Desde hace algún tiempo los cárteles del narco empezaron a utilizar los nombres de marcas de lujo para sellar sus paquetes de droga como un recurso para atraer a su clientela, darle identidad a su mercancía y clasificarla según su grado de pureza.
Atrás quedaron las botas vaqueras, el sombrero, las camisas garigoleadas y los cinturones de hebilla que tanto caracterizaron al estereotipo del narco mexicano. Desde hace varios años el glamour se convirtió en una de las tantas cosas de las que los capos de la droga se apropiaron.
Lo último en la moda narco lleva las etiquetas de prestigiosas marcas de moda como Armani, Salvatore Ferragamo, Hermès, Versace, Ermenegildo Zegna, Ralph Laurent, Lacoste, Prada, etc., lo cual ha servido para engalanar su aura violenta, alimentar su apología y dotarlos de cierta fascinación.
“Yo divido a los narcos en tres grupos. Claro, puede ser más imaginación que realidad: los que llamo ‘Los Pesados’, que son los que siguen la moda antigua con vaqueros, camisas cuadradas, botas y cintos piteados, con joyas estrambóticas. ‘Los Juniors’, aquellos que usan marcas como Armani, Boss, Versace... y “Los Sport”, que son que hace el trabajo sucio”, opinó en su momento el escritor Élmer Mendoza.
El lujo y lo narcos
Un caso llamativo fue el de Vicente Zambada Niebla, el hijo mayor del “Mayo” Zambada, líder del Cártel de Sinaloa. El día de su detención, “El Vicentillo” llamó la atención de los medios de comunicación. La persona que tenían enfrente, a diferencia de la figura del narco ranchero, era un hombre con porte y bien vestido, con un saco terciopelo negro que según se señaló era de la marca Armani.
Zambada Niebla usaba una camisa con rayas verticales blanco, café y azul cielo, desabotonada para lucir el pecho. Ese look definió el estereotipo de la nueva generación de narcotraficantes en el país: los llamados “narcojuniors”.
Un mes después, el 2 de abril de 2009, la detención de un narcotraficante que no pasaba de los 35 años volvió a llamar la atención. Vicente Carrillo Leyva, también conocido como “El Ingeniero”, hijo de Amado Carrillo, vestía un conjunto de pants de la marca Abercrombie & Fitch, estaba bien peinado y llevaba unos lentes que le daban la apariencia de ser una persona preparada y con estudios.
Nuevos narcos, nuevos lujos
Una de las propiedades “Señor de los Cielos” fue la llamada “Casa Versace”, construida en el período del porfiriato, entre 1906 y 1908, en Guadalajara, Jalisco. La propiedad fue adquirida el 20 de julio de 1994 a nombre de su hijo, “El Ingeniero”.
La construcción, que fue comprada por el capo por más de 2 millones de pesos, debe su apodo al hecho de que también fue, a pesar de que ya era propiedad de los Carrillo, sede de la primera boutique del reconocido diseñador Gianni Versace en esa capital.
Otro ejemplo icónico de la narcomoda fue Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, ex operador de los Beltrán Leyva. El día de su aprehensión el capo vestía una playera Polo Ralph Lauren que se volvió emblemática y probablemente multiplicó las ventas de la marca. Incluso se esparció el rumor de que el valor de esa prenda en específico había aumentado su valor hasta en USD 150.
Precisamente uno de los operadores de “La Barbie” mostró al momento de ser presentado ante los medios de comunicación un gusto bastante similar al de su jefe en su forma de vestir: playera Polo Ralph Lauren azul, pantalón informal y tenis deportivos.
Se trató de José Jorge Balderas Garza, alias “El JJ”, identificado como el agresor del ex futbolista paraguayo Salvador Cabañas en el Bar Bar. Llamó la atención que ambos narcotraficantes llevaran puesto el mismo diseño de playera: Polo Ralph Lauren con un número impreso en el hombro.
En la Ciudad de México, la noche que policías capitalinos detuvieron en la alcaldía Tlalpan a Roberto Moyado Esparza, alias “El Betito”, el líder de la Unión Tepito vestía tenis Louis Vuitton, cinturón Fendi, camisa Hugo Boss y una cartera Louis Vuitton con una “B” de plata incrustada.
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