Dos de los personajes más importantes que existieron y dejaron su huella la historia de México, durante la Revolución Mexicana, sin duda alguna, fueron José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, y el presidente Francisco I. Madero, quien tomó el poder luego de la renuncia, y posterior exilio de Porfirio Díaz.
Estos dos personajes fueron cruciales en el movimiento armado que se extendería por varios años. Además, los dos eran muy buenos amigos, al grado de que, en una ocasión en la que Villa estaba condenado a ser fusilado, Madero dio la orden de que se le perdonara la vida.
Fue el general Victoriano Huerta quien intentó fusilar a Villa, y este episodio se sumó más por la lucha por el poder militar dentro de la administración del presidente Madero. Los altos mandos del Ejército Federal no consideraban a los ex revolucionarios maderistas como verdaderos soldados, sino como una “chusma armada” temporalmente. Tampoco olvidaban que estos irregulares habían derrocado del gobierno a uno de ellos: el general Porfirio Díaz.
En particular, Huerta despreciaba a los maderistas. En alguna ocasión, incluso le comentó a Porfirio Díaz que con un contingente de 2 mil hombres podría derrotar a los rebeldes de Chihuahua. Días previos al levantamiento zapatista de noviembre de 1911, en general Huerta, contraviniendo los deseos de Madero, atacó sin piedad a las comunidades campesinas de Morelos, algo que se repetiría durante la revuelta de Pascual Orozco en 1912.
Orozco, general victorioso de la Revolución, se sentía defraudado por el presidente Madero, al no concedérsele, en una primera instancia, la Secretaría de Guerra y Marina, y posteriormente, la gubernatura de Chihuahua. Pronto sería seducido por la clase porfirista chihuahuense, que lo alentaría a la rebelión formalizada el 25 de marzo de 1912 con la proclamación del Plan de la Empacadora.
En un principio, se pensó que Orozco sería un revolucionario que llevaría las reformas sociales radicales a Chihuahua, y después a todo el país. Pronto, sus partidarios se darían cuenta de que no sería así, al hacerse pública su relación con la oligarquía chihuahuense, en particular con la familia Terrazas.
También se pensó que Villa, lugarteniente de Orozco en mayo de 1911, se había unido a la rebelión, pero no fue así. Luego del triunfo de la revolución maderista, Villa se había retirado a la vida privada, y junto a sus hermanos, abrió cuatro prósperas carnicerías en la ciudad de Chihuahua, en donde trasladaba el ganado que compraba en Parral. Villa le escribía al presidente Madero, reiterando su lealtad a su gobierno, así como para denunciar al jefe político de Parral, José de la Luz Soto, de acosarlo sin motivo. Cuando ocurrió el levantamiento de Orozco, Villa se dirigió rápidamente a Parral y junto a Maclovio Herrera, de manera incruenta, tomó Parral, arrestó a Soto y obtuvo una importante victoria para el gobierno de Madero.
En una carta en donde lo felicitaba por la acción de Parral, Madero pidió a Villa que se pusiera a las órdenes del general Huerta, jefe de la División del Norte, encargada de enfrentar a los rebeldes orozquistas. De esta manera, el presidente no solo garantizaba que Villa se tendría que disciplinar ante el mando militar formal, sino que, para no repetir los errores de Díaz en 1911 con ayuda de los irregulares, conocedores del terreno, el Ejército Federal podría combatir a los rebeldes en su propio terreno.
La decisión de Madero no agradó mucho a Huerta, pues consideraba a los irregulares capaces de luchar al lado de un ejército profesional. Sin embargo, en un principio tenían una relación formal y se trataban de llevar bien. Luego tuvieron algunas rencillas, lo que desencadenaría en problemas entre ellos.
A finales de mayo de 1912, Villa consideraba que su presencia ya no era necesaria en el ejército, pues la campaña militar contra Orozco había sido un éxito, y el 3 de junio envió un telegrama a Huerta en donde le informaba que él y sus hombres abandonarían la División del Norte. Huerta encontró el pretexto idóneo para eliminarlo, teniendo como pretexto una conducta de rebelión.
Villa asistió un día al cuartel de Huerta para enviarle un telegrama a Madero, informando que ya no quería combatir bajo el mando de la División del Norte pero fue arrestado y sometido a juicio, en donde se determinó su ejecución. Sin embargo, un coronel de Huerta suspendió la ejecución y lo llevo con su jefe, quien estalló en cólera y amenazó con ejecutarlos a los dos, pero el coronel le indicó que no había pruebas de que Villa se quisiera rebelar. También intervino el hermano de Madero, de nombre Raúl, y el propio mandatario, que en un telegrama ordenó la suspensión de su fusilamiento.
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