Enfrentamientos, balaceras, drogas y muerte se han convertido en el pan de cada día de millones de mexicanos que -de forma directa o indirecta- han padecido los estragos de la presencia del crimen organizado en el país. Ya sea por las noticias o porque lo viven en carne propia, la violencia en México ha permeado hasta los rincones más recónditos del territorio y, aunque rastrear el origen de dicho fenómeno socio-cultural resulta una tarea casi imposible, existen algunos precedentes históricos que explicarían la crisis de inseguridad actual.
El pasado viernes 15 de julio, las transmisiones cotidianas de la televisión y la navegación de internautas en redes sociales se vio interrumpida con una noticia de último minuto: la Secretaría de Marina de las Fuerzas Armadas de México (Semar) confirmó la reaprehensión de Rafael Caro Quintero, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara y, quizá, el narcotraficante más buscado del país.
La recaptura del también conocido como “Narco de Narcos” se dio a tan solo unos días del operativo que la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) realizó al sur de la capital mexicana en donde lograron la detención de al menos 14 miembros de una célula delictiva del Cártel de Sinaloa, misma que estaría vinculada con “Los Chapitos”.
Si bien todo podría tratarse de una bizarra coincidencia, con los recientes hechos resulta pertinente recordar algunos de los precedentes del narcotráfico en el país, lo que nos lleva al origen de uno de los primeros Cárteles que gracias al poder del dinero lograron colarse en las esferas más altas de las autoridades, abriendo la puerta a nuevos grupos de crimen organizado y dejando las bases asentadas de todo tipo de negocios ilegales.
El ascenso del Cártel de Guadalajara
La historia del Cártel de Guadalajara ha sido contada con múltiples versiones, si bien la narco-cultura en México intentó comercializar en formato de serie las atrocidades y trayectoria de la agrupación criminal, la realidad que vivieron los habitantes de Guadalajara, Jalisco a finales de la década de los 70′s y durante los años 80′s sigue superando la ficción que se trató de proyectar en el proyecto televisivo.
Y es que, aunque se supone que la tarea de las autoridades mexicanas es la de velar por la seguridad y bienestar de la ciudadanía, resulta imposible hablar del Cártel de Guadalajara sin mencionar la inmensa red de corrupción que miembros del crimen organizado mantenían en aquel entonces con el gobierno en turno, misma que se mantuvo gracias a la participación de un peculiar pero muy importante personaje: Miguel Ángel Félix Gallardo.
Apodado también como el “Jefe de Jefes”, Félix Gallardo es un ex policía federal que durante los últimos años de la década de los 70′s fungió como el vínculo entre funcionarios estatales y capos de la droga. A través de múltiples sobornos, Miguel Ángel logró ganar la impunidad para que los negocios ilícitos del Cártel de Guadalajara fluyeran sin obstáculos por parte de las autoridades y fue así como, en asociación con Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, el grupo delictivo comenzó a prosperar.
Pese a que en territorio mexicano ya existían pequeños grupos de delincuencia organizada que se dedicaban al tráfico de marihuana y cocaína, en 1970 el Gobierno Mexicano puso en marcha a través de las Fuerzas Armadas la “Operación Cóndor” cuya finalidad era detener el flujo de drogas desde México a los Estados Unidos. Dicho mecanismo orilló a traficantes y agricultores a refugiarse en la aclamada “Perla Tapatía”, lo que influyó también directamente en el ascenso de el Cártel de Guadalajara.
Por su parte, Rafael Caro Quintero al ser hijo de dos campesinos originario de Sinaloa desarrolló una gran habilidad empresarial para la producción, comercialización y distribución de marihuana; aunque apenas sabía leer y escribir, su inquietud y olfato empresarial lo llevaron a posicionarse como el capo de la marihuana más importante en el país y, en aquel entonces, también en el ámbito internacional.
