Era el jueves 16 de marzo de 2017 cunado el penal de Aguaruto, Culiacán, se estremeció. Cinco reos de alto perfil vinculados con el Cártel de Sinaloa, tres de los cuales contaban con un proceso de extradición a los Estados Unidos, se fugaron del centro penitenciario ubicado en la capital sinaloense.
Entre ellos se encontraba Alfonso Limón Sánchez, alias “El Poncho Limón”, considerado como uno de los sicarios a los que más confianza le tiene Ismael “El Mayo” Zambada, y que junto con los hijos del “señor del sombrero” podría perfilarse para suceder a los capos de la vieja escuela que fundaron el Cártel de Sinaloa.
Los otros reclusos que se fugaron aquel día fueron Juan José Esparragoza Monzón, “El Negro” (hijo del Azul Esparragoza); Jesús Peña González, alias “El 20″; Francisco Javier Zazueta Rosas, “El Pancho Chimal”; y Rafael Guadalupe Félix Núñez, “El Changuito Ántrax”. El contexto que se vivía en Culiacán en esa época era la guerra entre “Los Chapitos” y “Los Dámaso” tras la caída definitiva de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Meses después de la fuga de los cinco reos, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado comenzó la gestión de dos módulos nuevos de seguridad para contener a internos de alta peligrosidad, sin embargo, el pasado mes de febrero un operativo de las autoridades sacó a relucir cómo era la vida de los criminales privados de su libertad en dicho penal.
Entre lo decomisado destacaron un millón de pesos en efectivo, seis armas largas y siete cortas, gallos de pelea, paquetes con latas de cerveza, bolsas con varios kilos de marihuana, armas con la imagen del “Chapo” Guzmán, chalecos antibalas, porta armas, porta esposas, calcomanías con las iniciales JGL, cargadores abastecidos y “tablas” para infringir castigos corporales.
En el boletín de prensa se informó que la Secretaría de Seguridad dio aviso a las autoridades federales para que llevaran a cabo las investigaciones pertinentes en el módulo 8 del penal de Aguaruto, o en las también llamadas “carracas” de reos de alto perfil. Ahí encontraron que los hombres del Cártel de Sinaloa contaban con lujos no permitidos al interior de las cárceles como Smart Tv’s, sillones, sistemas de sonido, aire climatizado, etc.
En una de las fotografías que se difundieron del operativo, donde se pudo apreciar un “penthouse” en pleno módulo 8, destacaron cuadros con la imagen de Guzmán Loera y San Judas Tadeo, el santo de las causas perdidas. El teniente coronel Cristóbal Castañeda Murillo, quien encabezó la revisión de los módulos, reveló que también fueron encontrados varios corrales donde los internos tenían gallos de pelea que eran utilizados para apuestas clandestinas al interior del penal.
El jefe de seguridad del penal de Aguaruto fue separado del cargo y fue sometido a investigación por la Fiscalía de Sinaloa, así como por la Fiscalía General de la República (FGR), tras dicho operativo. Con ese elemento policial sumaron al menos dos autoridades que han causado baja por la polémica derivada de supuestas corruptelas en la prisión de Culiacán, luego de la renuncia el pasado 15 de febrero de quien fuera directora del penal, María Emma Alcaraz González.
Según los reportes de los diarios locales, en los últimos 20 años se han fugado unos 115 internos. El 22 de julio del 2018, un año después de la fuga de “Poncho Limón”, otros dos presos que se encontraban ahí por delitos federales, considerados de alta peligrosidad, se fugaron vestidos de custodios. Se dice que incluso salieron por la puerta principal con ayuda del jefe de seguridad del centro penitenciario.
El último hecho y más sonado se registró el 17 de octubre de 2019 durante el llamado “Culiacanazo”, cuando 47 internos salieron por la puerta del penal de Aguaruto en medio de los encontronazos entre gente del Cártel de Sinaloa y las Fuerzas de Seguridad del Ejército mexicano por la captura de uno de los hijos del “Chapo”, Ovidio Guzmán López.
SEGUIR LEYENDO: