La época de esplendor de Teotihuacán fue, aproximadamente, entre los años 300 y 600 d.C.; decayendo hacia el año 900 d.C. Posteriormente, en el Valle de México se instaló la cultura mexica, en un islote en medio del Lago de Texcoco. Los primeros habitantes de la gran ciudad de Tenochtitlan, capital del imperio mexica, se instalaron en 1325, y duraron ahí hasta 1521, cuando culminó la conquista de los españoles.
Sin embargo, mucho antes de que estas dos grandes culturas mesoamericanas nacieras y tuvieran gran importancia, hubo otra que tuvo la misma relevancia. Se trata de Cuicuilco, que era la ciudad más importante del Valle de México. Esta se encontraba ubicada en un extremo sur al pie del Ajusco, un área boscosa con ríos, lagos y arroyos.
Los primeros asentamientos humanos en esta zona ocurrieron aproximadamente en el año 900 a.C., y dieron paso a distintas aldeas, cada vez más pobladas. Para el año 200 a.C., Cuicuilco ya era el centro urbano y ceremonial más importante del Valle de México. En la metrópoli, se calcula, vivían más de 20 mil habitantes, y aunque no se conoce mucho de su conformación, se trataba de una ciudad con áreas habitacionales y un amplio centro ceremonial, con arroyos y áreas de cultivo de maíz, tomate y huauzontle.
Sin embargo, el crecimiento de Cuicuilco y sus alrededores se detuvieron debido a un fenómeno natural, que sepultó los restos de la ciudad en una capa de lava, sobre la que hoy se levanta la piedra volcánica del Pedregal. Fue la erupción del volcán Xitle, la que en algún momento de los primeros dos siglos de nuestra era, uno de los 200 volcanes que forman parte de la Sierra Chichinautzin, que significa “señor que quema” en náhuatl, provocó el abandono de Cuicuilco y la desaparición de su cultura.
Se sabe que la violenta erupción volcánica, arrojó lava en un área de aproximadamente 70 kilómetros a la redonda, misma que descendió del Ajusco unos 12 kilómetros al Valle de México, hasta alcanzar regiones que actualmente forman parte de las alcaldías Tlalpan, Coyoacán y Álvaro Obregón, al sur de la Ciudad de México.
Los ciuciulcas fueron testigos del avance lento pero imparable de ríos de lava que produjeron incendios forestales y arrasaron con toda la vegetación a su paso, provocando la desaparición abrupta de Cuicuilco y otros pueblos aledaños como Copilco.
Se cree que las víctimas humanas y animales fueron menores, pero los pobladores debieron abandonar la ciudad de manera paulatina y partieron hacia el norte, en busca de un nuevo lugar en el cual instalarse. De esto solo sobrevivió la Pirámide de Cuicuilco, que fue descubierta en 1922, y otros basamentos más pequeños que dan cuenta de su extinta grandeza.
A pesar de que no hay fuentes escritas de la explosión del volcán Xitle, el desastre natural fue muy conocido entre distintos pueblos de Valle de México, que durante las siguientes décadas y siglos realizaron peregrinaciones a la pirámide.
Esta erupción provocó que los cuicuilcas se desplazaran hacia el norte del Lago de Texcoco, en donde se pierden las pistas sobre su peregrinación y aunque anteriormente existía una teoría que decía que los habitantes de Cucuilco habían fundado Tenochtitlan, lo más probable es que este pueblo fue acogido en la “ciudad de los dioses”, en el apogeo de su poder político y económico, su época de mayor esplendor.
En la actualidad, el Xitle y su cráter estar cubiertos de vegetación, con sinuosos caminos que se abren entre cuevas, y túneles de piedra volcánicas, sin embargo, el resto de los volcanes jóvenes de la sierra Chichinautzin podrían dar forma a otra erupción como la que sepultó a Cuicuilco en algún momento de la historia.
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