A sus escasos 30 años, Rafael Caro Quintero ya controlaba casi 600 hectáreas de producción de cannabis y logró reproducir masivamente plantas hembras, dando pie a la distribución y auge de la “marihuana sin semilla”. Además de convertirse en la droga favorita de miles de mexicanos, el “Narco de Narcos” logró expandir su negocio a Estados Unidos, de modo que, durante la década de los 80′s el Cártel de Guadalajara ya controlaba gran parte del tráfico de drogas en México y los corredores a lo largo de la fontera norte.
Cabe mencionar también que dicho grupo criminal fue de los primeros en México en aliarse con Cárteles colombianos cuyo negocio estaba enfocado en la distribución y comercialización de cocaína, lo que aumentó considerablemente el poder de la organización criminal y propició que expandiera su dominio a estados como Baja California, Colima, Sonora, Chihuahua y Sinaloa entre otros.
Asesinato de Enrique “Kiki” Camarena
Aunque no era un secreto que autoridades tanto mexicanas como estadounidenses estaban vinculadas con las redes de corrupción del Cártel de Guadalajara, la asociación delictiva alcanzó un punto álgido después de que presuntamente Rafael Caro Quintero torturara y asesinara a Enrique Kiki Camarena, un agente encubierto de la Administración de Control de Drogas (DEA) por sus siglas en inglés.
Fue en 1984 cuando el “Narco de Narcos” buscó venganza después de que presuntamente Enrique Kiki Camarena brindara información a la DEA que llevó a la destrucción del cultivo de marihuana de 2 mil 500 acres de la organización en el recinto conocido como Rancho Búfalo en el estado de Chihuahua. Según los informes, las autoridades quemaron más de 10 mil toneladas de marihuana, lo que representó una pérdida de alrededor de 160 millones de dólares.
En 1985, Rafael Caro Quintero fue detenido en Costa Rica junto a una novia y fue acusado de ser el actor intelectual del asesinato de Enrique Kiki Camarena y líder de la red de narcotráfico que operaba en el país. Pese a su detención, el “Narco de Narcos” pasó únicamente 28 años de los 40 a los que había sido sentenciado en una prisión mexicana, para posteriormente ser liberado en 2013 y reaprehendido el pasado 15 de julio de 2022.
Las medidas de Félix Gallardo tras la detención de Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo
El asesinato de Kiki Camarena supuso un parteaguas para el Cártel de Guadalajara, pues con la detención de Rafael Caro Quintero y de Ernesto Fonseca Carrillo, el “Jefe de Jefes” tuvo que buscar la forma de repartir los negocios entre narcotraficantes que aún no estuvieran identificados por la DEA en sitios que también estuvieran fuera de su alcance. De este modo, Miguel Ángel Félix Gallardo convocó a los principales narcotraficantes del país en una casa en la ciudad turística de Acapulco, donde designó las plazas y territorios.
A los diferentes narcotraficantes se les asignó una determinada región donde podían traficar drogas a los Estados Unidos y contrabandistas de impuestos que deseaban mover mercancías en su territorio. La ruta de Tijuana iría a sus sobrinos, los hermanos Arellano Félix mientras que la ruta de Ciudad Juárez iría hasta la familia Carrillo Fuentes, encabezada por el sobrino de Fonseca Carrillo, Amado Carrillo .
Miguel Caro Quintero manejaría el corredor de Sonora y el de Matamoros, Tamaulipas , que luego se convertiría en el Cartel del Golfo, quedaría intacto para Juan García Ábrego. Mientras tanto, Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael Zambada García se harían cargo de las operaciones de la costa del Pacífico, convirtiéndose en el Cartel de Sinaloa. Por su parte, Félix Gallardo todavía planeaba supervisar las operaciones nacionales, seguía siendo el máximo responsable, pero ya no controlaría todos los detalles del negocio; fue detenido el 8 de abril de 1989.
Hasta la fecha estas facciones del Cártel de Guadalajara o los remanentes de ellas, luchan entre sí por el control de las rutas de tráfico, la influencia sobre el gobierno mexicano y en represalia por delitos y traiciones cometidas en el pasado.
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