Una escena normal en América Latina. Eran las 7:14 de la noche del martes. Un joven vestido con abrigo, gorra y cubrebocas entró a una tienda, caminó con paso firme, ubicó a su víctima, empuñó la pistola que llevaba en la mano izquierda y jaló el gatillo.
El hombre se desvaneció al primer disparo, pero el sicario se aseguró de cumplir el trabajo con otros dos tiros cuando yacía en el suelo.
Ocurrió el pasado 26 de julio en un comercio de la colonia Lomas de San Lorenzo, en la alcaldía Iztapalapa, donde el último año las autoridades han registrado 168 homicidios dolosos, de acuerdo con el ranking municipal de Ciudad de México del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).
Por cada 100 mil habitantes, sin embargo, Iztapalapa, la alcaldía más poblada, desciende hasta el lugar 9 de 16 en el último semestre. La lista la lideran Cuauhtémoc, Xochimilco y Tláhuac.
Una cámara de seguridad del establecimiento captó los últimos segundos con vida de Ricardo, alias “El Tapa”, quien probablemente había ido a comprar algunos alimentos para la cena.
En una mano llevaba un refresco y en la otra un bulto de tortillas. El primer disparo, a la altura del rostro, lo hizo desvanecerse contra un estante de dulces. Los tres tiros le dieron en el pómulo, el ojo y el cuello derecho.
En ese momento, Ovaldo, apodado “El Flaco”, de 17 años, salió corriendo y abordó una motocicleta que lo esperaba afuera de la tienda.
Esa misma noche él y su cómplice fueron arrestados en la colonia Consejo Agrarista Mexicano, también en Iztapalapa, luego de que la policía identificara en las cámaras del C5 la ruta que tomó la motocicleta en la que viajaban.
El joven sicario y su acompañante llevaban varias dosis de marihuana y una pistola calibre .380.
El fenómeno del sicario
La figura del sicario en motocicleta se remontan a los años ochenta en Colombia, durante la época del capo Pablo Escobar y el Cártel de Medellín.
Bajo las órdenes de “El Patrón”, motosicarios asesinaron al ministro de justicia colombiano Rodrigo Lara Bonilla, desatando una guerra entre la “empresa” y el Estado.
A partir de ahí, dicha táctica de asesinato se reprodujo como un cáncer en el resto de América Latina.
La idea de las motocicletas como una herramienta para cometer asesinatos se replicó en otros países de la región como Honduras, Guatemala, Argentina, Brasil y México.
Como medida para combatir este delito, Colombia y Honduras prohibieron que dos personas pudieran viajar en una misma motocicleta.
La figura del sicario, sin embargo, no es un fenómeno reciente en Colombia, ni en ninguna otra parte del mundo.
El término proviene del latín sicarius (asesino pagado) y sus orígenes se remontan a la Antigua Roma, en la época de Julio César, aunque después reapareció en el Renacimiento, vinculado a los crímenes de los Borgia.
SEGUIR LEYENDO: