Secretaría de Economía consultados por este medio, Coahuila es el principal productor de este material en el país, pues en 2020 tuvo una participación nacional de 98.89% y produjo más de dos millones de toneladas de carbón.

Aunque se desconoce la cifra exacta de minas que hay en la entidad, la dependencia reportó, hasta 2019, un total de mil 967 concesiones vigentes de todo tipo, equivalente a un millón 688 mil 469 hectáreas (es decir, 11.14% del territorio estatal).

En medio de los inagotables registros, Coahuila fue, nuevamente, el escenario de una tragedia que ha puesto en riesgo la vida de por lo menos 10 mineros.

A las 13:35 horas de este miércoles 3 de agosto se inundaron tres pozos comunicados en una mina de arrastre en la comunidad de La Agujita, ubicada en el municipio de Sabinas. El incidente provocó que los trabajadores que se encontraban bajo tierra quedaran atrapados.

Horas después de que la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) reportara el suceso, informaron que tres mineros habían sido rescatados con vida y trasladados al Hospital del IMSS del municipio.

Hasta la medianoche del mismo día, la institución señaló que en el lugar se encontraban trabajando 269 elementos, entre personal de instancias federales y locales, para localizar y salvar a los trabajadores restantes.

El derrumbe de la mina en Sabina reabrió una herida que, en realidad, jamás cerró: la tragedia en Pasta de Conchos que le costó la vida a 65 trabajadores en febrero de 2006.

El lugar ya contaba con reportes alusivos a lo inseguro que era laborar ahí desde el año 2000. Una inspección realizada en julio de 2004 detalló que existían 43 violaciones a las normas de seguridad e higiene que era necesario atender con urgencia. Sin embargo, ninguna autoridad de encargó de supervisar que se llevaran a cabo las correcciones y la mina siguió operando.

Durante las primeras horas del 19 de febrero de aquel año, la acumulación de gas en la mina 8 de Pasta de Conchos ocasionó una explosión que trajo consigo un derrumbe letal para 65 mineros. De ellos, 63 aún se encuentran bajo tierra, pues en abril de 2007 se suspendieron los trabajos de rescate.

Felipe de Jesús Torres Reyna y José Manuel Peña Saucedo son los nombres de los mineros cuyos cuerpos sí lograron ser recuperados en junio de 2006 y enero de 2007, respectivamente.

Desde entonces, las familias de los trabajadores se han encontrado con un sinfín de obstáculos, acompañados de un gran dolor, rabia e incertidumbre, para que las autoridades procedan con la extracción de los cuerpos restantes.

Recientemente, el 16 de febrero de 2022, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció el inicio el plan de recuperación de los cuerpos para poder entregarlos a las familias, las cuales se dividirán en tres etapas y contemplarán labores de construcción de túneles y rampas de acceso, así como la desgasificación y estabilización de la zona.

La tragedia de Pasta de Conchos ha sido, sin duda, uno de los sucesos que más ha conmocionado a la sociedad mexicana, pues el abandono de las autoridades, acompañado por las condiciones irregulares e inhumanas, según han señalado las familias, no ha pasado inadvertido.

Sin embargo, los derrumbes de minas en Coahuila han sido una constante en los últimos años y, lamentablemente, han sido repetidas las ocasiones en las que este tipo de accidentes cobran la vida de los trabajadores.

El 4 de junio de 2021, la presión del agua que se había acumulado en la zona inundó los túneles subterráneos de la mina Micarán en el municipio de Múzquiz. Siete mineros quedaron atrapados aquel día y fallecieron ahogados. Seis días después, el 10 de junio, los cuerpos rescatistas culminaron las labores de recuperación y pudieron extraer el último cuerpo que quedaba en el interior del pozo.

También en 2021, pero el día 19 de julio, el desprendimiento de rocas en una mina conocida como La Pasión, en el municipio de Ocampo, en la cual se extraía plomo y zinc, provocó la muerte de dos trabajadores y causó lesiones en uno más.

Por otro lado, 2017 también se posicionó como uno de los años más trágicos para los trabajadores de esta industria en Coahuila, pues se registraron por lo menos dos siniestros en los que varias personas perdieron la vida.

La tarde del domingo 1 de octubre, un incendio de maquinaria scoop provocó una explosión en la mina La Encantada, en Ocampo. El saldo de aquel incidente fue de cuatro trabajadores fallecidos por inhalación de monóxido de carbono. Dos más fueron trasladados a hospitales cercanos para recibir atención médica.

Un par de semanas después, el 18 de octubre, se registró un derrumbe en la mina VII en el municipio de Progreso. Gerardo Castillo de 31 años y Jorge Palomo de 30, quienes trabajaban como operador y ayudante, quedaron sepultados. A pesar del esfuerzo de más de 100 personas por rescatarlos, fallecieron al interior de la excavación.

Tanto Gerardo como Jorge formaban parte del Sindicato Nacional de Mineros, el cual aseguró en aquel entonces se ignoraron las advertencias y solicitudes para que se colocaran arcos de acero y marcos de madera que evitaran derrumbes.

Igualmente, aseguraron que entre 2011 y 2014 al menos 14 trabajadores murieron por explosiones de gas, incendios y desprendimientos de rocas en minas operadas por la misma compañía que estaba a cargo de la mina VII.

Los accidentes en excavaciones de Coahuila son tan frecuentes como letales. Y hasta el momento parece no haber un plan de acciones claras que reduzcan la incidencia de estos siniestros y, de ese modo, se logren resguardar las vidas de los cientos de trabajadores de la industria.

SEGUIR LEYENDO