Doña Catarina Orduña Pérez, una mujer de 100 años originaria de Misantla, Veracruz. Antes de morir, pidió a sus familiares como última voluntad, levantar en su memoria una estatua al pene. La cual fue colocada recientemente en su tumba dentro del panteón de la comunidad de Ignacio Zaragoza.
La última morada de Doña “Catita” exhibe un enorme miembro reproductor masculino, al cual ella misma nombró antes de partir, “La Venuda”. Así mismo, la alegre señora dejó dicho a su nieto Álvaro Mota Limón lo que le gustaría que escribieran en su lápida, por lo que en su epitafio se lee: “En vida y muerta, siempre me la pelaron”.
El pasado 22 de julio los familiares de la fallecida señora, develaron el peculiar monumento en el cementerio, suceso que convocó a cientos de personas. Acerca de la efigie, se sabe que fue elaborada por Isidro Lavoingnet, un constructor que normalmente se dedica a la elaboración de lámina, de plástico y tinacos. La pieza tiene un peso de casi 280 kilogramos, fue realizada en colores rosas con tonalidades claras y obscuras. Está estructurada por dos elementos, el pene y los testículos, los cuales ya colocados en la lápida simulan su salida desde el concreto.
Doña Cata, consideraba que el órgano reproductor masculino era muy importante, sin embargo nadie le daba el reconocimiento que se merecía. Por eso pedía la estatua de un pene hasta que finalmente la familia se lo concedió de esta manera.
“Esta petición que mi señora abuela Catarina Orduña Pérez nos pidió en vida, a la familia y en especial a mí. Donde me señalaba y estaba convencida de que no se hacía un reconocimiento como debe ser al órgano viril masculino. Que no creía que había días para otros oficios y que para el órgano masculino no, cuando es el origen verdadero de todos nosotros. Cuando ella me lo pidió, al principio le dijimos que algunas personas no iban a pensar como nosotros. Ella era una mujer que tenía una visión diferente a todos, ella pensaba que era un ícono de valor, respeto y coraje y no de morbo”, aseguró el nieto de Doña Cata.
Otra de las razones por las que la señora anhelaba dicha escultura, era porque según ella, debía existir un día especial que celebrara el aparato reproductor masculino ya que era el principal instrumento de placer y valor. Tal y como había un día para el abogado, para el doctor o el maestro, el falo merecía el suyo.
Asimismo, Doña Cata siempre cuestionó el que las personas se avergonzaran de dicho órgano reproductor, pues se trata de algo completamente natural que poseen los seres vivos.
Esta podría tratarse de la única estatua de esa especie que exista en un panteón de México, por lo que ha llamado mucho la atención en redes sociales, así como la de la población que ha visitado la tumba de Doña Cata para obtener su fotografía con la original efigie.
El nieto de la señora, aseguró que en ningún momento se buscó protagonismo o violentar las reglas de la ciudad. Sino todo lo contrario, la colocación del monumento lo hicieron con mucho respeto y con debido el permiso de las autoridades.
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