Maximiliano de Habsburgo: qué dijo Benito Juárez cuando estuvo frente al cadáver del emperador

Maximiliano de Habsburgo fue fusilado el 19 de junio de 1867, y luego de su muerte, su cadáver fue trasladado a la Ciudad de México, en donde fue visitado por el presidente Benito Juárez

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Maximiliano de Habsburgo fue el segundo emperador de México. Foto: Mediateca/INAH
Maximiliano de Habsburgo fue el segundo emperador de México. Foto: Mediateca/INAH

El siglo XIX en México estuvo lleno de acontecimientos en los que hubo sangre, traición, miedo, y gloria. A principios de ese siglo, fue cuando México logró finalmente, luego de 300 años de ser una colonia española, su independencia del país europeo.

También fue en ese siglo cuando sufrió diversas invasiones, por ejemplo, en 1838, la primera invasión francesa, conocida como la Guerra de los Pasteles; la Guerra entre México y Estados Unidos, en la que este último país invadió México y se adueñó de más de la mitad del territorio mexicano, en 1848; así como la segunda intervención francesa, que se dio a principios de la década de los años 60 de ese siglo.

Fue justamente esta segunda intervención la que desembocó en lo que se conoce como el Segundo Imperio de México. Dicha invasión francesa, se dio luego de que el entonces presidente de México Benito Pablo Juárez García, anunciara la moratoria de la deuda externa, afectando así a tres potencias europeas: Inglaterra, España y la propia Francia.

Juárez decidió declarar la cancelación de pagos a países extranjeros porque el país se encontraba en bancarrota, esto luego de que se llevara a cabo la Guerra de Reforma, también conocida como Guerra de los tres años.

El gobierno de Maximiliano duró de 1864 a 1867. Foto: Mediateca/INAH
El gobierno de Maximiliano duró de 1864 a 1867. Foto: Mediateca/INAH

Los países europeos afectados decidieron enviar tropas a Veracruz, para obligar a Juárez a no dejar de pagar la deuda externa, y el presidente mexicano, al verse amenazado, decidió retractarse. Inglaterra y España llegaron a un acuerdo con el gobierno mexicano, más no así Francia, que vio la oportunidad de hacerse de un territorio en América.

Fue así que Francia inició la segunda intervención francesa, con la que lograría iniciar el Segundo Imperio de México. El emperador que quedaría al frente del país, sería Maximiliano de Habsburgo, quien llegó a México el 28 de mayo de 1864, acompañado de su esposa la princesa Carlota de Bélgica.

Maximiliano de Habsburgo llegó a México apoyado por Francia y por los conservadores mexicanos, quienes, tras las leyes de Reforma, habían perdido sus privilegios. Sin embargo, Maximiliano vio con buenos ojos las Leyes de Reforma pronunciadas por Juárez, por lo que decidió dejarlas, lo que provocó que se enemistara con ellos.

Además, Napoleón III, quien gobernaba Francia, también había aprovechado que en Estados Unidos se llevaba a cabo la Guerra de Secesión, por lo que no intervendrían en sus planes expansionistas, sin embargo, al terminar dicho conflicto, Estados Unidos exigió a los franceses retirar sus tropas, a lo que accedieron. De esta manera, Maximiliano ya no contaba con el apoyo de los franceses ni de los conservadores mexicanos.

Benito Juárez mandó a fusilar a Maximiliano. (Foto: INAH)
Benito Juárez mandó a fusilar a Maximiliano. (Foto: INAH)

Pronto, Maximiliano se vio acorralado y fue capturado por las fuerzas republicanas. Maximiliano de Habsburgo fue fusilado el 19 de junio de 1867, al lado de sus generales conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía. Antes de ser fusilado, Maximiliano regaló algunas monedas de oro a los miembros del batallón que le darían fin a su vida y exclamó las siguientes palabras: “Moriré por una causa justa, la independencia y la libertad de México. Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria ¡Viva México!”. Tras esto se escuchó el estallido de las armas que cesaron las voces de los tres condenados. Se dice que Maximiliano pidió que no le dispararan al rostro para que su familia pudiera reconocerlo, además de que, luego de que le dispararon, no murió, por lo que tuvieron que darle el tiro de gracia al corazón.

Tras esto, el cadáver de Maximiliano fue trasladado a la ciudad de México, en donde fue embalsamado. Juárez visitó el cadáver del emperador antes de que fuera repatriado. El presidente se acercó al cadáver, que se resguardaba en el Templo de San Andrés, puso sus manos por detrás, y algunos instantes estuvo mirando el cadáver, que yacía desnudo, sin decir palabra alguna. Luego, con la mano derecha, midió el cadáver desde la cabeza hasta los pies, y dijo: “era alto este hombre; pero no tenía buen cuerpo: tenía las piernas muy largas y desproporcionadas”. Y después de otros momentos de silencio, dijo: “no tenía talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie”. Lerdo de Tejada, quien era su ministro y quien fuera el único acompañante de Juárez, no dijo nada.

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